La gloria de los mares

Introducción

La gloria de los yeguasCapítulo 1

—¡Más rápido marineros, se dicen piratas y no son capaces de remar más rápido que un niño! —La guapa capitana daba órdenes desde el timón. —¡Quiero que lleguemos antes del atardecer, no pierdan el tiempo!

—¡Ya escuchandoon a la capitana bola de inútiles!

El contramaestre continuaba con las indicaciones apoyando a su líder. Estaba a un lado de ella, más que por ser su posición, lo hacía porque a su lado se sentía protegido. —¡Tenemos muy buen viento y este galeón baila con las olas, quiten más peso de estribor y suelten toda la vela para que el "Paraíso de la Reina" corra a su destino.

La tripulación se trasladaba a la isla de Tortuga, un paraíso dominado por la bandera Francesa y su poderío militar. Ese lugar era un gran punto de atracción para todo aquel que deseaba riquezas, placeres y deleites que la sociedad moderna podía darles.

De todos los puntos que en ese tiempo eran dominados por las potencias europeas, sin duda Tortuga era de las más prósperas y hermosas.

—Espero que lleguemos a tiempo, estamos perdiendo mucha velocidad. —Se quejaba en voz baja la capitana cuyo nombre era Stephanie Kur, conocida coloquialmente como la "Capitana Escarlata". El apodo provenía por los extensos rumores de las sanguinarias matanzas a quienes se oponían a ella.

—No se preocupe mi señora, le doy mi palabra que antes del anochecer llegaremos a la isla. —Le hablaba muy complaciente, él deseaba hacer méritos a toda costa. —Le garantizo que tendrá su botín y lo gastará en todo lo que quiera mañana mismo.

—Así lo espero, si no tendré que colgar unos cuantos hombres y cortar algunas cabezas para sacar mi coraje y quitar mi aburrimiento. —Quitó sus manos del timón y comenzó a caminar para bajar a su camarote. —Le dejo a cargo por un momento contramaestre, envíanme un aviso cuando estemos por llegar.

—¡Sí capitana! —Orgulloso tomó el timón para continuar con el viaje.

El hermoso barco viajaba a toda vela por las costas del caribe, rompía las olas como una máquina trituradora de basura. Tenía la potencia de una auténtica bestia en el mar, tan grande que podía verse a varios metros de distancia.

Navegaba por un mar que comenzaba a hacerse famoso entre las personas que deseaban aventuras y dinero fácil. Arriesgando sus vidas al sumergirse en batallas para robar los bienes y tesoros de cualquier barco o isla a la que pudieran saquear.

Una era de oro para la navegación y enriquecimiento para las grandes potencias europeas, trasladando el oro del nuevo continente. Tiempo que fue nombrado "La gran era pirata".

***

—¡Amo el baile, amo las fiestas! —La pequeña Sandra disfrutaba de bailar con su hermano mayor con una música muy movida en aquel gran salón.

—Si, y yo tengo que ser el que se sacrifique con tal que te diviertas.

En el baile, todos giraban mientras la fila se movía, en momentos algunos de los participantes pasaban dentro del círculo y todos bailaban a su alrededor.

—Pero no te preocupes hermana, ya me devolverás el favor después.

—¿Serías capaz de cobrarle algo a tu pequeña hermana? ¡Qué decepción!

—Claro que sí, mientras se trate de que ella haga mis quehaceres mientras yo salgo a pasear, no sentiré ningún remordimiento.

La fiesta estaba en su mejor momento, en la reunión estaba toda la familia y personas cercanas al conde Sidgurd, un ejemplar político francés que había hecho el viaje a Tortuga muchos años antes. Administrando sus propios negocios y asuntos del monarca Francés.

Él había tenido tres hijos. Su primogénito, el joven Koar, su hija menor, la joven Sandra y el pequeño y noble Eiko. Todos con excelentes valores y destinados a llevar los negocios familiares en un futuro.

—Venga, ¿Qué no te cansas de bailar Sandra?—Preguntaba fatigado Koar.

—Creo que el peso de tus años te está cobrando factura hermano.—Lo soltó para dar unos giros a gran velocidad. —Yo podría hacer esto toda la noche.

—¡Niña presumida! Cuando hagas todo el trabajo que yo y no solo estés en casa jugando, entonces si podrás decirme algo. —La miraba con mucha gracia mientras se sentaba a descansar. La estaban pasando muy bien en la fiesta como siempre que se reunía la familia. Todo era diversión y felicidad.

—Por favor, por favor, denme su atención. —El anfitrión, el conde Sidgurd levantaba una copa de vino para solicitar un brindis. —¡Quiero pedir su atención por favor para brindar por todos ustedes que me acompañan en este día tan especial. En el cual, recibiré el último de los barcos con un enorme cargamento de especias y pieles con los que por fin podré liquidar mi deuda al Marqués Brokar. Esto me permitirá ser el único dueño de esta plantación así como líder absoluto de todas mis tierras, y eso queridos familiares, nos beneficiará a todos. ¡Habrá riquezas y trabajo para muchas de nuestras generaciones!

Los aplausos y gritos no se hicieron esperar por parte de todos los ahí reunidos, compartían la emoción y el éxito por su máximo representante familiar y esperaban una gran fortuna para todos ellos.

—¡Hoy vamos a beber, comer y bailar como nos merecemos, diviertanse que a partir de mañana todo será trabajo!

El salón era bastante grande, un poco menos lujoso de lo que se esperaría considerando la posición y dinero de la familia. Pero durante los dos años que participó en los negocios con el Marqués más influyente del imperio Francés, tuvo que acortar un poco de gastos para el resto pagarlo en sus inversiones. Esta estrategia le permitió vivir bien aunque sin los lujos acostumbrados pero con ese sacrificio adquiriría una enorme fortuna para disfrutar en toda su vida.

El salón tenía sillas y mesas con una gran variedad de comida que todos podían ir y servirse a su antojo.

Doce músicos eran los encargados de poner el ambiente con melodías muy movidas de aquella época. Además, las vestimentas dejaron de ser muy formales en ese día. Camisas delgadas y sacos de cuero era lo que vestían los hombres. Pantalones robustos de color café en su mayoría aunque habían otros como negro y gris.



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Editado: 23.03.2025

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