La guardaespaldas del Mafioso

Capítulo 16 - Desilusión

No es que Clara tuviera planeado tener algún tipo de relación amorosa con su jefe, pero el hecho de que el padre de este le advirtiera que siquiera lo pensara la desilusionaba. Si hubo, aunque sea una pizca de posibilidad de que ese hombre se fijara en ella, ese 1% se había esfumado.

La castaña no era tonta, sabía que una energía invisible pero poderosa había entre ellos, pero Clara se sentía no era una chica de una noche y sabía que si ese hombre ponía un dedo encima suyo querría más, siempre había sido enamoradiza, aunque nunca había tenido la oportunidad de concretar algo con un hombre. Sus fantasías lo habían sido todo.

Caminó pensativa por el pasillo hacia las habitaciones, sin percatarse que al final se encontraba Ivan observando curioso la mirada distraída de la joven.

-Quisiera saber qué está pasando por esa cabecita- bromeó, haciendo que los ojos color miel de la muchacha se posaran en él.

Clara frunció el ceño y se acercó a su jefe con un fingido disgusto por verlo, en realidad su corazón se había calentado con solo su presencia.

-Estoy empezando a pensar que no tienes nada mejor que hacer que perseguirme por toda la casa- exclamó acercándose a su puerta y tomando la manija.

Ivan rió divertido, estaba empezando a acostumbrarse a la dinámica del gato y el ratón entre ellos.

-Creeme cuando te digo que soy un hombre muy ocupado.- Clara puso los ojos en blanco y se cruzó de brazos- solo vine a comprobar que mi asistente te haya dejado la ropa para hoy a la noche.

-¿Hoy a la noche?- preguntó confundida.

Ivan abrió la puerta del cuarto de la joven y entró sin su permiso escaneando el lugar.

-¡Ey!- chilló la castaña entrando detrás de él.

-Hoy tengo una importante reunión a la que necesito que me acompañes.

“Así que mi primer trabajo ha llegado por fin” Pensó nerviosa.

-Bien, nos vemos a la noche entonces- exclamó la joven, esperando que saliera lo antes posible de su cuarto.

Una cosa era bromear en el comedor, en los pasillos, otra cosa era dentro de su habitación, donde la cama estaba cerca, como si los provocara y gritara que hicieran desastres sobre ella. Clara tragó saliva nerviosa y esperó a que se fuera de una vez.

-Nos vemos en el hall a las diez de la noche- susurró con su sonrisa de hoyuelo que hizo que Clara cerrara la puerta sin más, luego suspiró apoyando su frente en la dura madera.

“No sé cuánto más voy a poder seguir así” Sollozó a sus adentros. Lo bueno era que esa noche podría distraerse de cualquier pensamiento inoportuno y solo concentrarse en su trabajo.

Caminó hacia su cama para descansar un poco cuando se encontró con algo que la detuvo en seco y que no había notado antes.

Sobre la cama se encontraba un largo vestido de satén color dorado con un largo escote en “V” y una cinta ancha en la cintura. Clara observó la delicada tela con incredulidad, se acercó lentamente y posó sus dedos sobre la tela temiendo que se rompiera por sus brutas manos.

Levantó el vestido con cuidado frente a sus ojos color miel que brillaban aún más con el reflejo del dorado.

Lo admiró boquiabierta, jamás había visto algo tan hermoso tan cerca suyo, en su vida había usado un vestido que no fuera uno gastado de alguna prima suya a la que no le quedaba más, nunca pensó tener entre sus manos algo tan precioso y de muy buena calidad, y a simple vista parecía ser hecho para ella.

Entusiasmada lo dejó con delicadeza en la cama y corrió hacia el baño a darse un baño, no iba a ser cosa que arruinara la prenda con el sudor de un arduo día de entrenamiento.

Cuando salió ya seca, perfumada y con el cabello semihúmedo cayendo en su espalda, volvió a tomar el vestido con una sonrisa divertida y con el corazón latiendo en su pecho. Por un momento se sintió tonta por reaccionar así, pero no le importó, nadie podía verla.

Con cuidado se colocó el vestido y tal como había pensado, le quedaba perfecto sobre su figura. No sólo realzaba su estrecha cintura con el lazo dorado que terminó en un moño bien armado en su espalda, sino que el escote se ajustaba perfectamente a sus pequeños pechos y se abría en el medio sin mostrar de más, solo lo justo de una forma elegante.

Se miró al espejo con admiración, sin poder creer que fuera ella misma la que estaba allí en el reflejo. El hermoso escote en V resaltaba su delgado cuello.

“Lo mejor sería recoger el cabello” Pensó mientras lo hacía, dejando caer solo algunas hondas a los costados de su pequeño rostro. Admiró su trabajo, su cuello resaltaba aún más y dejaba desnuda su nuca de una forma sensual.

Sonrió satisfecha, se colocó los hermosos zapatos de taco fino color Marrón como su cabello que desaparecieron debajo de la larga falda. Se veía mucho más estilizada.

-No puedo creer que sea yo- pensó emocionada, porque jamás se había sentido tan confiada con ella misma como ahora.

Luego se percató de algo que el vestido la había hecho olvidar.

¿No se suponía que esta noche tenía que ser la custodia de su jefe? ¿Cómo se supone que lo haría con este atuendo?

Se mordió el labio confundida, su jefe le había pedido que se pusiera lo que su asistente le había dejado, pero no esperó que fuera algo así. No pudo evitar sonrojarse al imaginar cómo reaccionaría Ivan al verla tan distinta. Imaginó su hermosa sonrisa con hoyuelos y su rostro iluminado, imaginó a los dos llegar juntos al evento agarrados del brazo. Sonrió como una niña pequeña al imaginar que eran algo más que solo jefe y empleada.

Miró la hora en el reloj de pared, aún faltaba casi una hora para bajar al hall, tenía tiempo de sobra para terminar los últimos toques. Estuvo a punto de maquillarse un poco cuando la puerta sonó. Con fastidio entreabrió solo un poco la puerta, encontrándose con uno de los hombres de Ivan.

-¿Qué sucede?- preguntó impaciente.

-Debe escoltar al Sr. White, está en su habitación esperándola- sentenció.




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