¿Esto es real?
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Sobre las tierras de Equestria, perdiéndose en la línea final del horizonte, el sol del día más largo se acercaba al final de su viaje.
En Ponyville, una rústica y apacible villa cercana a la capital del reino, la luz crepuscular bañaba los tejados de las casas con una calidez suave y perezosa.
En las colinas cercanas, el pasto verde brillaba en tonos anaranjados y ocres, acariciado por la brisa juguetona que siempre danzaba a esas horas. A lo lejos, los bosques se extendían bajo la sombra benévola de la noche que lentamente se aproximaba, como un manto protector envolviendo la tierra.
El paisaje era, sin duda, relajante y pacífico, capaz de infundir calma a cualquiera que lo contemplara.
O al menos, así debería haber sido en ese día tan especial y festivo.
Aislado en las cercanías del pueblo, algo perturbador estaba ocurriendo en ese mismo momento.
A la vista de todos los habitantes del tranquilo poblado, el castillo de la princesa Twilight, gobernante de Equestria y embajadora de la amistad, había sufrido una inquietante e inexplicable transformación.
El antes majestuoso y brillante castillo, que se asemejaba a un joven árbol, ahora lucía deforme y sombrío. Su estructura, envuelta en un aire distorsionado, había crecido desmesuradamente, elevándose hacia el cielo como una espina retorcida y amenazante.
Lejos de verse como el símbolo de paz que todos conocían, el castillo habia tomado la forma de una ominosa y sobrecogedora torre oscura que infundía temor en quienes osaban mirarla.
Tal era el cambio que, confundidos por lo que veían, muchos ponis se frotaban los ojos, incrédulos ante lo que tenían frente a ellos.
Pero la realidad no podía ser negada. Estruendos resonaban como rugidos de bestias desde el interior de la oscura torre. El suelo temblaba, el aire vibraba y nubes tormentosas giraban alrededor de la cúspide de la construcción, como si el mismo cielo se hubiera convertido en un vórtice.
Nadie en Ponyville sabía lo que estaba ocurriendo dentro del otrora castillo de la amistad.
Y si lo supieran, no estarían allí, observando con desconcierto. Más bien, habrían huido, escondiéndose aterrados, anticipando el catastrofe que estaba a punto de desatarse...
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Dentro del castillo, el destino se abría paso en medio del caos...
"¡CONSEJERA TRIXIE!" gritó desesperada Ocellus desde el otro extremo del puente.
La escena que los Young-Six presenciaban era aterradora. Un monstruo de proporciones ciclópeas había surgido de las profundidades del gran atrio. Era una masa de poder tan abrumadora que nunca habían sentido algo parecido en sus vidas. Esta criatura, cuya mera presencia irradiaba una barrera mágica que empujaba todo a su paso, se alzaba desde el fondo como una serpiente negra y corrupta, envuelta en llamas esmeraldas.
Y aun asi, ante esta poderosa bestia, en medio de un debil puente de cristal que se derrumbaba, una insospechada y valiente unicornio hacia frente a la amenaza.
Trixie Lulamoon le plantaba cara a la oscuridad, con un débil destello de magia en su cuerno, firme como un héroe salido de una leyenda épica.
Sin embargo, esa imagen heroica duró solo un fugaz parpadeo. Antes de que cualquiera de los Young-Six pudiera decir algo mas, la luz del cuerno de Trixie se apagó, y quedó atrapada por la vil magia del monstruo que intentaba detener. Con el mismo desdén que un poni mostraría al aplastar algo molesto bajo su herradura, la bestia levantó un tentáculo en el aire con Trixie en su extremo, observándola como si fuese un simple objeto de estudio.
"¡La va a matar!" exclamó Sandbar, incapaz de contener las emociones que lo invadían. El resto de sus compañeros, también dominados por la intensidad del momento, solo podían observar el inevitable desenlace que se desarrollaba ante sus ojos.
Pero no eran los únicos que observaban.
En otro lugar, oculto en las sombras del castillo, una presencia desconocida, ignorada por todos, también contemplaba la escena desde una habitacion lejana.
Fascinada por el momento en vivo que le mostraba su magia, la presencia desconocida contenia el aliento.
El destino de Trixie parecía estar sellado. Un final espantoso y cruel bajo las sombrías garras de aquel ser nacido de las sombras.
¿O tal vez no?
Después de lo que pareció una eternidad en la mente de quienes observaban, el monstruo hizo finalmente su movimiento.
La presencia desconocida no podia creer lo que observaba.
"No... imposible..."
Era inaudito, totalmente contrario a lo que el sentido común dictaría como un suceso predecible en esas circunstancias. ¡Aquel enorme y poderoso monstruo no había acabado con Trixie! Es más, la había dejado a un lado, suspendida en la punta de uno de sus tentáculos principales, como si tuviera algún valor para él.
"Imposible, imposible, imposible..."
Incrédula, la mente de la presencia desconocida se volvió un torbellino de confusión. ¿Por qué el monstruo no había eliminado a Trixie? ¿Cual era entonces su objetivo? ¡¿De dónde había salido para empezar?! Ella había orquestado la persecución mortal que habían sufrido los Young-Six y la propia Trixie durante toda la tarde. Había invertido tiempo y recursos en tratar de eliminarlos, y había estado tan cerca de lograrlo. Pero ahora...
Ahora...
"¡HAAAAAAAAAAAAAAAAA! ¡CAPTÚRENLA! ¡CAPTÚRENLA! ¡CAPTÚRENLA Y TRAEDLA ANTE MÍ DE INMEDIATO!" rugió, consumida por una ira ciega y desquiciada. Sus siervos, las oscuras armaduras, dejaron de lado todas las órdenes previas. Sin vacilar, se lanzaron a cumplir la nueva misión de su amo.
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Las órdenes llegaron abruptamente. Las armaduras encantadas con forma de mantícoras, que hasta ese momento se habían posicionado sigilosamente en los pisos superiores, donde se encontraban los Young-Six, recibieron el apremiante llamado de su amo. Abandonando la instrucción anterior de eliminar al grupo de amigos, que se preparaban para escapar al balcón, se lanzaron al ataque.