–¿Cuánto tiempo llevamos volando? –preguntó Dax mientras notaba como su estrella comenzaba a ponerse.
–Lo normal, unas cinco o seis horas posiblemente –aseguró mientras su mirada estaba atenta al frente.
Dax se quedó en silencio mientras con una mano se agarraba fuerte del dragón, aunque sus brazos ya habían comenzado a cansarse.
–Si está así de lejos el Imperio del Tiempo, ¿cómo le hiciste para llegar tan temprano?
–Salí de madrugada, un poco antes de que saliese el sol, así que llegué un poco después del mediodía, esta vez salimos al mediodía ya entrado.
A Dax las cuentas le cobraban sentido, sin embargo, bajo ese concepto, ya deberían haber visto algo de tierra, sin embargo, no habían encontrado absolutamente nada: ¿Tan vacíos estaban los océanos para ni siquiera encontrar alguna isla?
–¡Creo que veo algo! –gritó preparaba a su guiverno para volar más rápido.
Dax volteó incrédulo ante aquello que le había dicho, pues acababa de revisar, pero efectivamente, se veía tierra firme a lo lejos.
–¡Sujétate bien! –le advirtió Sofia y el guiverno voló tan rápido como jamás lo había visto antes Dax Kuró.
Dax se sostuvo mientras su cuerpo podía comenzar a relajarse del estrés de haber estado tanto tiempo en la espalda de un incómodo dragón que solo podía compararla con andar en un caballo demasiado ancho. Pasaron varios minutos antes de que el dragón finalmente comenzase a desacelerar y comenzase a descender.
–Finalmente… –Dijo Dax saltando mientras aún el dragón bajaba, pero al caer pudo sentir cómo sus piernas no les había sentado nada bien aquel viaje. –Ahora entiendo porque nadie usa dragones para transportarse… –dijo quejándose Dax mientras estiraba las piernas.
Sofia soltó una pequeña sonrisa y quiso responderle, pero en su lugar bajó en silencio, parecía que su mente estaba ocupada en algo más.
–Muy bien, ¿ahora adónde? –preguntó Dax mientras Sofia bajaba de su compañero.
Sofia avanzó hacia el bosque de coníferas que tenían al lado de la playa sin responderle.
–¿Qué pasa? ¿Dije algo malo? –insistió Dax.
–No reconozco este lugar –finalmente contestó.
–Bueno, a ver…, el territorio es grande, así que quizá nos desviamos un poco, pero nada que no podamos resolver mañana –intentó calmarla mientras se acercaba.
–No… Necesitamos encontrar una aldea, allí nos podrán informar donde estamos.
Dax se quedó en silencio mientras pensaba si realmente podía caminar estando así.
–Dale…, pero si mañana no me puedo levantar, será tu culpa –dijo mientras comenzaba a caminar hacia el bosque.
–¿Por qué caminas si no sabes dónde hay un poblado si quiera? –le preguntó mientras empezaba a seguirlo y su guiverno a ella.
–Es un lugar costero, siempre hay gente cerca, solo necesitamos encontrar una fuente de agua dulce –aseguró.
Sofia solo lo siguió en silencio mientras de su bolsa sacaba agua, el viaje sin duda la había dejado bastante sedienta. Dax comenzó a sentirse incómodo por tanto silencio y decidió empezar la conversación.
–Te iba a decir que no vimos a nadie del Imperio del Hielo durante todo el viaje, sin embargo, creo que no sería justo decirlo, teniendo en cuenta que viajamos al oeste en vez de al este.
–Sí, los avistamientos han sido al este, justo al sur de donde ellos están, lejos de la capital.
–Creo que sería difícil detectarlos en un bosque tan denso como los que tienen aquí de cualquier forma. Si realmente están intentando invadir, seguro que están ocultos en algún lado.
–No…, de hecho no.
–¿Qué quiere decir con eso? –volteó a verla extrañado.
–El este está despoblado de árboles, la mayoría es tundra y territorio inhóspito.
–Qué extraño, ¿entonces solo al oeste hay bosques?
–Sí, en las zonas peninsulares hay árboles, en las continentales solo hay tundras y desiertos gélidos.
–Qué extraño… –dijo Dax mientras veía al bosque con asombro. –En el Imperio del Relámpago eso no ocurre.
–¿Has estado tan al norte? –le preguntó con curiosidad Sofia.
–Cuando era niño y aún vivían mis abuelos de parte de mi madre solía ir a visitarlos junto a mi hermano –dijo mientras se desviaba al este, pues sus oidos detectaron un sonido similar al del agua fluyendo en aquella dirección.
–Así que eres mestizo, eso explica algunas cosas.
Dax volteó extrañado por aquel comentario, como si volviesen a decirle lo mismo que muchas otras veces.
–¿Qué tipo de cosas? ¿Mi color de piel? –preguntó.
–⸘Qué‽ ¡No! Me refería a tus ojos, sé que al norte sí tienen algunos la piel clara.
Dax se quedó en silencio mientras analizaba aquella deducción, pero seguía pareciéndole incorrecta.
–Nah…, la gente boreal tampoco tiene los ojos como los míos, es cosa de mi abuela –respondió.
–¿Lo ves? Mestizo –respondió Sofia mientras se acercaba más a su lado.
–No soy mestizo, mi magia es totalmente pura… usaron protección durante mi concepción mis padres, es una práctica común entre la realeza –respondió.
–Puro de magia, pero mestizo de cuerpo –respondió.
–¿Y eso a quién le importa? Lo único que importa es lo que tienes en el interior, el físico solo le sirve a las mujeres para subir de posición.
Aquel comentario descolocó a Sofia mientras a su mente le regresaba aquello que ya sabía: Es un príncipe del Imperio del Rayo.
–Qué pena que pienses así… –respondió Sofia mientras se separaba un poco.
–¿Pena? –dijo Dax mientras sus ojos vieron a lo lejos un río. –¡Ey, mira, allí hay un río! –dijo señalándolo, aunque fácilmente se podía oír.
–Tranquilo, se puede escuchar perfectamente… –dijo Sofia mientras veía como Dax se acercaba más rápido al río.
–Finalmente…, agua fresca –dijo acercando sus manos y llevándolas a su boca.
–Oye…, si querías agua, yo tenía conmigo… –dijo agitando la botella.
–No gracias, no me gusta el sabor del agua purificada.
–¿Purificada? –preguntó Sofia extrañada. –Pero si es la misma agua de la que estás tomando ahora o algo así.
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Editado: 08.08.2025