La guardaespaldas del Mafioso

Capítulo 10 - Entrenamiento

Clara no podía creer haber aceptado convertirse en la guardaespaldas de un maldito mafioso, pero así fue, ahora se encontraba en su nuevo cuarto con su nuevo uniforme de entrenamiento.

-Esto es ridículo e hilarante- exclamó mientras se observaba en su espejo de tocador con una musculosa color negra y unos pantalones de algodón del mismo color, realmente parecía una toda una profesional con su cabello recogido en una coleta alta dejando completamente descubierto su rostro sin maquillaje.

“No está nada mal” Pensó contemplando su figura, luego sacudió su cabeza quitando sus tontos pensamientos y volviéndose a sentirse irritada.

¡Necesitaba volver a su negocio! Quería saber cómo estaba todo, si su tío se encontraba bien y si realmente esos malditos buenos para nada no lo habían matado por la deuda. Pero Ivan le había dicho que todo estaba resuelto y que no volverían a molestarlos.

Clara quería creerle, supuso que no tenía más opción ya que tampoco tenía su móvil para verificarlo, según su nuevo jefe no podía tener celular debido a que su propia vida podía correr peligro si ella en realidad pretendía traicionarlo.

¿En qué estaba pensando? ¿Realmente creía que ella era alguna clase de espía secreta que en realidad tenía la misión de asesinar al capo mafia?

Ese hombre estaba loco, ella era una chica común y corriente que simplemente había tenido la mala suerte de toparse en su camino por la maldita obra del destino.

Suspiró pesadamente al ver en el reloj de pared que eran las 9 de la mañana, la hora en la que comenzaba su primer día de entrenamiento. Salió de su cuarto y observó hacia todos lados con sospecha, aunque se supone que había hecho un trato con el joven, aún tenía desconfianza de que todo esto realmente sea cierto.

Caminó por los pasillos, mirando con curiosidad cada puerta, parecía que en ellas dormían los demás guardaespaldas de la familia, cuando uno de ellos salió de su cuarto sin percatarse de su presencia, la joven lo siguió con sigilo por detrás, ya que nadie le había explicado dónde demonios estaba la sala de entrenamiento y supuso que él se dirigía hacia allí.

Agradeció haber seguido a ese muchacho, porque esa mansión de miles de puertas era un laberinto. Se sorprendió cuando bajó las escaleras encontrar varias salas de entretenimiento, también una gran piscina, ¡Hasta un spa! Esa casa tenía todo lo necesario como para que nunca más tuvieras que salir de allí.

Sintió envidia por esa vida de excesivos lujos, ella apenas tenía un entrepiso donde dormir y otros simplemente tenían su propia ciudad dentro de su propia casa.

-Oye creo que tienes una segunda sombra- exclamó uno de los guardaespaldas a su compañero cuando este entró a la sala de entrenamiento.

El joven se volteó confundido, encontrándose con una joven que chocó contra él cuando éste se detuvo de golpe.

-¿Y tú quién eres?- exclamó con el ceño fruncido.

Clara levantó su vista y miró la sala de entrenamientos, era un lugar gigante, con un techo altísimo y cientos de máquinas para trabajar cada músculo del cuerpo, además de un gran espejo que cubría toda una pared y una zona con el piso suave y bolsas de boxeo donde seguramente los hombres practicaban lucha entre ellos.

El lujo del lugar la dejó maravilla, en su vida había estado en un lugar como ese, pero su asombro se esfumó rápidamente cuando cientos de ojos masculinos la miraron con sospecha y la hicieron sentir incómoda.

-¿Acaso es muda?- dijo otro de ellos, haciendo reír a sus compañeros.

-Creo que te equivocaste de habitación niña, el cuarto de mucamas es del otro lado de la casa- se burló otro de ellos.

-¡Pero miren! ¡lleva puesto el uniforme!

-¿Esto es en serio o es una broma?

Clara apretó con fuerza los puños que temblaron de la ira.

-La hiciste enojar- dijo burlón otro de ellos- Uy que miedo.

Clara los ignoró por completo y se dispuso a empezar a lo que había ido a hacer allí, ignorando por completo la mirada de todos los hombres. Tomó dos vendas y las envolvió alrededor de sus manos para luego comenzar a golpear una bolsa de boxeo una y otra vez.

-Parece brava la chiquita.

-Es puro acting, no tiene futuro aquí.

-¡Yo no pienso arriesgar mi vida para salvarla cuando se ponga a llorar frente a nuestros enemigos!

-Si tanto dudan de mis habilidades porque no me ponen a prueba- murmuró sin quitar su mirada de la bolsa.

-Yo no golpeo mujeres- respondió el hombre con seriedad.

-¿Acaso eres gallina?- exclamó girando su rostro hacia el joven y dirigiéndole una mirada desafiante.

El hombre apretó con fuerza la mandíbula cuando todos sus compañeros comenzaron a burlarse de él.

-Está bien, no me dejas más remedio- exclamó caminando hacia la joven- Pero para que veas que soy un caballero voy a usar los guantes de boxeo, no quiero hacerte mucho daño princesa- se burló mientras se los colocaba.

Clara sonrió divertida y se puso en posición de pelea. Rápidamente todos los hombres dejaron lo que estaban haciendo para formar un gran círculo alrededor de los contrincantes.

El hombre, comenzó a estirarse y a dar saltos de calentamiento mientras no dejaba de sonreírle a la joven de forma burlona, mientras tanto Clara lo seguía en silencio con una mirada analítica y sin salirse de su posición de pelea.

-¡Después no quiero que andes diciendo que esto fue mi culpa!- exclamó el hombre cuando dirigió un golpe hacia la muchacha quien lo esquivó sin problemas.

Todos gritaron divertidos haciendo enojar aún más al hombre quien intentó una y otra vez golpear a la pequeña y ágil mujer que no le costó ni un poco esquivar los brutos golpes del hombre que la doblegaba a lo alto y a lo ancho. Todos los demás guardaespaldas estaban sorprendidos, la mayoría de ellos comenzaron a burlarse de su compañero y ponerse del lado de la muchacha misteriosa. Excepto los que habían sido tumbados anteriormente por la joven, quienes rogaban que su compañero finalmente le diera su merecido.




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