La guardaespaldas del Mafioso

Capítulo 2 - Una misteriosa heroína

-¿Cómo está mi padre doctor?- preguntó el joven de cabellos negros como la noche y mirada igual de escura, al médico personal de la familia White.

Su padre, llamado Frank White o mejor conocido Sr. White, era líder de la primera familia, El famoso y temido Grupo Sol que lideraba la mafia de la ciudad.

-Está delicado joven Withe, lo recomendable es que haga reposo por un tiempo y que no se haga mala sangre por nada- dijo el médico.

Iván White asintió con la cabeza sin mostrar ninguna emoción.

“Así que llegó mi momento de tomar el mando, me he estado preparando para este momento durante toda mi vida”

-Gracias por cuidarlo, ya puede retirarse- exclamó el joven.

El médico se inclinó en señal de respeto y salió del pasillo junto con un guardaespaldas de la familia que lo escoltaron hacia la familia.

Iván entró con cuidado al cuarto de su padre, donde era constantemente vigilado por dos de sus guardaespaldas, cada uno parado en postura recta contra una de las esquinas, con la mirada felina y atenta a cualquier peligro.

-Padre… ¿Me buscabas?- preguntó Iván.

El hombre estaba postrado en la cama de forma horizontal, el joven nunca lo había visto así, tan débil, siempre había sido un hombre intimidante y no solo por su contextura de gigante sino por su actitud dura para con sus enemigos y sus amigos.

El hombre movió sus viejos y oscuros ojos hacia su primogénito y con un simple gesto de su mano ambos guardaespaldas los dejaron solos, cuidando desde el otro lado de la puerta.

-Hijo… mi hijo favorito- exclamó con la voz ronca.

Iván tuvo que contenerse para no poner los ojos en blanco, harto de que su padre lo adule tanto a él y deje tan de lado a su hermano menor.

-¿Cómo te sientes ahora? Realmente me asustaste- exclamó el joven, sentándose en el borde de la cama.

El Sr. White bufó intentando sentarse en el respaldo, pero su hijo se lo impidió.

-El miedo es tu peor enemigo Iván, no debes tenerle miedo a nada, o van a comerte vivo allí a fuera- sentenció duramente su padre.

Iván sabía a qué se refería con eso, sabía que si el hombre no podía levantarse de la cama él tendría que hacerse cargo de todos sus asuntos y por lo tanto su vida iba a estar en peligro.

-Hoy a la noche tienes la reunión con los italianos, no falles, es tu momento de poner a prueba todo lo que te enseñé.

Iván asintió con la cabeza y se levantó de la cama caminando hacia la puerta.

-Hijo…

Iván se paró en seco, pero no se volteó, esperando que el Sr. White le dijera alguna frase que lo anime.

-No falles.

El azabache no se sorprendió con esto, su padre nunca había sido más que un jefe para él.

El joven jefe no dijo más nada y salió del cuarto, dejando que los guardaespaldas entraran nuevamente al cuarto del paciente.

“Si muero, Nick va a tener que hacerse cargo de la empresa familiar y no puedo permitir que mi hermanito corra peligro”

Iván jamás se perdonaría que su hermano menor tuviera que hacerse cargo de la empresa familiar, Nick era un hombre libre, sin el peso del Grupo Sol ni de su padre en su espalda, en cambio él era la imagen y semejanza de su padre, su destino era ser el jefe de toda la mafia y que todos le temieran.

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Iván estaba contemplando su figura frente al espejo de su vestidor, esa noche había elegido un traje ceñido a su cuerpo que marcaba perfectamente su ancha y trabajada espalda y su cintura estrecha, con un pantalón de pinzas color negro y unos zapatos de cuero negro con un leve tacón que le agregaba más altura a sus ya 1.90.

Se acomodó su camisa color gris oscuro con el último botón suelto y tiró su cabello negro y lacio peinado hacia atrás.

Era todo un mafioso.

El líder tirano y sin corazón que dominaría el Grupo Sol y por lo tanto manejaría al Grupo Luna, los inferiores, los que estaban escalones más abajo en la jerarquía mafiosa.

Tenía que ser fuerte e Iván lo sabía, con tan solo un error, el Grupo Luna podría apropiarse de todo el poder que su padre se había ganado a costa de la sangre de otros.

Asintió a su reflejo y respiró hondo.

-Aquí vamos…- se dijo a sí mismo, saliendo del vestidor donde dos guardaespaldas armados lo estaban aguardando para escoltarlo al lugar de encuentro.

Iván no era tonto, aunque los italianos querían cerrar el trato de venta de armas con la familia White, no había que confiar en ellos, tenían la mala fama de traicionar a sus socios.

-Señor White - exclamó uno de los hombres que siempre lo había protegido- Ya lo están esperando en el restaurante.

-Señor White… suena bien- exclamó sonriendo ampliamente mostrando toda su hilera de perlas blancas y brillantes.

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Llegaron rápidamente al restaurante acordado, un lugar de pastas, para que su invitado se sintiera como en casa.

Caminó hacia la mesa privada y reservada para negocios, entrando con una gran presencia, con la frente en alto y la mirada dura.

El mafioso italiano se levantó de su asiento y entendió sus manos en alto, con su maldita sonrisa falsa y sus palabras escandalosas.

-Pero mira nada más, el pequeño Iván ya es todo un hombre-

Iván pudo detectar el sarcasmo en sus palabras.

-Un gusto volver a verlo- respondió estrechando su mano con firmeza.

Ambos se sentaron enfrentados, rodeados por sus guardaespaldas que intercambiaban miradas atentas y de advertencia.

-Entonces dime… ¿Tu padre no va a hacer acto de presencia esta noche?

-Me temo que solo vamos a ser tu y yo…

-¿No será que tu padre ya está más cerca de la tumba que de los negocios?- preguntó burlón.

-Solo son rumores- respondió secamente.

“Si se enteran que mi padre está delicado todo se va a ir al carajo en segundos” Pensó sabiendo que todos anhelaban tener el poder del Grupo Sol.

-Y bien… ¿Cerramos el trato? 10 millones de dólares por tu mercancía.- sentenció el joven White.




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