La guardaespaldas del Mafioso

Capítulo 14 - Jamás lo permitiría

-¿Tú no saludas?- exclamó Ivan enarcando una ceja mientras una sonrisa ladeada aparecía en su rostro.

Clara puso los ojos en blanco antes de exclamar de forma burlona.

-Buenos días señor White.- Luego se levantó de su asiento y tomó lo que había sobrado del desayuno para dejarlo en la cocina.

-¿A dónde vas?- preguntó el joven quien había comenzado a irritarse por el desinterés de la joven.

-Ya me iba antes de que llegaras.-

La castaña intentó alejarse de él, pero la tomó de su antebrazo y comenzó a arrastrarla fuera de allí.

-¡Me está comenzando a irritar que siempre hagas lo mismo!- chilló mientras era sacada del comedor bajo la mirada atónita de todos.

-Ven a desayunar conmigo- murmuró con la voz ronca de recién levantado.

Clara no dijo nada, prefirió seguir manteniendo su cara de fastidio y sus gruñidos para tratar de hundir en lo profundo de su ser el nerviosismo que le generaba esa voz vibrante y esa mano firme rodeando su brazo con tanta facilidad.

Ivan finalmente la soltó cuando llegaron a su comedor privado. La joven mentiría si negara que se había sentido vacía sin el contacto de esa piel, pero no dijo nada y apoyó su plato y su jugo sobre la mesa.

-Come lo que quieras- exclamó sentándose frente a ella solamente con una taza de café negro.

-No gracias, con esto estoy bien- respondió tomando otra uva entre sus labios como si la besara para luego succionarla hacia dentro de su boca.

De repente, la simple acción de comer una uva se había vuelto algo muy incómodo bajo la mirada oscura de pupilas dilatadas que observaba en silencio sus movimientos. La garganta del joven subía y bajaba lentamente, moviendo su nuez de Adam.

Clara desvió su mirada avergonzada y comió rápidamente la pequeña fruta, decidiendo en silencio no comer más de esas, si no quería terminar roja como un tomate y devorada por ese hombre allí mismo.

-¿Mi hermano te estaba molestando?- preguntó finalmente, sacándola de sus sucios pensamientos.

-No me dijiste que tenías uno-

-No pensé que sería necesario, no suele estar mucho por aquí- respondió con lo que sintió que era un tono melancólico.

-Me ha caído bien, no como tú- se dejó bromear sonriendo divertida.

Ivan se giró hacia ella sonriendo en respuesta, de repente todo se sentía más cómodo.

-Es un buen chico, solo un poco infantil, pero está bien eso para mí- sonrió mirando por la ventana- Es bueno que se mantenga al margen lo más que pueda de todo esto- Luego de esa frase el azabache borró su sonrisa y parecía que su mente se había ido muy lejos de allí.

Clara no pudo evitar recordar las palabras del menor de los White.

“…tiene muchas obligaciones y una imagen que mantener ante la mirada de todos. Tu sabes… mostrarse fuerte frente a los enemigos”

La joven se lo quedó mirando un largo rato, disfrutando del hermoso perfil recto, sus largas pestañas negras y curvas, su mechón rebelde que caía sobre su frente y sus finos labios curvados un poco hacia abajo y se preguntó. ¿Cómo sería este chico si tan solo fuera un joven común y corriente y no el hijo de un mafioso?

Por un momento sintió pena por él por no poder tener una vida normal como cualquier otro.

-Es bueno que te encargues de las responsabilidades así tu hermano puede estar alejado de todo esto.

Clara no supo por qué ni de dónde salieron esas palabras y cuando el rostro de su jefe se giró lentamente hacia ella, aún con la expresión seria, temió haber hablado de más.

Para su sorpresa, la línea de sus labios se curvó hacia arriba mostrando sus hoyuelos, sus brillantes dientes perlados centelleantes y las arrugas a los costados de sus ojos se dibujaron.

Clara sintió su corazón latir con fuerza, desconcertada y a la vez maravillada por la dualidad de ese muchacho, es como si dos personas completamente distintas convivieran en un mismo cuerpo.

-Sí, es bueno que tenga una vida lo más normal posible- afirmó suavemente, aun manteniendo esa estúpida y hermosa sonrisa.

Clara le sonrió de vuelta y ambos se quedaron petrificados por quién sabe cuánto tiempo. Pero lamentablemente las fantasías no duran para siempre y el portazo de la puerta de entrada la esfumó completamente.

Ambos parpadearon con fuerza, como si salieran de una especie de insomnio. Se giraron hacia la entrada y de un rápido movimiento el joven mafioso se levantó de su asiento.

-Padre…- exclamó seriamente, borrando cualquier rastro de su lado más dulce y humano.

Clara casi quebró su cuello hacia la figura del hombre que se veía imponente e intimidante, aunque solo llevaba puesto un piyama finísimo color negro. La joven no quiso imaginarse cuán amenazador se vería con una ropa más acorde.

Rápidamente se levantó, sintiéndose obligada por esa mirada dura, mucho más que la de Ivan, claramente era su padre, no cabía la menor duda. Pero algo en ese hombre le decía que con él no había que bromear.

-¿Qué haces levantado? El médico dijo que debes reposar- exclamó el hijo en un tono autoritario.

El hombre lo ignoró y se sentó en la silla que su guardaespaldas le había alcanzado.

Clara recién sintió que tenía el derecho de volver a sentarse cuando su jefe se sentó también. Todo fue incómodo, trató de no mirar más a ese hombre que tomaba su café en silencio, pero con su mirada clavada en ella. La joven rogaba que no se notara su incomodidad y que ese hombre no oliera su miedo como si de un animal carnívoro se tratase.

-Así que tú eres la famosa Clara- finalmente dijo luego de un rato.

-U-un gusto señor- respondió con la voz más aguda y humillante posible.

El padre de Ivan sonrió de lado, pero algo en esa sonrisa le dijo que no era para nada genuina. Sintió sus dos perlas negras recorrer su cuerpo como si la estuviera evaluando y luego dijo:

-Así que todo tu escándalo y desobediencia a mis órdenes se debió a esta chica.

“Esta chica”




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