La guardaespaldas del Mafioso

Capítulo 21 - Deseo

“¡No lo puedo creer! ¿Van a coger mientras estoy aquí?” Pensó la joven mordiéndose con fuerza el labio inferior hasta sentir dolor. Quería llorar, necesitaba salir de allí o arrancarse los oídos, lo primero que pudiera conseguir, pero por nada en el mundo quería escuchar a esa mujer gemir gracias a Ivan.

Miró hacia la puerta, aún estaba entreabierta.

“Sin tan solo pudiera llegar hasta allí” Pensó cerrando los puños con fuerza “Deben estar muy concentrados devorándose el uno al otro, no creo que me noten” Pensó contando hasta diez.

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Ivan estaba encima de la mujer, posicionado entre sus piernas, aún estaban con ropa, aunque él ya había visto que la mujer no tenía nada debajo del vestido, eso no lo calentó ni un poco. Antes, la simple imagen hubiese sido suficiente para que se lanzara como una bestia sobre su presa y entrara con su dureza de una sola estocada. Pero ahora estaba besando salvajemente a esa mujer que no dejaba de gemir de forma escandalosa intentando que su cuerpo respondiera a sus súplicas.

Pero parecía que su cuerpo tenía otros planes en mente que no incluían a esa mujer.

-Mi amor… te deseo, vamos, entra dentro de mí, no puedo aguantarlo más- suplicó la mujer que enroscó con fuerza sus piernas alrededor de las caderas del hombre para que sus cuerpos se pegaran más.

Ivan quiso protestar, justo cuando un grito horrorizado que vino desde la mujer lo descolocó y también le hizo doler los tímpanos.

-¿Qué pasa?- gruñó alejándose de ella con fastidio.

La miró a los ojos y encontró que la joven señalaba hacia el espejo que estaba en una esquina. Extrañado, giró su rostro hacia allí, encontrando en el reflejo un cuerpo vestido de negro que se arrastraba hacia la salida.

-¿Clara?- exclamó incrédulo de lo que veían sus ojos.

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El grito chillón de la mujerzuela la descolocó y aceleró su arrastre de gusano hacia la salida antes de que su jefe también la descubriera. Pero cuando escuchó que la nombró se detuvo en seco y giró su rostro lleno de terror y rojo como un tomate hacia la pareja que la observaba desde la cama con los ojos abiertos de par en par y la boca hasta el piso.

“No me puede estar pasando esto” Sollozó mientras se reincorporaba y se sacudía el uniforme.

-¿Quién es ella? ¿Qué hace aquí? ¿Es una especie de fetiche de espiar?- exclamó furiosa la mujer, quien cerró sus pierna y estiró su vestido.

Ivan la ignoró por completo y solo se encargó de observar fijamente a la mujer parada delante de él que se movía de un pie hacia el otro y se frotaba las manos con nerviosismo.

-¡¿Qué?!- chilló Clara aún más roja que antes.- ¡No, no soy de esas personas!- protestó- Y-yo… yo solo, ¡Me dijeron que querías verme y pensé que estabas en peligro!- Lo acusó.

-¡¿Y por eso te escondiste debajo de la cama para escucharnos mientras hacíamos el amor?!- exclamó la mujer.- Si, ibas a escuchar gritar a Ivan… pero de pasión querida, por todo lo que le iba a hacer- sonrió descaradamente- Ahora si nos disculpas, vete de una vez, para que podamos seguir…

-Basta…- susurró el azabache, haciendo que ambas le prestaran atención.

-¿Qué mi amor?- ronroneó la joven que comenzó a dibujar círculos sobre la camisa desaliñada del muchacho.

Clara trató de fingir que no le importaba la cercanía de esa mujer ni los labios rojos de su jefe por el beso salvaje que se habían dado, pero estaba segura de que se notaba su molestia porque era muy mala mintiendo.

-Será mejor que te vayas- sentenció el hombre, sin dejar de mirar a Clara.

Clara dio un paso hacia atrás dispuesta a irse, no sin antes notar la sonrisa victoriosa y molesta de la mujer.

-Eso, vete de una vez niña-

Clara se dio media vuelta sabiendo que estaba de más, deseando desaparecer de la faz de la tierra, ser enterrada en lo profundo del suelo, dejar de existir, porque no sabía cómo iba a seguir mirando a la cara de ese joven luego de la humillación y peor aún, luego de saber que él tenía a alguien mejor que podría saciar sus deseos.

“¿Por qué creí que una virgen y sin experiencia como yo podría ser una opción para él? que equivocada que estaba”

Comenzó a dar pasos hacia la puerta cuando la voz grave y aterciopelada del joven retumbó en toda la habitación.

-No… tú deberías irte- sentenció moviendo sus ojos negros por primera vez hacia la mujer casi encima suyo.

Clara se detuvo en seco y se giró hacia la pareja, descubriendo que Ivan le estaba hablando a la mujer.

-Mi amor…- rió nerviosa- debes estar confundido, o avergonzado de que esa mujer rara nos haya visto, pero no le hagas caso, podemos seguir sin problema…- ronroneó bajando su mano que estaba en su pecho hacia su pantalón.- Puedo darte la mejor noche de su vida- le susurró al oído.

Clara quería arrancar esa mano intrusa de su hombre y cortársela para que nunca más se atreviera a tocarlo de esa forma, pero sabía que no tenía ningún derecho de hacer eso, en cambio, se sorprendió cuando fue él quien tomó de la muñeca a la mujer y alejó su mano de su cuerpo.

-No me hagas repetírtelo, vete de una vez- ordenó

-P-pero mi amor…

-Desaparece de mi vista… y no soy tu amor- la corrigió.

La mujer lo miró indignada, pero se guardó sus ganas de darle un fuerte golpe, ella no olvidaba quién era él. Así que tragándose su bronca y su orgullo se levantó de la cama de un salto y caminó hacia la salida, no sin antes chocar a Clara y susurrarle:

-Espero que no pienses que el Señor White te va a querer para otra cosa más que revolcarse contigo esta noche- se burló- Se nota que eres de las que aún cree en cuentos de hadas.

Clara apretó con fuerza la mandíbula y se contuvo de las ganas de agarrarla de los pelos, porque ya había cometido muchos errores y además la mujer no estaba tan equivocada.

Ella sabía que esa mujer no era la única en la vida de su jefe, así que ¿Por qué iba a creer que con ella iba a hacer una excepción? Tenía que ser muy ingenua para creer eso.




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