El joven miembro de la familia era de la nobleza, por ende la mayoría de los soldados lo conocían. Además él había acompañado a su padre en diversas ocasiones a las estancias militares. Ahí había dejado ver su rostro por lo cual no era desconocido para los soldados. Sin duda era algo que jugaba en su contra en aquella ocasión, pasar desapercibido no era probable.
Por primera vez deseaba que sus privilegios económicos no le colocaran esa posición, una en la que era buscada y conocido pero que no podía usar nada de eso a su favor, en cambio era una desventaja.
La política era un arma de dos filos. Por un lado te colocaba en una zona de privilegios principalmente económicos, pero por otra parte te hacía estar en constante pues varios enemigos siempre estaban al asecho. Además vivían en constante crítica y con gran responsabilidad, misma que el joven Koar había estado evadiendo el mayor tiempo de su vida.
Al llegar la madurez con los años, entendió que debía tener ciertas responsabilidades. Mismas que intentaron tomar de la mano de su padre quien le mostró solo lo básico ya que nunca le dejó pertenecer realmente por más que el joven lo deseara. Para él solo era un asistente, pero no lo hizo con mala intención, simplemente quería proteger a su hijo y darle una vida plena.
Cuando terminó la revisión, todos los invitados corrieron a refugiarse a sus casas dejando el salón completamente vacío, solo con tres soldados que aún buscaban ahí.
Koar se había entumecido de estar tanto tiempo dentro del barril, necesitaba con urgencia salir de ahí. Colocó su oído en la posición más cómoda que pudo para tratar de escuchar si afuera había algún peligro.
El ruido había disminuido y ese era motivo suficiente para armarse de valor y salir.
Lanzó la tapa desesperado haciendo un poco de ruido al caer. Respiró profundamente para llenar sus pulmones de aire fresco como no lo había podido sentir dentro de su escondite. De un brinco salió y comenzó el recorrido de manera muy silenciosa. Se detuvo en la entrada que daba al salón del baile y ahí se asomó para darse cuenta que tres soldados continuaban haciendo guardia.
El estrés y la desesperación le hicieron continuar avanzando y no esperar un poco más. Siguió los movimientos de los guardias para buscar un punto por el cual colarse y salir de ahí. Vió una oportunidad de oro cuando dos de ellos quedaron hasta el fondo, distraídos por algo de comida que había quedado de la fiesta. Con eso solo le quedaba el hombre de la entrada con el que planeó embestir y después salir corriendo.
Contó hasta tres y con mucho valor corrió a toda velocidad para impactar con el guardia, pero sus intentos no salieron tan bien como él lo hubiera esperado. Tropezó con un traste que estaba ahí, cayó al suelo muy duramente, provocando un ruido que alertó a todos de su presencia.
Los guardias giraron la cabeza y se encontraron con un chico tirado en el piso que podía ser al que habían estado buscando, sin atrasos corrieron para intentar sujetarlo, pero él, aún con el dolor del golpe, se levantó lo más rápido que pudo y forcejeó con el guardia de la entrada safándose a tiempo de él para salir corriendo del salón.
Pero el peligro no acababa ahí, él tenía que correr a un lugar seguro y los guardias venían detrás suyo igual de veloces.
—¡Detente ahí o dispararemos! —Le gritaban mientras apuntaban sus armas.
—¡Déjenme en paz, yo no les hice nada. Soy un ebrio que se quedó dormido en el salón durante la fiesta, ¡no se qué ha pasado! —Intentaba buscar algunos pretextos para no ser cazado.
Sabía que con el peligro de las armas no podía seguir corriendo recto así que en su primera oportunidad dió vuelta para meterse en la maleza que estaba al finalizar una de las calles.
—¡Capturen a ese hombre rápido! —Los guardias del salón daban alerta para que no se les escapara.
Koar se fue arrastrando por la hierba intentando no moverla demasiado. Los guardias con sus armas largas despejaban el camino para tener más visión.
El fugitivo no sabía adónde se dirigía, solo trataba de alejarse lo más que pudiera de ellos.
De pronto, ya no hubo más camino que seguir y salió para encontrarse nuevamente con una calle y con la novedad que no pudo deshacerse de sus perseguidores.
Se incorporó y salió corriendo a su derecha para seguir escapando de sus cazadores cercanos.
Su condición era buena, el trabajo en campo y sus variadas actividades habían ayudado mucho a esto, además de sentir la adrenalina del peligro y la mentalidad de no ser atrapado por nada del mundo.
Continúo corriendo por el camino menos transitado donde hubiera la menor cantidad de soldados vigilando.
Este camino llevaba directamente al puerto que era demasiado grande y con muchos barcos que constantemente atracaban ahí. Era una zona transitada pero que seguramente ofrecería una oportunidad de escape.
A lo lejos pudo ver un gran barco con una calavera negra ondeando que se acercaba a la costa.
Los aldeanos inmediatamente empezaron a correr en dirección opuesta, gritando y completamente en pánico, así que Koar continuó recto mientras más guardias ya lo seguían.
—Mira eso, que interesante. —La capitana veía a través de su telescopio lo que pasaba en el puerto que estaba a punto de invadir. —Un hombre viene corriendo en esta dirección perseguido por diez guardias muy bien armados. ¡Debe de ser todo una granuja para lograr que lo persigan con tanto interés!
— ¿Qué más puede ver capitana? —El contramaestre estaba muy nervioso como cada vez que atacaban alguna ciudad o barco. —Solo hay esos guardias?, ¿sus defensas son fuertes?
—No, me parece que para ser una ciudad tan maravillosa como lo hemos escuchado, carece de más vigilancia en el puerto y en la ciudad. Creo que será fácil hacernos con el botón.