"Ahhh, qué dicha..." murmuró Trixie. Descansar, eso era todo lo que anhelaba su cuerpo en ese momento.
Recostada en un prado verde, bajo un cielo azul salpicado de nubes blancas que flotaban perezosamente, escuchando su música favorita y envuelta en el cálido abrazo del mediodía. Trixie, con los ojos cerrados tras unas gafas de sol, se imaginaba encontrarse en un lugar así en ese momento.
Un día tranquilo y maravilloso, que incluso podría mejorar, ya que ella no estaba sola.
Su mejor amiga la acompañaba, Starlight estaba...
No.
Trixie abrió los ojos de golpe. Su sueño vivido aún no había terminado.
No estaba donde había imaginado. Remoto, lejano y nebuloso, la unicornio se encontraba sentada en medio de un pasillo cósmico lleno de puertas.
"¿Dónde?" La voz confundida de Trixie se perdió en el vacío del pasillo, con ecos que estallaban en distintos tonos y emociones.
Entonces, un dolor de cabeza le sobrevino y la memoria de Trixie se refrescó. Su confusión mental (causada por el cansancio, el estrés y las pociones rojas que había bebido) había disminuido considerablemente. Lúcida, podía recordar que este era el mismo lugar con el que había soñado la noche anterior. Aquella inquietante pesadilla.
"¿Acaso todo fue un sueño?" exclamó Trixie esperanzada. Había una gran posibilidad de que así fuera, nada de lo ocurrido esa mañana podía considerarse rutinario en su día a día. La barrera del castillo, las pociones corruptas, los fantasmas, la manticora, los pavo-halcones... había experimentado tantas cosas en las últimas horas, más de lo que había vivido en los últimos tres años.
Como una flor abriéndose al sol, el rostro de Trixie se deformó, llenándose de una sola emoción: alegría.
"¡Jajajajaja!" Trixie estalló en una risa que resonó en todo el pasillo. Golpeteaba el suelo con sus cascos y no tardó en caer de espaldas de la emoción. No necesitaba pensarlo más. ¡Todo había sido un sueño!
Las peleas, el dolor, la ira... nada había sucedido realmente.
Esto era solo un sueño.
Trixie continuó riendo y casi llorando en el suelo del pasillo por un largo rato, feliz de que ningunas de sus cuestionables acciones hubieran sido reales. Así continuó hasta que finalmente sus apasionados sentimientos poco a poco se calmaron.
Lentamente, volvió a ser consciente de sí misma y de su extraña situación...
Nuevamente preocupada, Trixie se incorporó de inmediato.
El pasillo cósmico en el que se encontraba seguía igual de desolado y sin cambios.
"Ejem... ¡Hola! ¿Hay alguien ahí?" preguntó Trixie, cuya voz se perdió en la infinitud.
No hubo respuesta, solo más ecos.
"Ok... ¡bien!, Trixie... esto es solo un sueño, solo mantén la calma y estarás a salvo."
Realmente no estaba segura de a dónde ir, ni a quién esperar. Recordaba vagamente a la misteriosa pony que la había guiado antes en aquel lugar, pero ahora no pensaba en ella. Quedarse quieta, esperando en la incertidumbre, no era una opción para Trixie.
Con desconfianza, comenzó a avanzar por el pasillo, la blanca luz de las puertas a sus lados iluminaba su camino.
"Oh, ya recuerdo... uhmmm, cada puerta lleva hacia un recuerdo mío, ¿verdad?" Curiosa, Trixie se asomó a una de las puertas...
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"¿La Consejera Trixie está muerta?" habló Sandbar con voz temblorosa.
Un silencio aplastante envolvió el pasillo principal del Castillo de Twilight, donde se encontraban todos los miembros de los Young Six. Sus rostros reflejaban una mezcla de amargura e incredulidad.
"No puede ser así. La Consejera Trixie ser muy hábil, ¡haber escapado con algún truco!" intentó negar Yona.
"No, Yona. Yo mismo la vi caer entre los pavo-halcones y desaparecer en el pico de Fathungry. No hay forma de que alguien pudiera escapar de eso..." respondió Gallus abatido, sentado en el suelo. El remordimiento se sentía en sus palabras.
Ocellus y Smolder estaban sin palabras en ese momento, aún procesando lo que Gallus les había dicho.
"Esto no puede estar pasando", murmuró Silverstream.
A pesar de sus defectos y excentricidades, nadie hubiera deseado que la vida de Trixie Lulamoon terminara de esa forma.
El silencio continuó después de las palabras de la hipogrifo. La posible pérdida de su maestra suplente, consejera estudiantil y amiga pesaba fuertemente sobre todos ellos.
Entonces, en medio de ese sentimiento de desolación, uno de ellos alzó la mirada.
Sandbar, en su silla de ruedas, sin pedir ayuda a sus compañeros, avanzó hacia la puerta del castillo y con mucho cuidado la entreabrió para ver el exterior.
Afuera, a solo unos metros, una docena de fornidos pavo-halcones picoteaban ávidos las bellas flores que rodeaban el castillo, aplastando arreglos ornamentales y destrozando las pocas decoraciones que aún quedaban del Festival de las Dos Hermanas.
"¿Qué estás haciendo?" preguntó Gallus finalmente levantando la cabeza, los demás lo imitaron.
"Debo... no. ¡Debemos ir a recuperar a la Consejera Trixie!" exclamó Sandbar a sus compañeros. A pesar de su delicado estado, había una gran fuerza en su voz.
Miradas atónitas siguieron las palabras del poni.
"¿Es que no escuchaste lo que dije? ¡Se acabó! La consejera está..."
"Dentro del buche del pavo-halcón más peligroso de Equestria. ¡Sí! Lo entendí perfectamente, Gallus. ¡Por eso mismo debemos ir!"
"Es una locura..." respondió Gallus, sumamente serio.
"Odio decirlo, pero Gallus tiene razón. No podemos enfrentar a esos tipos solos", añadió Smolder. "Debemos esperar a que venga la princesa y la guardia real..."
"Tardarán demasiado en venir. Nosotros ya estamos aquí, podemos encargarnos de esto."
"Eso es muy valiente de tu parte, Sandbar, pero... ¿cómo se supone que nos hagamos cargo de una horda de pavo-halcones gigantes?" preguntó alarmada Silverstream.