La gran y poderosa Trixie en el exordio bajo las pirámides

Asalto al castillo de Twilight - Acto II

El sistema de seguridad dentro del Castillo de Twilight había sido diseñado por la propia Twilight pocas semanas antes de mudarse a Canterlot, como parte de la cesión del lugar a Starlight Glimmer.

Dado que su alumna pronto sería directora de la Escuela de la Amistad, Twilight no solo quería darle una casa, sino también un hogar donde pudiera sentirse 'segura'. Por supuesto, esta fue una idea exagerada por parte de Twilight, nacida inconscientemente de su estrés causado por su próxima coronación como gobernante de Equestria. Aun así, fue un trabajo riguroso que contó con hasta cinco versiones y cuatro actualizaciones en su versión final, esta última con la aprobación de la Princesa Luna.

Considerando todo lo antes mencionado, se podia afirmar con seguridad que no había sido una planificación irresponsable.

Sin embargo, ella no contó con el tiempo suficiente para implementarlo y solo dejó los planos a Starlight, junto con un manual y otras instrucciones sobre cómo mejorar el castillo en el futuro...

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[11:10 am]

El cuarto de seguridad resultaba ser una de las estancias más estrechas del castillo, apenas con un perímetro de 2x2 metros; casi parecía una versión 'ampliada' de un cuarto de limpieza en comparación. Y como si eso no fuera suficiente, el espacio se veía aún más reducido por el equipo de seguridad, monitores, máquinas de escribir, armarios, libros, artefactos mágicos y otros trastos amontonados en su interior. Era evidente que la habitacion no podría albergar a más de 3 o 4 ponis.

Ocellus, sentada al lado de Smolder, no se sentía incómoda por la estrechez del lugar, pero sí por el desorden que la rodeaba.

"Ni siquiera hay un tacho de basura..." pensó Ocellus frunciendo el ceño al ver a su amiga dragón tirar un chicle dentro de una bolsa de papel que encontró por ahí. Ocellus no había estado antes en ese cuarto; previamente, cuando sus compañeros se dividieron las tareas para vigilar el castillo, ella había preferido revisar el clima y los alrededores desde uno de los balcones. Gallus la acompañó, alegando que ya conocía el lugar, y ambos dejaron atrás a sus amigos para que se dividieran las demás tareas como quisieran.

No habían sido muy colaboradores con sus compañeros en ese momento; ahora, la situación era diferente.

"Ya regresan", murmuró Smolder, que estaba sentada frente a los monitores que mostraban los exteriores del castillo. Giró su silla hacia la puerta con la misma naturalidad de un ejecutivo empresarial. Ocellus intentó imitarla, pero la silla se trabó, obligándola a acomodarla torpemente por su cuenta.

Apenas se sentó de vuelta, la puerta del puesto de control se abrió e ingresaron Gallus y Silverstream.

Sin perder tiempo, Smolder fue la primera en hablar.

"Vimos todo lo que pasó afuera, Gallus, pero estos aparatos no tienen audio, así que no sabemos de qué hablaron. Ahora, dinos, ¿qué fue todo eso?" preguntó inquisitiva Smolder.

"Ojalá no lo supiera", dijo Gallus meneando la cabeza. A su lado, Silverstream se veía preocupada.

Gallus comenzó a contarles a sus amigos todo lo ocurrido con detalle. Smolder lo interrumpió varias veces haciéndole preguntas como "¿En serio dijiste eso?" o "¿No le preguntaste esto?" y otras más. Silverstream a su lado asentía a cada interrupción, ayudando a corroborar varios detalles. Ocellus, en cambio, se mantuvo callada. Sentada en su asiento, la tranquila cambiante solo escuchó atentamente todo lo que conversaban sus amigos.

Entonces, cuando Gallus por fin terminó su relato, Ocellus habló.

"Entonces ... eso fue lo que pasó", dijo Ocellus entristecida.

"Si así fue..." respondió Gallus. "¿No me vas a reprochar por que no fui más delicado con la consejera?"

"No", respondió Ocellus, mirando a otro lado.

Antes, cuando ella y sus compañeros fueron al puesto de seguridad alertados por la alarma en caso de ataque, descubrieron con sorpresa que la causante había sido nada más y nada menos que la consejera Trixie, quien por razones desconocidas había embestido contra la barrera mágica del castillo.

Aquel suceso desató una corta y acalorada discusión entre ellos. Saltaron preguntas como: ¿Qué hace ella aquí? ¿Por qué hizo eso? Sin embargo, cuando surgió la idea de ir a ayudarla, Gallus detuvo la charla con un rotundo "Alto".

Gallus entonces recordó a sus compañeros el acuerdo al que habían llegado con Starlight esa mañana. Con el objetivo de asegurar el viaje escolar del grupo, además de cuidar del castillo, debían evitar el ingreso de la consejera Trixie. Aunque no comprendía completamente los motivos, debían respetar las órdenes recibidas; de lo contrario, pondrían en peligro su tan esperado viaje de promoción.

A Ocellus esto le molestó. Ella sabía que Gallus había adoptado esta postura dura no porque estuviera preocupado por la realización del viaje de promoción, sino más bien por el rencor que tenía contra la consejera.

Sí, Gallus estaba muy molesto con Trixie.

Días después de la desastrosa invasión de los orquídea-pulpos, cuando se comenzó a indagar sobre las causas de la infestación en la escuela, Gallus hizo una grave acusación responsabilizando a la consejera Trixie de lo ocurrido. Él declaró que junto a otro compañero habían visto a la consejera ir y venir al biohuerto de la escuela a altas horas de la noche en un sospechoso comportamiento furtivo. Y aunque al principio sus declaraciones iniciales causaron cierto revuelo entre las autoridades, estas perdieron peso poco después. Cuando se le preguntó a su acompañante de esa noche si esto era verdad, él respondió que no estaba seguro si realmente se trataba de Trixie o si se trataba de algún otro poni. Esto se debía a que estaba muy oscuro ese día y no tenían iluminación en ese momento. Sumando el hecho de que, a diferencia de los grifos, los ponis no disponen de una buena visión nocturna. Solo Gallus había sido testigo de lo ocurrido.




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