La guardaespaldas del Mafioso

Capítulo 12 - Primera vez

-Pruébame.- murmuró peligrosamente contra su cuello, con la voz aterciopelada y tan grave que provocó un calor no solo en sus mejillas, sino también en su entrepierna.

Clara abrió sus labios rosados y húmedos por su saliva queriendo decir algo que jamás salió. Como si esa mirada tan profunda y llena de lujuria le hubiese quitado el aliento. Abrió y cerró la boca varias veces y parpadeó como si quisiera salir del hechizo en el que estaba atrapada, pero sin éxito.

Ivan se acercó más, como si eso fuera realmente posible y pudo sentir el aroma de su colonia, una mezcla de madera y café que la encendió aún más. Cerró los ojos por un momento al sentir sus ojos humedecerse por la conmoción justo cuando la traviesa y descarada rodilla del hombre se movió entre sus piernas que no lucharon y se separaron a merced de su jefe.

Ivan también cerró sus ojos y se dejó llevar por el aroma natural de la piel de la joven que se sentía en su nariz como miel pura, un perfume dulce que hizo que su garganta gruñera protestando por no poder saborear ese vulnerable cuello entregado a él.

¿Por qué no podía?

Su cuerpo tembló, como si una parte de él luchara por posar sus labios en ese delgado cuello y saborear su piel mientras la otra parte se rehusaba a ceder ante sus encantos.

-Pruébame ... .- volvió a susurrar, pero esta vez sonó como una súplica, rogando que Clara diera el siguiente paso, que le permitiera seguir, que diera una señal de que ella lo deseaba igual que él. Temiendo que su animal interno no pudiera controlarse un segundo más.

Los ojos llorosos de Clara se abrieron de golpe, estallando en pequeñas lágrimas como perlas, la voz aterciopelada de su jefe la había sacado de su ensueño y vuelto a la cruel realidad.

¿Qué estaba haciendo?

Esto no era para nada profesional del mundo, no podía…

¿O sí?

Sintió sus mejillas arder con más fuerza y sintió vergüenza de ella misma por haberse mojado con tan solo oír esa voz seductora chocar contra su garganta y erizar su piel.

Como pudo, levantó sus manos temblorosas y tomó al joven por los hombros empujándolo lejos de ella, aunque todo su cuerpo lloró y suplicó por lo contrario.

No dijo más nada, con el pecho subiendo y bajando y el cuerpo tembloroso salió corriendo de allí hacia su cuarto, sin girar ni una vez hacia atrás.

Ivan miró el lugar vacío donde hasta hace unos momentos había tenido a su pequeña y hermosa presa a su merced. Se mordió el labio con fuerza y se rió de él mismo por ser tan débil, jamás había suplicado por amor.

-Esa mujer me tiene a sus pies…- se rió divertido, recuperando la compostura y acomodando su traje que había quedado desaliñado. Caminó apresurado a través de la casa, deseando que no se notara la dureza que esa joven había dejado en sus pantalones.

-Señor- saludó uno de sus hombres.

-Llévame una mujer a mi cuarto lo antes posible- ordenó saliendo rápido de allí.

-Sí señor.

Como bien había solicitado, en tan solo media hora una mujer muy sensual se encontraba en la puerta de su cuarto, con una sonrisa voluptuosa al igual que su cuerpo.

-Hola de nuevo cariño- ronroneó la mujer, contoneándose hacia él mientras se iba quitando sus finas prendas quedando completamente desnuda.

Ivan no dijo nada, solo se dignó a quitarse, o más bien arrancarse, su propia ropa lo antes posible para poder saciar las ganas y el calor que le había dejado Clara. Estaba loco, cegado por el deseo y necesitaba apaciguarlo cuanto antes, apagar la llama que había dejado la joven en su piel.

Completamente desnudo, dejó que la mujer se subiera a horcadas sobre él. La hermosa joven comenzó a besar su cuello de forma voraz, luego bajó deslizando su lengua hacia sus firmes pectorales y a bajar lentamente a su entrepierna dolorosa por tanto deseo.

Iván tiró su cabeza hacia atrás y cerró los ojos, tratando de concentrarse y disfrutar, pero, aunque la mujer fuera una experta con su lengua y supiera que le gustaba al jefe mafioso, no podía sentirse satisfecho. No quería esos labios hábiles, no quería a esa hermosa mujer despampanante. Ivan no podía quitarse de su mente el rostro tímido y ruborizado de Clara. Sus labios pequeños, rosados y húmedos porque se había relamido como si esperara que la besara, con su cuerpo temblando del deseo y sus piernas abiertas dándole la bienvenida.

La mujer dejó de trabajar en su entrepierna y subió hasta posicionarse sobre sus muslos, estaba por hacer que entrara dentro de ella cuando Ivan la sostuvo firmemente de sus caderas para detenerla.

-¿Qué pasa cariño? Te deseo ya…- murmuró sensualmente la mujer.

Ivan se mordió el labio con fuerza, la mujer era hermosa, no podía negar aquello y también el hecho que lo montaría hasta hacerlo ver las estrellas. Pero poco a poco sintió que toda su excitación bajaba y perdía por completo la lívido, lo cual la mujer notó entre sus piernas y puso una expresión de desconcierto.

-¿Qué pasa? ¿no te gusto?- hizo un puchero que a Ivan le pareció molesto.

-Por favor vete- suplicó avergonzado, sintiendo su hombría ser pisoteada por él mismo.

-Pero cariño.

-¡Vete!- chilló perdiendo la paciencia.

La mujer indignada tomó todas sus ropas y salió de allí rápidamente.

El joven mafioso giró sobre su cama y hundió su rostro contra su almohada, quería gritar de frustración, era la primera vez que estaba con una mujer en su habitación y no se acostaba con ella.

¿Qué le pasaba?

¿Acaso su mente y su cuerpo se habían encaprichado con esa mujer bruta y desafiante?

-Maldita sea ... .- protestó y recordó las palabras de su padre que se clavaron como dagas en su mente.

No debía enamorarse, el amor lo hacía débil y su vida podía correr riesgo por ello.

¿Pero qué podía hacer si no podía controlar a su loco corazón que latía con fuerza con la sola imagen de esos ojos color miel mirándolo solo a él como si fuera su mundo?




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