La gran odisea de Agnok

Capítulo 22 Con más ganas de seguir peleando

Abandonó la fea vivienda y vio que afuera lo esperaba el hechicero de los labios partidos, éste lanzó una risa macabra y empezó de manera incomprensible a levitar sobre el suelo, entonces dijo a gran voz:

-Querido amigo otra vez llegas en el momento preciso, eres todo un ridículo héroe, veo que derrotaste a mi planta y espectro, ¡ahora veamos si puedes conmigo!

-He ansiado mucho esta ocasión, te haré pagar cada maldad que has hecho.

-ven acá y demuéstralo necio jovenzuelo.

Empezaron un enérgico duelo, Shinek bajó al piso y ¡pum! ¡pum! lanzó de sus manos como bolas de energía que explotaron, pero Agnok las eludió por completo, seguidamente ambos pelearon a espada, los metales de las armas sonaban estrepitosamente, era una pelea muy pareja, aunque un instante de distracción le sirvió al brujo para dar un fuerte cabezazo al príncipe, al recibir ese impacto él retrocedió, cosa que aprovechó aquel mago para agarrar el brazo derecho del joven, Agnok gritó efusivamente al ver el humo que salía de su brazo, al parecer estaba hirviendo, fue en ese momento en que Salif saltó sobre los contrincantes, los cuales cayeron de espaldas y perdieron sus espadas, el noble monarca se puso de pie primero para recoger su arma y, dio un poderoso espadazo que cortó tres dedos de la mano del otro hombre, Shinek sangraba y no parecía tener dolor, ni mucho menos daba señales de querer rendirse, así que volvió a tirar un polvo que se convirtió en humo blanco, por varios segundos el buen guerrero no miraba nada hasta que… el hechicero le salió por detrás y golpeó de forma brutal su cabeza, entonces cayó casi desmayado, luego el mago miró alrededor y no halló al corcel, sin perder tiempo comenzó a estrangular al monarca, el cual respiraba poco y se movía acostado en toda dirección tratando de librarse, de repente… el misterioso sujeto dio tremendos alaridos porque Agnok le enterró el estilete en el hombro traspasando a la espalda, el príncipe lo venció dándole seis recios puñetazos en la frente, por eso quedó el brujo inconsciente, después de recoger la espada la usó para pinchar la garganta de Shinek, aparentemente iba a degollarlo, sin embargo en vez de matarlo le habló de esta manera:

-Quedas condenado a permanecer por toda tu vida en la cueva abrasadora, ella será tu fatigosa prisión para siempre.

En ese momento exacto varios soldados llegaron, oyeron las anteriores palabras, se llevaron al brujo para encerrarlo y éste con el estile enterrado se vaciaba de sangre.

Agnok daba muestras evidentes de cansancio, respiraba hondo, arrodillado se apoyaba en la espada, aun así un soldado se acercó para preguntarle:

-Su majestad, ¿por qué no mató a ese desalmado individuo que tanto daño nos causó?

-Porque lo conocí cuando era alguien bueno y honorable, fue durante mucho tiempo un fiel servidor y amigo de mi padre, y del reino también, pero su curiosidad por la magia lo corrompió, su deseo de tener poderes sobrenaturales lo apartó del bien, mas en la diminuta cueva sin salida sufrirá demasiado, pagará con creces el mal que llevó a cabo, te juro que siempre vivirá bajo ese insoportable tormento.

-Entiendo, solamente espero que no lo lamentemos después.

-No temas, él nunca volverá.

-Justo a esta hora el remanente del pueblo que sobrevivió baja de las montañas, le debemos mucho a usted.

-Muchos fueron los que me ayudaron, en primer lugar a Dios sea el agradecimiento, nuestro Todopoderoso me brindó fortaleza en toda mi odisea.

-Claro, también hay que recordar que debemos reconstruir todo el reino.

-Sí, a partir de hoy empezaremos.

-No se moleste su alteza por lo que le diré, pero se tardó bastante en regresar.

-Tuve varios contratiempos.

-A propósito señor, en estos cinco días de su ausencia surgió un nuevo problema.

-¡Uf! por favor dímelo mañana.

 

FIN




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