“Ethan York enseñaba esgrima durante los atardeceres de Birmingham. Tenía el cabello corto de color castaño, era delgado y vestía jeans, borcegos y remeras o buzos con capucha. Casi siempre tenía los ojos rojos de tanto fumar marihuana y de jugar a los videojuegos. Ethan era bastante solitario. A pesar de que parecía ser un adolescente tenía treinta y seis años. En realidad tenía 16 pero llevaba veinte años siendo un vampiro. Se alimentaba de sangre humana pero nunca asesinaba a sus víctimas sino que los dejaba de chupar antes de que mueran. Este hecho lo alejó de otros vampiros que no estaban de acuerdo con su método porque decían que luego la víctima hablaría de vampiros y ellos debían permanecer en secreto dentro de la sociedad.
Una tarde vino un niño de unos nueve años para pedirle que le enseñe esgrima pero Ethan al principio dudó y luego accedió al pedido. Las espadas rechinaron hasta unos minutos antes del amanecer.
—Me pediste que te enseñe y ya eres todo un maestro con la espada—le dijo Ethan al niño de cabellos rubios blanquecinos
—Sí, es cierto pero fue una batalla justa así que voy a darte esto — el niño abrió su mano en la que apareció una gema transparente.
— ¿Y para qué me sirve esto?
—Descúbrelo por ti mismo —le dijo el pequeño de pelo platinado a la vez que se esfumó.
Ethan fue hasta su departamento apretando la gema en su mano. Cuando llegó la piedra se había deshecho en forma de partículas similares a la sal. Al ir al baño se miró al espejo y había algo distinto en él. Se dio cuenta que su mirada ya no era roja sino que los ojos azules que había tenido hace veinte años atrás regresaron a su rostro. Ethan había vuelto a ser humano, la maldición había terminado.”
por Valeria O.
Escrito el 14/07/2019
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