La guardaespaldas del Mafioso

Capítulo 4 - Ahora yo soy el jefe

Clara cerró la puerta trasera de antro con fuerza, aún sosteniéndola por si a ese extraño y peligroso hombre se le ocurría volver a entrar.

Mientras se aferraba a la puerta como si su vida dependiera de ello, Clara no podía calmar el fuerte latido de su corazón.

“¿Qué me está pasando?” Se preguntó a sus adentros, sintiendo que todo su cuerpo temblaba y un calor infernal invadía cada rincón de su ser como si estuviera abrigada con mil prendas y no desnuda con dos diminutas piezas de tela.

Esos ojos negros como la noche, tan peligrosos y llenos de banderas rojas la habían abrumado como nunca antes ningún hombre lo había hecho.

Toda su vida había pensado que el amor y el sexo eran cosas poco importantes, dándole prioridad a sus estudios y a mantener el negocio de sus padres a flote.

¿Por qué ahora pensaba de forma indebida en ese maleante?

Clara no pudo evitar imaginar cómo se sentirían esos glúteos firmes entre sus manos y cómo sabría esa boca que había besado su mano.

“Seguramente a tabaco, café y wiski” Pensó saboreando su propia boca que ahora salivaba sin control.

-¡Lola! ¡Ya pasó tu media hora de descanso! ¿Qué haces que no estás lustrando el caño con tu cuerpo linda?- chilló su desagradable jefe.

-¡Ya voy!- exclamó volviendo en sí, sacudiendo su cabeza como si alejara de sus pensamientos a ese niño rico.

En realidad, ya no necesitaba el dinero de ese miserable antro.

Ese joven misterioso a quien no le había preguntado el nombre, le había dado el dinero que necesitaba para saldar la deuda con los matones del barrio.

Pero la joven castaña no quería hacer enojar a su jefe, sabía que eso sería para problema, y tener más conflictos con matones no estaba en sus planes.

“Demasiado que peleaste con dos mafiosos italianos en ese callejón” Pensó riendo divertida.

Hace mucho tiempo que la joven no se había sentido tan viva como cuando golpeó hasta el cansancio a esos dos hombres.

Sintió como la adrenalina corrió por sus venas, cómo sudaba su cuerpo y su corazón latía lleno de emoción.

Mentiría si dijera que no lo había disfrutado.

-¡Lola! ¡Mueve tu trasero sobre el escenario, tus clientes te extrañan!- volvió a gritar su jefe.

-¡Si ya voy señor!

“Lo mejor va a ser olvidar que esto alguna vez pasó”

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Clara volvió a su casa en compañía del amanecer.

Estaba agotada luego de una noche bailando sin parar además de la pelea extra.

La joven bailarina y luchadora llevaba los tacos en una de sus manos, caminando descalza por el asfalto frío. Sus pies estaban rojos y con ronchas por los zapatos de los que no estaba acostumbrada a usar, ya que siempre andaba en zapatillas.

Entró al comercio de su familia casi desplomándose en el suelo de no ser porque su tío la sostuvo entre sus brazos.

-¿Estás bien cariño?- preguntó preocupado.

La joven asintió con la cabeza, murmurando una queja inentendible.

-Solo debo dormir unas horitas antes de irme a la facultad.- susurró casi entrando al mundo de los sueños en los brazos del hombre.

-¿Por qué no te quedas a descansar hoy?

La castaña negó con la cabeza.

-No puedo… hoy tengo examen.

No podía perder su calificación perfecta, de esa forma iba a poder mantener la media beca que había conseguido gracias a su buen rendimiento.

Luego se reincorporó y de su pequeño bolso sacó los 500 dólares más lo extra que había ganado en el antro.

El tío miró estupefacto tanto dinero junto.

-¿Cómo lo conseguiste? No habrás….

-¡No!- exclamó roja como un tomate- Solo tuve buenas propinas, nada más- mintió- Ten….- exclamó colocando el dinero en la mano del hombre y cerrándola- Paga el alquiler y con lo demás compra comida, seguramente hoy llegue tarde de la facultad y no me va a dar el tiempo.

-No te preocupes- dijo guardando el dinero- Ahora ve a dormir- exclamó dando empujoncitos a su sobrina hasta el entrepiso.

Clara no protestó y se arrastró hacia la cama quedándose dormida antes de que su cabeza tocara la almohada.

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-Y firme esto también, por favor- exclamó el abogado de la familia White.

Iván firmó toda la pila de papeles con desgano y con su mente muy lejos de allí, en una misteriosa mujer que lo había dejado boquiabierto y que no podía quitarse de su mente.

-¿Es todo?- preguntó con fastidio, lo había mantenido toda la mañana frente al escritorio.

El abogado sintió con la cabeza.

-Entonces vete, necesito estar solo.- ordenó con dureza.

El abogado se inclinó y salió siendo escoltado por el guardaespaldas de Iván.

-Tu quédate…- le ordenó al hombre.

-¿Qué necesita señor?- preguntó su fiel guardaespaldas.

-Lola García- sentenció pensativo el azabache.

-¿Qué sucede con ese nombre? ¿Debemos deshacernos de ella?

-¡No!- chilló el hombre- Eso no…- gruñó- necesito que averigües más sobre ella, es… bajita como de esta altura- dijo haciendo un gesto con su mano- menuda pero tonificada, de pelo castaño hasta la cintura y ojos color miel- la describió fascinado mientras el guardaespaldas asentía con la cabeza memorizando la información- ¿Crees que puedas ubicarla por mí?

-Claro señor, ya mismo comienzo-

-Muy bien- sonrió satisfecho, inclinándose en la silla de cuero y girándose hacia el gran ventanal desde donde podía contemplar la ciudad nocturna que le pertenecía, deseando que sea pronto el reencuentro con la mujer.

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Luego de unas horas, su guardaespaldas se presentó en su oficina.

-Señor White…

-¿Conseguiste algo?- preguntó impaciente.

El hombre asintió con la cabeza y le acercó una computadora portátil abierta con un video en blanco y negro en la pantalla.

Le dio play.

-Conseguimos el video de la cámara de seguridad del callejón, ¿Es ella señor? .

Nuevamente el joven mafioso se quedó maravillado por los hábiles movimientos de esa misteriosa mujer, ahora podía apreciarlo mejor, realmente tenía una técnica perfecta.




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