La gran odisea de Agnok

Capítulo 21 El espectro amarillo

Agnok y los otros allí presentes respiraban con mucho alivio, el heredero abrazó al rey en el suelo y le dijo:

-Padre ya se terminó nuestra agonía, la maldición de la planta se acabó por completo, la centella que traje la fulminó de manera poderosa.

-Hijo, ¿cómo podré pagártelo? ¡Eres un héroe! salvaste al reino de Adón.

-Descansa.

Se levantó el enérgico príncipe para subirse a su caballo, y habló a los pocos soldados sobrevivientes esto:

-Cuiden a mi padre.

Uno de los guerreros le respondió:

-¿Señor a dónde va?

-Todavía me falta castigar con dureza al responsable de esto, voy tras el brujo Shinek, a ese malnacido le haré pagar caro cuando lo encuentre, vengaré la muerte de los miles de inocentes, incluyendo la de mi querido amigo Jonán.

-Iremos con usted.

-No, esto ya es personal, protejan a los demás supervivientes.

-Pero señor…

-¡Es una orden!

-Sí su alteza, solamente tenga cuidado, no quiero que le pase algo malo.

-Gracias, pero si debo morir…será de pie y luchando, ahora entrégame tu espada.

-Aquí está, también le doy mi estilete.

el joven tomó las armas y fue en busca del despreciable hechicero.

El príncipe cabalgó sobre Salif hasta llegar a una vetusta cabaña, dejó el negro corcel para entrar en la choza, adentro había escaza luz, un extenso rastro de sangre yacía en el piso, en las polvosas paredes se miraban muchas cucarachas y otras alimañas, siguió caminando hasta toparse con un espejo en forma de rombo, dicho objeto mágicamente comenzó a cambiar de color hasta ponerse amarillo, por lo cual la cara del monarca se puso pálida de asombro, ¡de pronto del espejo salió un espectro amarillento! tal ser poseía ojos rojos, flotaba sobre el suelo, era alto y grueso, sus brazos eran más largos que las piernas y eran como de humano; su cara parecía de lobo, lanzaba fuertes aullidos que resonaban el lugar, el guerrero estaba atónito ante semejante avistamiento y tapó sus oídos para no oír los gritos, luego reaccionó dando espadazos al mal espíritu, esfuerzo que de nada sirvió, la espada parecía golpear aire, aquel fantasma se acercaba mucho, Agnok para impedírselo abrió la puerta y así entró la intensa claridad del día, al instante ese espectro se esfumó; pero antes increíblemente habló con voz humana, maldijo al monarca y juró que regresaría con mucha fuerza.




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