La gran odisea de Agnok

Capítulo 10 Una grandiosa amistad

Diversas aves realizaron su bello canto muy temprano en la mañana, en dicho instante los aventureros abandonaron la miserable choza, cuando ya había transcurrido largo rato de camino el joven príncipe junto al decrépito guía caminaban sobre un lindo campo, ahí descubrieron a una pareja de jóvenes bastante enamorados que se besaban con poderoso fervor, en el lugar se contemplaban hermosas plantas de varias clases, tales como: dientes de león, tréboles, amapolas, botones de oro, claveles, tulipanes, entre otras. Agnok buscaba en sus bolsillos algo que nunca halló, entonces dijo muy apesarado lo siguiente:

-¡Es una verdadera pena!

-¿Qué pasa señor?

-Estuve tan preocupado y apurado que dejé olvidado mi medallón de zafiro en la bolsa que cargaba Salif.

-¿Es algo especial?

-Sí, mi hermana menor me lo obsequió después de la muerte de mi madre.

-¡Lo siento mucho!

- Está bien, te lo agradezco.

-Claro, Dígame algo, ¿por qué usted no quiso venir acompañado con su gente?

-En estos momentos se necesita todo el ejército en mi nación para combatir a esa maldecida planta, la muy desgraciada comenzó a crecer de manera colosal desde el mismo momento en que el hechicero lanzó el conjuro, en poco tiempo ya había arrasado a varias casas y personas, por mucho que corten sus gruesos tallos siempre vuelven a crecer rápido, siguió creciendo tanto que la mayoría de pobladores huyeron de sus hogares para refugiarse en las montañas cercanas.

-¡Lamentable! a propósito, ¿por qué dijo que ese odioso brujo lanzó esa terrible maldición?

-Fue la forma de vengarse, gracias a uno de mis sirvientes más leales que tengo, mi padre descubrió que Shinek no era un humilde herrero sino un malvado tipo, este patán lideraba a varios ministros demoníacos que eran como sus esclavos, todos ellos fueron los responsables del desaparecimiento de docenas de niños e incluso bebés.

-¿Y por qué se robaban a los infantes?

-Los robaban para usarlos como ofrendas votivas, es decir que los sacrificaban vivos para cumplir sus promesas a los ídolos abominables que adoran.

-Es demasiado horrible lo que hicieron esos brujos inescrupulosos, carecen de buen corazón, ¡malnacidos!

-Correcto, mi padre exterminó ese culto depravado y acabó con los hechiceros excepto a Shinek, el cual es bastante resistente, yo lo encontré en el interior de una casa destruida, estaba a punto de lanzar otro hechizo, lo detuve a tiempo y combatimos salvajemente durante largo rato, le clavé un dardo lleno con potente veneno de tarántulas y no sufrió ningún daño, por desgracia cuando iba a vencerlo logró escapar, lo hizo lanzándome un polvo blanco a mis ojos, de esa manera huyó a una zona incierta.

-No se aflija más su alteza, usted logrará llegar justo a tiempo para destruir la maldecida planta junto al despiadado mago.

-Eso espero.

-Por favor permítame darle un consejo.

-Dímelo Hemán.

-De ahora en adelante no le diga a nadie de su problema, ni tampoco cuente que es el heredero del país de Adón, pues todo eso le puede traer problemas.

-Te lo agradezco, pero no te preocupes, a mis veinticinco años he combatido en muchas batallas junto con la armada de la realeza, al principio muchos se opusieron a que yo fuera a las guerras, me miraban como si fuese niño mimado, cosa que cambió en la ocasión en que logré junto a mis guerreros penetrar los muros de la ciudad peligrosa de Ginob, entramos para liberar a unos inocentes rehenes, rescatamos a mujeres, ancianos y niños, mi padre rey quedó complacido, sobre todo conmigo, desde entonces me respetan.

-Formidable hazaña la que hizo.

-Descuida, pues hay buen número de héroes adonitas demasiado impresionantes, entre ellos figura principalmente mi querido Jonán, él sin la ayuda de nadie logró con una espada rota acabar a cien soldados enemigos.

-¿Él solo?

-Así como te lo acabo de contar.

-¡Asombroso!

Después de rascar su blanca cabeza el veterano siguió diciendo:

-Es una verdadera lástima que no pudimos hallar un dócil caballo para evitar andar a pie.

-Me hubiese gustado que estuvieras cabalgando, en lo personal estoy bien, además le guardo lealtad a Salif, yo no cabalgo en otros caballos.

-Por supuesto, ahora cuénteme, ¿por qué no anda escudo?

-Podría ser una larga explicación, evitaré distraerte, mejor sigamos concentrados en nuestro camino.

En los siguientes instantes el futuro monarca espantó la nube de zancudos que succionaban sangre de su nuca, mientras el anciano quitaba las mijeras pegadas a su ropa. Atravesando altas malezas marcharon hasta llegar al serpenteante rio, en él muchas mujeres lavaban sus ropas, los niños jugaban en las orillas con pelotas hechas de trapo y numerosos hombres pescaban con enormes redes. Entonces el viejo casi sin aire y bastante sudado comentó:

-He aquí su majestad el ancho rio Misba, sus aguas se miran algo turbulentas por la mucha lluvia que cayó, los moradores de Tovac nos sentimos orgullosos de poseer esta riqueza natural, ya que acá viven los peces comestibles más grandes de todos los reinos del planeta, buena parte del dinero que se produce en este reino se debe mucho a la venta de esos animales, sólo mire a ese bagre que aquellos muchachos acaban de sacar.




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