La gran odisea de Agnok

Capítulo 9 El guerrero afligido

La noche ya se aproximaba y los hombres corrían tratando de salir del holgado bosque de abetos, sobre las ramas varios búhos retorcían la cabeza hacia atrás y veían como los viajeros (sobre todo Hemán) se quejaban fuertemente del cansancio y dolor, cuando una copiosa lluvia comenzó a caer los dos ya se encontraban en la casa de madera, una vez adentro lo primero que hizo el anciano fue curar el muy herido hombro izquierdo de Agnok, limpió la mucha sangre con agua, luego puso hierbas sobre la herida para calmar la hemorragia y por último hizo una fuerte venda con una tela especial.

En el suelo se hallaban sentados porque comían lentejas y frutas a la par de unas raquíticas velas, con recelo miraban como la casita se estremecía de un lado a otro, pues afuera el viento no paraba de correr, el aguacero seguía inundando aquella región y poderosos rayos retumbaban en el cielo. De pronto el príncipe estornudó de manera potente tres veces consecutivas, limpió su nariz, dejó de comer para hablar esto:

-Ahora comprendo el poder de la gran centella luminosa, su fin es vencer a la maldad.

-Es verdad, lo que me mantiene pasmado es ese monstruo que vimos, todavía tiemblo cuando lo recuerdo.

-Fue un demonio que salió del mismísimo infierno, no me cabe ninguna duda de eso, por cierto te digo que con armas hechas por los humanos jamás lo hubiera vencido, aunque eso ya no me importa, pues te confieso que estoy muy preocupado por mi familia y los demás habitantes de mi pueblo, es mejor que me vaya ahora mismo.

-¡Claro que no señor! sólo escuche esa tremenda tempestad, además debe descansar después de aquella pelea, termine de comer y beber, su hombro amanecerá mejor, en la mañana yo lo llevaré al rio Misba en donde hallará un navío que lo llevará cerca de Adón.

-Créeme que perdí el hambre, tampoco tengo sueño, ya que esta angustia me atormenta desde que Salí de mi reino.

En ese justo momento el guerrero se llevó las manos a la cara para disimular sus lágrimas, dolorosas gotas que fluían no tan mesuradamente.




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