El aire se llenó del zumbido de los drones, y el chasquido del plasma al chocar contra la roca helada. La esfera del activador, ahora un sol blanco y furioso, comenzó a vibrar. El portal no era una luz estática; era una herida en el espacio que se abría en el corazón de la montaña.
—¡A cubierto! —gritó Leo, disparando con su rifle contra un dron que se acercaba. El proyector de plasma del dron falló, impactando la pared y derritiendo el hielo.
Sofia, bajo un saliente de roca, intentaba reactivar su terminal. —¡Necesito un minuto para reconfigurar el escudo! El activador está emitiendo una señal que está bloqueando todas mis comunicaciones.
Kai, con el rostro iluminado por el resplandor del portal, entendió la verdad final. El activador no estaba abriendo un portal para que algo viniera. Lo estaba abriendo para que algo se fuera. Las tormentas, las inundaciones, la "purga" no era el castigo, sino la preparación.
—El plan no es destruirnos —gritó Kai, tratando de hacerse oír por encima del estruendo—. El plan es limpiar el planeta. El ser de la fosa ve a la humanidad como una infección, y este portal es la forma de… desinfectar. Nos está expulsando.
Leo derribó otro dron con una explosión de su rifle. —¿Cómo detenemos a esta cosa?
Kai miró la esfera brillante del activador. —La energía que está usando para abrir el portal es la misma que la de las tormentas. Si rompemos su conexión con la red global, podemos detener el proceso. La conexión está en el núcleo de esta esfera.
Sofia, con su terminal reconfigurada, se puso de pie. —Los drones están protegiendo un punto débil. El núcleo debe tener una fisura, un punto de sobrecarga. Yo puedo encontrarlo.
Con una mirada, el plan se formó. Leo protegería a Sofia del enjambre de drones. Kai, por su parte, usaría sus conocimientos para ayudar a Sofia a encontrar la falla en la frecuencia del núcleo, el "talón de Aquiles" del activador.
El portal en el centro de la caverna se abrió por completo, revelando una negrura absoluta, un vacío de estrellas. Y de ese vacío, no emergió nada, sino que una fuerza de succión masiva comenzó a extraer el aire, la energía y la vida de la caverna. Los drones cayeron, inertes, pero ya era tarde. El activador había cumplido su misión. El portal estaba abierto.
La única esperanza del equipo era encontrar una forma de cerrarlo antes de que la succión se llevara a toda la humanidad. La verdadera lucha acababa de comenzar. El grito silencioso del portal se llevó el aire de la caverna. Fragmentos de hielo y roca se desprendieron de las paredes, arrastrados por una fuerza gravitacional invertida. El equipo de Kai se aferró a lo que pudo.
—¡El portal está intentando aspirar la atmósfera de la caverna! —gritó Sofia, intentando anclarse a una grieta. Su voz era apenas un susurro en el vacío.
—¡No es solo el aire! —dijo Kai, sus ojos fijos en sus lecturas—. ¡Es una succión de energía! La misma energía que la tormenta global está generando. ¡Está intentando robarle la energía al planeta!
Leo, con su arnés de seguridad anclado a un saliente de roca, se esforzó por mantenerlos unidos. —¡Entonces, tenemos que volar esa cosa!
—¡No! —gritó Kai—. Si la destruimos, la reacción en cadena podría colapsar toda la red de tormentas y desequilibrar por completo el planeta. Tenemos que detener la succión.
En medio del caos, Kai tuvo una idea. La misma energía que la tormenta utilizaba, la misma que el activador usaba para abrir el portal, podía ser utilizada en su contra. Era un lenguaje que él conocía.
—Sofia, tu terminal. ¡Tenemos que invertir la frecuencia! Si podemos emitir una frecuencia inversa, una señal que neutralice la succión del portal, podemos detenerlo.
Sofia, luchando contra la fuerza de la succión, reconfiguró su terminal. Mientras tanto, Leo disparaba ganchos de anclaje para asegurar sus posiciones, luchando contra la avalancha de escombros que caía a su alrededor.
Finalmente, Sofia logró reconfigurar la terminal. Un pulso de energía de tono bajo y vibrante salió del dispositivo. El efecto fue inmediato. El rugido del portal se convirtió en un gemido. La fuerza de succión se debilitó, dando al equipo un respiro.
—¡Ahora, Kai! —gritó Sofia. —¡Es nuestro momento!
Kai, con un dispositivo de sobrecarga en la mano, se desancló de la pared. Saltó a través del aire, que ahora comenzaba a fluir de nuevo, esquivando los escombros flotantes. Aterrizó cerca del activador, su rostro iluminado por la luz blanca.
Un último pulso de energía del activador lo hizo retroceder. Pero Kai, con la determinación de un científico que tiene que resolver un problema imposible, se levantó. Conectó su dispositivo directamente al núcleo de la esfera.
La esfera del activador parpadeó, el portal se cerró con un silbido y las luces de los drones se apagaron. Las tormentas globales en los mapas de la terminal de Sofia comenzaron a disiparse. La amenaza había sido contenida. Por ahora.
Kai se desplomó contra el suelo helado, la energía de la esfera apagándose a su alrededor. Habían logrado su misión. Pero el silencio que siguió no era de paz, sino de una tregua incómoda. El silencio que siguió al cierre del portal fue más ensordecedor que cualquier estruendo. El activador, ahora una esfera inerte de metal, flotaba en el centro de la caverna, sus circuitos oscuros y muertos. Las tormentas globales en la terminal de Sofia se disiparon en segundos, y el cielo del planeta, por primera vez en semanas, volvió a ser visible.
Pero la victoria se sintió hueca.
—¡Tenemos que salir de aquí! —gritó Leo. El cierre del portal había causado una reacción en cadena. El hielo del túnel se resquebrajaba y grandes bloques de roca comenzaban a desprenderse del techo de la caverna.
El equipo se movió con urgencia. Sofia, con su terminal, encontró la ruta de escape. Leo usó su experiencia para guiarlos a través de los túneles que se colapsaban. La montaña, una vez una fortaleza, se estaba convirtiendo en su tumba.
Al salir a la superficie, el aire era frío y limpio. La tormenta que había protegido la montaña había desaparecido. El cielo, sin nubes, revelaba un firmamento lleno de estrellas que no se había visto en siglos. La paz parecía haber regresado.
Pero Kai, mirando el activador inactivo en el corazón de la montaña, no sentía alivio. La victoria se sentía demasiado fácil. El ser de la Fosa de las Marianas no se rendiría tan fácilmente.
De repente, un pulso de energía, débil pero claro, resonó en su mente. No era una pregunta. Era una declaración, clara y concisa.
"Has dañado mi herramienta. Ahora, vendré yo."
El equipo logró escapar de la montaña que se derrumbaba, apenas segundos antes de que la entrada colapsara por completo. La paz era palpable, pero Kai, con el pulso mental del ser aún fresco en su memoria, sabía que era ilusoria.
En el refugio, la voz de Lena resonó, llena de una euforia cautelosa. —El activador está inactivo. Las tormentas globales se han disipado. Kai, Sofia, Leo… lo lograron. Han salvado el mundo.
Pero Kai no sintió la victoria. Se sentía como el marinero que ha vencido a la primera ola, solo para descubrir que la segunda es un tsunami. Habían dañado la herramienta del ser, y ahora el ser mismo estaba en camino. El equipo logró escapar de la montaña que se derrumbaba, apenas segundos antes de que la entrada colapsara por completo. La paz era palpable, pero Kai, con el pulso mental del ser aún fresco en su memoria, sabía que era ilusoria.
En el refugio, la voz de Lena resonó, llena de una euforia cautelosa. —El activador está inactivo. Las tormentas globales se han disipado. Kai, Sofia, Leo… lo lograron. Han salvado el mundo.
Pero Kai no sintió la victoria. Se sentía como el marinero que ha vencido a la primera ola, solo para descubrir que la segunda es un tsunami. Habían dañado la herramienta del ser, y ahora el ser mismo estaba en camino.