"La Gordita De Mis Sueños"

PARTE 12: BUDITA, LA PERRA SURFISTA

Llegamos por fin a Ibiza. El sol bailoteaba en los aires, como un espléndido y colorido chupetín anaranjado. Una legión de bellas jovencitas, recorrían los alrededores de la ciudad, en atractivos y multicolores trajes de baño. Morenas, rubias, pelirrojas, destilaban su hermosura ante mis ojos, cuales exóticos y pecaminosos frutos prohibidos.

 

Mientras tanto, un regordete calvito se zampaba un helado de chocolate del tamaño del Titanic. Mientras, tanto a Frankie como a su novia y a mí, tras una larga caminata, se nos abrió el apetito.

 

Paramos en un comedor al aire libre.

 

— ¿Qué desean? Tengo...— insinuó el mozo.

 

-- Deme doce porciones de sándwiches de lomito, veinticuatro de pollo al horno con salsa inglesa, setenta y siete de lasaña y...

 

Los ojos se me salían de las órbitas.

 

¡No lo podía creer!

 

Lola, la novia de mi primo, había solicitado comida como para un batallón. Y seguía pidiendo... Entretanto, la tarjeta de crédito de Frankie estaba en llamas.

 

— ¡Dile que pare, primo! ¡Te va a dejar pelado!

 

—Déjala, Noah. ¡Pobrecita! ¡No sale nunca!— la defendió mi primo.

 

Luego de una hora y media, finalmente, Lola cedió y pedimos nosotros. Solo nos alcanzó para solicitar un paquete de papas fritas y medio vasito de licuado de ananá. Nos había dejado más secos que lengua de loro. Comimos.

 

Justo en ese instante, divisamos un centenar de personas atiborradas en la cercanía de la playa. La mayoría lucía camisetas azules estampadas. No podía ver demasiado. A ver…. Estampadas con la foto de un perro barbudo.

 

De pronto, la gente empezó a vitorear: ¡Budita, Budita, Budita…!

 

— ¿Quién rayos es Budita?—pregunté al tipo de la playera roja.

 

—Es la actual campeona canina de surf— aclaró.

 

— ¡Oh, por Dios! Ketchup y Budita están palmo a palmo...

 

— ¡Mira!— me dijo el tipo, mientras la perrita despegaba como un rayo.

 

Tras aterrizar en una nubecita de azúcar, descendió como una flamígera saeta de felpa, cruzó el banderín amarillo y ganó. El pobre de Ketchup, a quien se le había hundido la tabla en plena carrera, acabó cruzando último el banderín.

 

La gente bailaba, cantaba y vitoreaba al atlético pote de palomitas de maíz con ojos. La sorprendente mascota recibía su medalla dorada, en tanto que una lágrima de vainilla llovía por su pelo.

 

No me olvidaré de esas fabulosas vacaciones en familia. En un lugarcito de mi alma guardo la melodiosa carita de Budita, con su moñito rosa y sus ojitos de princesa.

 

En fin. Idílicas postales de Budita, la perra surfista.

 

 

 

 

 

 

 



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En el texto hay: humor, personajessobrenaturales, amor

Editado: 29.11.2018

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