Mientras avanzaban por el bosque, Dax no podía dejar de pensar en las palabras de Sofia sobre los dragones: ¿Realmente se podía tener una conexión así especial con un guiverno?; era una habilidad que él apenas comenzaba a aceptar conforme veía que el guiverno ciertamente estaba tranquilo.
–Me muero de hambre –dijo Dax, colocando su sarcina en el suelo. –Hagamos una pausa, necesitamos reponer fuerzas antes de seguir adelante.
Sofia puso sus ojos sobre el guiverno quien se estaba cansando más de lo habitual.
–Sí, tienes razón, hay que descansar –dijo mientras sacaba una botella de agua de su inrō.
–¿En esa cosa realmente caben cosas? –preguntó Dax incrédulo que así transportase sus pertenencias.
–Te sorprendería… Lo importante no es el tamaño del estuche, sino el saber acomodarlo.
Dax solo soltó una pequeña sonrisa mientras él también sacaba una botella de agua y comenzaba a beber de ella.
–Solo digo que no creo que ahí quepan los suministros suficientes para un viaje de ida y vuelta.
Sofia solo sonrió mientras disfrutaba de su garganta refrescándose y no respondió aquel comentario.
Después de descansar un rato, continuaron su camino hacia el siguiente pueblo. A medida que avanzaban, sol se ocultaba detrás de las montañas, las sombras se empezaban a alargar, creando un ambiente sombrío en el bosque. Llegaron al pequeño asentamiento justo cuando las primeras estrellas empezaban a brillar en el cielo.
–Necesitamos más medicina, seguramente canela impregnada en maná.
–También necesitamos encontrar un lugar seguro para el guiverno, no queremos otro escándalo como el del otro día –dijo Dax, mirando alrededor del pueblo. –Encárgate de encontrar algún lugar así mientras yo consigo la medicina, ¿te parece?
–Está bien –respondió Sofia y comenzó a perderse nuevamente en el bosque en busca de un lugar en el que poder resguardar a su compañero.
Pasado el tiempo, Dax y Sofia nuevamente volvieron a encontrarse, el primero ya tenía las medicinas en mano y Sofia ya no estaba con el guiverno a su lado.
–¿Has encontrado un buen lugar? –preguntó Dax.
–Sí, había una cueva en el interior del bosque, no es muy grande, pero lo protegerá del frío –respondió y después vio el frasco que traía en su mano. –¿Te dieron la medicina entonces?
–Sí, pero no solo eso –dijo pasándole el frasco. –También nos dejarán dormir en su casa, así que ahí podremos descansar, aunque… –iba a explicarle Dax a Sofia algo más.
–No creo, yo dormiré con el guiverno.
–¿Qué? ¿Pero por qué dormirías en una cueva teniendo una cama cómoda esperándote?
–Necesito cuidar de él, está mejor, sí, pero las noches de invierno son frías aquí y él es de sangre fría –explicó ella.
–¿No hace más frío en el Imperio del Tiempo? –preguntó extrañado.
–Sí, pero en la noche duerme junto al fuego, en el día la luz del Sol le da la fuerza suficiente para soportar el frío –comenzó a caminar hacia la cueva.
–No entiendo cómo sobreviven en la natura entonces –respondió Dax mientras la seguía.
–Donde lo encontré… había un gran volcán que les proveía de calor en las noches, el agua que circulaba cerca de ahí también estaba caliente, sino que a veces hirviendo –dijo.
–Suena interesante ese lugar, debe ser un lugar muy concurrido.
–¿Qué parte de que está habido de dragones no has entendido? –dijo con un tono diferente.
Dax hizo una pequeña pausa mientras fruncía un poco el ceño.
–Pensé que habías dicho que eran amigables.
–Nunca dije eso, solo dije que eran como otros animales. Un lobo puedes hacerlo cercano a ti hasta el punto que se parezca a un perro, pero definitivamente no es algo fácil y mucho menos eso significa que sean amigables.
Dax solo dejó salir un suspiro mientras la seguía hasta que llegaron hasta la cueva.
–No me puedo creer que prefieras quedarte en esta cueva… –expresó Dax Kuró viendo la cueva de cerca.
–No puedo dejarlo solo, no estando así, es mi culpa que esté así –dijo acercándose y comenzando a untarle la canela con maná en sus heridas.
–¿Estás segura que eso funciona? Los del pueblo me dijeron que jamás habían oído de algo así.
–Sí funciona, aunque necesito que se revuelva bien –dijo escupiéndole en la herida y comenzando a revolver su receta con su saliva.
Dax hizo una mueca de desagrado, pero se hizo el de los ojos ciegos.
–Bien, supongo que nos veremos mañana. Búscate una piedra lisa o algo así, supongo –comenzó a retirarse.
–Gracias por hablar con los campesinos para obtener los medicamentos…
–No hay de qué, estoy de tu lado después de todo –se retiró.
Sofia procedió a acurrucarse junto a su guiverno. Estaba más frío de lo que debería estarlo cualquier reptil, pero ella confiaba en que se leventaría mañana.
Dax se levantó temprano con los primeros rayos del sol, se dirigió a la cueva y vio cómo Sofia seguía dormida, comprensible que no sintiese la luz del sol en aquel refugio de la misma.
–Ey, ya es hora de levantarse… –dijo intentando elevar la voz, pero el guiverno gruñó al oírlo subir el tono.
Dax Kuró pensó si realmente debía subir su tono de voz mientras ella estaba al lado de aquel animal que él consideraba una bestia. Dax fijó su mirada nuevamente en Sofia, esperando ver algún indicio de que se fuese a despertar.
–Es más hermosa de cerca… –pensó Dax mientras la observaba.
Ciertamente desde el principio a Dax le había llamado la atención aquella chica y tenerla frente a él tan cerca le permitió admirarla mejor. Se agachó y se acercó hacia ella, posando su mano sobre su rostro.
–Tiene unos labios preciosos… –pensaba mientras admiraba sus gruesos labios.
La tentación lo hizo acercar sus dedos a sus labios y comenzar a acariciarlos, eran tan suaves y húmedos como el interior de las mejillas, sin embargo, su momento de admiración fue interrumpido por los ojos abiertos de par en par de Sofia, quien obviamente se sobresaltó.
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Editado: 06.02.2025