La gran y poderosa Trixie en el exordio bajo las pirámides

Thargodal y Fathungry - Acto III

Luces estelares estallaban una tras otra, aplastadas por una oscuridad innegable, existencias efímeras que se materializaban en una sinfonía divina de armonía y caos.

A través de este plano onírico, nacido a partir de la durmiente conciencia del mundo, una estrella fugaz brilló con intensidad. Era el último deseo de Trixie Lulamoon, atravesando la irrealidad hasta llegar a un lugar y tiempo destinado a ser.

Una segunda oportunidad...

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Un sabor agrio comenzó a recorrer por su boca.

Trixie tardó bastante en sentirse despierta, pero la agriura de su boca empezaba a ser muy irritante.

"Necesito un vaso con agua..." murmuró con pereza la unicornio. Su vista aún estaba borrosa, pero su tacto ya estaba despierto. Sin problemas hizo aparecer con su magia una jarra y un vaso, los cuales tomó de inmediato...

El refrescante sabor del agua cayendo por su interior era toda una dicha. Se sentía tan bien que bebió todo el vaso de un solo trago. Luego otro y otro más. ¿Beber agua debía sentirse tan bien? Somnolienta, no le dio importancia. Hizo unas gárgaras y escupió el resto de vuelta al vaso. Lo lavaría más tarde...

"Ahhhh..." exhaló Trixie satisfecha, recostándose de vuelta en el suelo. Tenía ganas de seguir durmiendo, había tenido un sueño bonito, además la fiesta de anoche la había agotado más de lo que había previsto. Quedarse dormida toda la mañana era un buen plan...

Acomodó sus sábanas y, relajada, se dispuso a continuar con su sueño.

"Urrrrrr pur pur pur pur pur..."

Las orejas de Trixie se agitaron. Acababa de escuchar un graznido. Incómoda, se plegó más en sus sábanas.

"Urrrrrr pur pur pur pur piu pur piu pur piu..."

El graznido no se había ido, todo lo contrario, continuaba con mayor intensidad. Molesta, Trixie intentó acomodar su cabeza debajo de la almohada para no escucharlo, pero fue inútil. El graznido se volvía más ruidoso a cada momento, lo suficiente como para acabar con la paciencia de Trixie.

"¡Ahhhh! ¡¿Pueden callarse de una vez?! ¡No ven que intento dormir!" exclamó molesta Trixie al cielo. Se incorporó por un instante de su cama solo para lanzar una mirada de ira al gran grupo de pavo-halcones que la rodeaba.

Sorprendidos los pavo-halcones, que habían estado susurrando entre ellos, de inmediato se quedaron en silencio tras recibir la dura mirada de indignación de Trixie.

Ya en silencio y convencida de que los pavo-halcones no harían más ruido, Trixie resopló y continuó con su dulce sueño.

"..."

"Pur, pur, ..."

"..."

"Pur, piu pur, ..."

"..."

"Piu pur, pur, pur ..."

"..."

"Pur, pur, piu ..."

"..."

Los pavo-halcones aún susurraban. Trixie podía oírlos. Pero, bajo las sábanas de su cama, la incomodidad de esos ruidos no se comparaba a la nueva emoción que empezaba a devorarla desde abajo...

"Ugh..." Trixie tragó saliva con dificultad.

No recordaba que su cama estuviera en medio de un camino, ni que sus sábanas fueran de plumas gigantes, ni que su almohada fuera una bolsa pegajosa semejante al limo verde.

"Claro... por supuesto..." murmuró absorta, notando dónde estaba.

Tras decir estas palabras, apartó las sábanas de plumas y se levantó de inmediato de la cama de arena en la que había estado.

Se sentía ligera, totalmente renovada. El sueño que había tenido le había devuelto todo ese carisma y buen ánimo que la caracterizaban. Incluso parecía sentirse con más fuerza que de costumbre.

"Ya es más de mediodía, ¿eh?... Ahhh, no se puede evitar. Supongo que la ya recuperada Trixie tendrá que honrar a los ponis con su presencia en otra 'gran celebración del día de las dos hermanas'...", declaró la unicornio, quejándose consigo misma.

Normalmente, Trixie aprovecharía días festivos como ese para hacerse una fortuna con sus espectáculos en vivo en alguna plaza. Pero en esta ocasión, debido a su viaje, no había alcanzado a hacer ninguna reservación para participar en algún espectáculo importante en Canterlot o Ponyville.

Así que Trixie se conformó con solo celebrar con relajación y descanso, como cualquier otro poni ese día...

"En fin... Ouuuuuuuuuuuuuu," dio un largo bostezo y comenzó a prepararse. Tenía la melena desparramada por los lados, ni qué decir del resto de su cuerpo, que se encontraba cubierto por varias manchas de limo verde. Hastiada, Trixie no perdió un segundo y, con su magia, comenzó a arreglar su imagen.

Un lavado de melena con su champú favorito de lavanda...

Un baño con jabón económico...

Secado turbo rápido con su secadora...

Una toalla humeda sobre su melena ...

"Ahh", exclamó Trixie al remojar sus cascos un momento en una tina con esmalte brillos-del-amanecer. Era un producto de belleza muy caro, pero para ella eso no importaba. La sensación que le dejaba en su tacto era magnífica, eso sin mencionar lo brillantes que quedaban sus cascos después del tratamiento de cinco minutos.

Distraída, Trixie miró el cielo y las blancas nubes que avanzaban perezosas en él, mientras esperaba que el material de belleza hiciera efecto.

Después de los cinco minutos, sacó los cascos de la tina (que desapareció con su magia). Satisfecha de lo bien que habían quedado sus cascos, continuó con su secado.

Toallas volaron y una secadora danzó de aquí a allá.

Ya seca, hizo aparecer una capa y sombrero, tan característicos de ella como siempre. También hizo aparecer un enorme espejo de cuerpo entero y, tras vestirse, comenzó a hacer poses viendo su genial figura en su cristal.

Tenía que asegurarse de estar perfecta. Verse mal ante el público era la vergüenza de los artistas al aire libre como ella.

Trixie agitó su cuerno una vez más, y una explosión de humo la envolvió por un instante. Cuando el humo se disipó, Trixie seguía allí, ahora observando con cuidado su pelaje. El espejo había sido colocado detrás de ella.




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