El silencio de aquella noche se volvió el único acompañante de ambos, salvo por el ocasional crujido de la madera consumiéndose en la fogata. La respiración de Sofia era calmada, casi sincronizada con el leve movimiento de su guiverno. Dax, en cambio, aún estaba despierto, abriendo ocasionalmente nuevamente los ojos mientras volvía a dormir y sentía que poco a poco el calor de la fogata su cuerpo absorbía, sin embargo, un sonido ajeno al murmullo del fuego llamó su atención: Un crujido, no como el de la madera, sino como el de hojas siendo pisadas. Los músculos de Dax se tensaron, sin embargo, cuando estaba a punto de levantarse, sintió un ligero tirón en su ropa.
–No te muevas aún –susurró Sofia, quien también había despertado.
Dax enton apenas pudo la inquietud con la que el guiverno se encontraba moviendo su cola.
–¿Cuántos serán? –preguntó Sofia.
–No lo sé… pero tenemos que hacer algo.
Los pasos se oían cada vez más cerca y Sofia no respondía, así que Dax se inclinó levemente hacia Sofia para estar más cerca de su oído.
–Quédate cerca de ti, iré primero, pero lo mejor será que alguien de los dos guarde algo de distancia.
Sofia exhaló con resignación, aunque un destello de confianza apareció en su mirada.
–Bien… Entonces que venga lo que tenga que venir.
El viento sopló, agitando las llamas de la fogata por un instante antes de que ambos, al mismo tiempo, desenfundaran sus armas y se prepararaban para lo inevitable.
Dax se levantó y se impulsó hacia atrás del guiverno mientras Sofia se ponía al lado suyo, pero en lugar de encontrar a una emboscada convencional, hallaron a una sola chica.
–¡Parad! –les dijo en arini a los dos.
–¿Una chica? –dijo Dax confundido. –¿Hablas mi lengua? –le preguntó repentinamente mientras se acercaba a ella.
A Dax mientras más ella se acercaba y la luz de la fogata la iluminaba, le permitían más distinguirla y, a su vez, sentía que aquella chica de cabello castaño obscuro, corto y entre lacio y ondulado. La chica solo se le quedó mirando.
–¿Te conozco? –preguntó Dax de repente.
–Sí, ¿no te acuerdas de mí? –dijo intentando acercarse más. –Soy yo, Nata.
En ese momento a Dax le explotaron todos los recuerdos que burbujeaban por su mente.
–¿Qué estás haciendo en un lugar como este, Nata?
–Lo mismo te pregunto… ¿Qué haces en un reino tan lejano?
Dax la miró por un momento y después vio a Sofia quien no entendía bien la situación y, tras pensarlo, finalmente habló.
–Estaba de viaje junto a la chica que ves a mi lado, pero nuestra brújula se descompuso y apuntaba en direcciones contrarias.
La chica volteó a ver a Sofia y este la saludó.
–¿Estás en una aventura con ella entonces? –preguntó de broma.
–De cierta forma… –volteó a verla directamente. –¿Qué estás haciendo vos aquí?
–Mi padre tenía unos asuntos que tratar aquí con mis abuelos, pero obviamente teníamos que quedarnos en algún lugar antes de regresar al mar… –respondió algo nerviosa.
Dax pudo notar que había algo que estaba inquietándola, sin embargo, entonces a su mente vino lo que acababa de suceder.
–¿Entonces vieron a los hombres del Imperio del Hielo que pasaron por el pueblo?
Nata se quedó paralizada ante aquellas palabras, como si no hubiese querido que lo preguntase.
–No sé de qué me hablas…, seguro que lo soñaste.
–¿Soñarlo? Los vi con mis propios ojos… –iba a terminar de decir Dax cuando sintió un piquete en su nuca, tras ello, todo se volvió obscuridad y lo último que sintió fue el golpe de su frente contra el suelo.
Pasó un largo tiempo hasta que Dax volvió a despertar, lo primero que oyó fue la voz de Sofia quien estaba constantemente hablándole.
–¡Dax, despierta de una vez!
–¿Qué ocurre?… –preguntó desorientado Dax viendo a todos lados, encontrándose en lo que parecía ser un carro de madera.
Lo primero que vio Dax fue a Nata sentada frente a ellos y lo primero que sintió fue él cómo estaba atado de las manos y los pies.
–¿Qué pasa? ¿Por qué estamos atados? –preguntó Dax mientras se reponía.
–Lo siento… No quería hacerlo –respondió Nata, evitando cualquier contacto visual.
–¿Vos hiciste esto? ⸘Por qué‽ –exigió él.
–Mi padre fue tomado como prisionero por los soldados del Imperio del Hielo, así como… el resto de los hombres del pueblo. Dijeron que si los ayudaba a saber qué tanto habían visto, lo dejarían libre… Quería pensar que no habían visto nada, pero… parece que vieron algo que no debieron.
Dax estaba estallando en ira por dentro, pero podía entenderla un poco, pues no lo había hecho por interés propio. Dax respiró profundo y exhaló fuertemente.
–¿Y ahora qué? ¿Nos llevarán adonde está tu padre?
–Eso creo… Lo siento mucho, Dax…
–Está bien, aunque también pudiste habernos pedido ayuda.
–¡Claro que no! ¡Estaría atada como vosotros dos ahora! –repitió y entonces un fuerte golpeteó provocado por las piedras del camino paró la conversación.
Dax se quedó pensativo ante aquello mientras buscaba una forma de escapar, pero Sofia tenía que hacer una pregunta que jamás fue respondida.
–A todo esto, ¿de dónde os conocéis?
–Ella es una prima que tengo por parte del hermano de mi madre, es del Imperio de la Energía.
–Mi padre es un virrey al este del continente y se casó con mi madre, él es hijo del virrey de aquí… Habíamos venido porque el Imperio del Relámpago nos habían citado para hablar de unas actividades sospechosas del Imperio del Hielo, las cuales corroboramos en carne propia.
Dax y Sofia quedaron en silencio mientras sentían que la carroza se iba deteniendo.
–Avisa a mi padre sobre esto, por favor, si no vuelvo, pensarán que la culpa fue del Imperio del Tiempo.
Las puertas entonces se abrieron del carro y ahí se encontraron con la mujer de antes, una típica mujer del Imperio del Hielo.
–Pero si es el príncipe Dax, aún no me creo que tenga el gusto de verlo en persona –le dijo mientras se aguantaba la risa.
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Editado: 08.08.2025