La fuerza del Nilo I: Sacerdotisa de Amón

Dos: Ausencia de deberes

La ceremonia de iniciación va comenzar en unos minutos, en las que Alana Asenath va ser nombrada oficialmente sacerdotisa de Amón al igual que muchos que aprendieron a su lado. Aunque no demuestre a simple vista que es devota a Amón, se puede ver a través de sus azulados ojos como el fluyente rio Nilo que ella desea ser sacerdotisa por ser conocida como una gran controladora de la fuerza cósmica. Pero tal vez no es lo que quiere realmente porque siempre le ha agradado la idea de participar en una guerra con otro reino para mostrar su destreza en la espada. Aunque eso sea un secreto para los demás, incluso su padre, el sumo sacerdote Shakir no sabe que su hija se va a entrenar por las noches en las barracas. 
Shakir poseedor del sumo sacerdocio de la capital de Egipto, es el padre de Alana y de sus dos hermanos mayores. Casado con Nefertiti, la dama principal de la reina, y dueño de una gran sabiduría que lo llevo a ser elegido como consejero del faraón, puesto que hasta el día de hoy sigue ocupando. Su relación respecto con sus hijos es buena, pero tiene una exigencia total hacia Alana. Que ante sus ojos es una niña inmadura que no tiene nada de sacerdotisa. Y hoy tiene que tomar una decisión importante la cual definirá si su hija es o no sacerdotisa de Amón
Motivos no le faltan para no elegir a su hija como autentica devota a Amón. Pues, no ha demostrado respeto a los rituales y a las ofrendas a los dioses, mostrando su torpeza hacia objetos sagrados o documentos confidenciales. Su contacto con la fuerza cósmica no es satisfactorio, y su relación con la magia es desastrosa. Y aunque la idea de rechazar a su hija como sacerdotisa de Amón no es tan fácil como padece, reconoce que es su deber sino la encuentra apta para el cargo.
Por otro lado, en la ceremonia no solo se espera a los futuros sacerdotes de Egipto sino que también la llegada del joven príncipe Khalid y sus dos hermanas las princesas Nailah y Sekhet. Han de regresar después de diez años de su partida en el palacio, ya no como niños inquietos sino como jóvenes maduros, listos para sus deberes en el palacio. 
Quizás es el momento que los hijos del faraón contrajeran matrimonios políticos para mantener  las buenas relaciones con los aristócratas nobles. Por parte, el faraón ya había encontrado pretendientes para las princesas, pero para Khalid deseaba casarlo con la princesa del reino de Hermes. Otra movida estratégica de Semerjet para evitar futuros desacuerdos que ocasionen la guerra entre ambos reinos. Aunque crean en dioses diferentes, un acuerdo político y económico sobre las rutas comerciales y terrenos fértiles mantendría la prosperidad de ambos, ya que sería mejor para los comerciantes extranjeros de Hermes poder comprar mercancías exóticas y traerlas a Egipto a venderlas.
El palacio está repleto de diplomáticos, embajadores y príncipes de otros reinos, además de la visita de los reyes de los reinos que habitan la Mesopotamia. La presencia de los monarcas que habitan en las tierras del norte de África se hace notable ante los altos funcionarios de Egipto. También es el agrado de varios nobles la visita de la emperatriz china Mijo II, que permanecerá en el palacio durante la primavera dejando a su hijo a cargo de la gran China. En cuanto a la ceremonia, nadie tiene interés en ver la iniciación de nuevos sacerdotes. Pues la llegada del príncipe de la corona es más importante que la iniciación de sacerdotes. Se trata del próximo faraón de Egipto, y dar una buena impresión fortalecería futuros vínculos entre reinos.
La ceremonia está por comenzar y la ansiedad se hace presente en los invitados, cada minuto es una eternidad donde la desesperación controla a cada persona que está en la sala real. Pero todo se vuelve en silencio cuando el guardia del palacio anuncia la llegada del faraón.
—¡Atención! ¡Anuncio la llegada del señor de las dos tierras, elegido de Ptha y adorado de Amón, el faraón Semerjet I. 
El faraón se sienta en su trono esperando la llegada de su amada, dueña de sus días y noches, la esposa real. Su espera no es eterna ya que las puertas de la sala se abren deslumbrando el rostro de su amada.
— ¡Atención! ¡Anuncio la llegada de la esposa real, dueña de la gran belleza que la diosa Hathor le otorgo, la reina consorte Kamilah.
La reina como la costumbre lo dice, se dirigió al lado de su esposo. Pues los años no la envejecieron, dejando su belleza intacta ante los ojos de las demás reinas presentes. Su belleza iguala a la diosa Hathor, diosa de la belleza y del amor. Pues cada esposa de su majestad, se ha destacado en alguna cualidad, un ejemplo es la segunda esposa; Berenice, que con la cualidad de repartir justicia en el palacio, se le ha adorado como la reencarnación de la diosa Maat.
—Bueno, es momento de agradecer a cada invitado en asistir a esta maravillosa ceremonia que no solo tendrán la oportunidad de ver a los futuros sacerdotes del reino. Sino que la llegada de mis hijos a la capital fortalecerá los vínculos entre reinos haciendo propuestas matrimoniales para que la paz prospere en cada reino que habite estas tierras.
En medio de su discurso unos siervos entran con los regalos exóticos que trajeron los reyes a Semerjet. Joyas, telas finas y oro: es lo que los reyes de las tierras vecinas pueden ofrecer de obsequio para que la amistad continúe. 
—Estoy sorprendido por los obsequios que he recibido que desearía que cada uno venga a saludarme cara a cara. Pero antes, que pasen los futuros sacerdotes y sacerdotisas del templo de Amón. Si no es molestia que el sumo sacerdote Shakir los guie hasta aquí.
—Como no su majestad —asintió Shakir.
Los futuros sacerdotes llegaron en una fila, manteniendo la distancia para diferenciar a cada uno. Pero ante los ojos de Shakir, no pudo más que ver la ausencia de su hija Asenath. Con esfuerzo pudo disfrazar la rabia por una alegría seca. y silenciosamente se acerca a la puerta de la sala para buscar a Asenath. Pero se detiene cuando el guardia entra con una sonrisa de alegría extrema.
—¡Atención! ¡Anuncio la llegada del príncipe Khalid, la princesa Nailah y la princesa Sekhet! 
Los rostros del faraón y la esposa real se cubren de un inmenso júbilo, ver a sus hijos ya no con el rostro inocente de un niño, sino con la sabiduría de un adulto es lo que desearon al dejarlos con el sumo sacerdote de Menfis. Su educación fue la más estricta y privilegiada, ningún hijo de noble puede acceder a tal cosa. 
Los tres heredaron la belleza de su madre; la blancura de su piel como la luna y los ojos azules como el Nilo. Pero de los tres Khalid, destila la belleza del joven más deseado del reino. Su rostro perfecto, sin ninguna cicatriz o mancha, y su voz gruesa enloquece a cualquiera en el reino. Aunque de cada cualidad las que destacan de él: es su valentía, su coraje y su sabiduría. Atributos que son imposibles de ver en cualquier persona. 
La emoción por ver a sus hijos lo deja sin palabras haciendo que cada rincón del palacio este cubierto por esa felicidad. Pero no todo dura, en medio de la llegada del príncipe, llega apresurada y cansada Alana Asenath cortando el ambiente alegre por uno sorpresivo. 
—¿Llego tarde? —pregunta al mirar los rostros sorpresivos de todos sobre todo del joven príncipe.



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En el texto hay: amor, prncipe, sacerdotisa

Editado: 22.07.2021

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