La guardaespaldas del Mafioso

Capítulo 23 - Quiero que recuerdes esta noche

Apenas reveló su secreto, Clara se arrepintió de haberlo hecho, especialmente al ver cómo el rostro de su jefe y ahora amante se volvía pálido y su mirada oscura y llena de deseo desaparecía.

Quiso llorar, lo había arruinado todo, pero creía que era mejor arruinarlo en ese momento y no cuando el joven se diera cuenta que era pésima en la cama porque no tenía idea de cómo complacerlo como esas mujeres que entraban a su cuarto por las noches.

Clara tomó su remera que estaba arrugada a un costado y se cubrió su pecho con vergüenza.

-Lamento haberte decepcionado- exclamó con la voz quebrada, tragándose las lágrimas cargadas de vergüenza. Se levantó de la cama a punto de salir corriendo, de no ser por una mano tímida que tomó con suavidad pero con firmeza su muñeca y no la dejó huir.

“¿Qué más quiere de mí? Un poco de piedad nada más necesito” Sollozó a sus adentros antes de girarse hacia el joven y ver que la observaba con una mirada suplicante que sentía que solo estaba en su imaginación.

-No me has decepcionado…- dijo suavemente. - Es solo que…

-No soy suficiente para ti- lo interrumpió y se mordió el labio con fuerza.

-¡No Clara!- exclamó alarmado, tomando ambas manos de la joven y haciendo que quedara parada justo delante de él, que aún estaba sentado en la cama.

Ivan la observó en silencio por un momento, como se veía hermosa e imponente delante de él, estaba perfecta, de no ser por su mirada cargada de tristeza de inseguridad que él mismo había provocado y jamás se lo perdonaría.

-Eres más que suficiente para mí, es solo que quiero golpearme por haberte asustado así, yo no sabía que tú….

-¿Qué soy virgen?- repitió ahora riéndose irónicamente- Sí, soy una adulta que jamás estuvo con un hombre ¿patética no?- una lágrima bajó por su mejilla y se sintió aún peor por la escena que estaba haciendo. Sabía que su jefe solo quería sexo fácil y ahora estaba teniendo que soportar a una niña inmadura con problemas emocionales.

Pero Ivan estaba muy alejado de ello, en cambio estaba preocupado y desesperado por corregir su error y que Clara volviera a sentirse segura con él.

-Escucha Clara…- susurró mientras acariciaba en círculos con sus pulgares las suaves y pequeñas muñecas de la joven- Yo… realmente te deseo, me vuelves loco- admitió mirándola con sus profundos ojos negros- Pero no quiero hacer nada que tú no quieras.

-Yo…- dijo la castaña con la voz congestionada- También quiero esto- dijo tímidamente.

-¿Estás segura?- preguntó seriamente.

-Si… es solo que, n-no soy como tus otras chicas…

-Y nunca voy a pedirte nunca que seas como ninguna otra- susurró acercándola más y haciendo que lentamente se sentara sobre su regazo.

Clara no protestó y se sentó sobre las piernas firmes de su jefe. Ahora estaban cara a cara, sus rostros estaban a centímetros del otro y ambos podían ver cada detalle como una obra de arte.

Ivan inclinó su cabeza de lado y se acercó al oído de la muchacha y susurró- Solo quiero que seas tú misma y que confíes en mí. ¿Puedes hacer eso por mí?

Clara gimió tímidamente al sentir el aliento caliente contra su piel y la voz gruesa penetrar dentro de ella haciéndola vibrar completamente. De repente se sentía pequeña sobre ese hombre, pero no vulnerable, más bien protegida y segura. Asintió con la cabeza y ocultó su rostro en el cuello del hombre.

-Cariño…- murmuró Ivan tomando con suavidad la barbilla de Clara obligándola a que lo mirase a los ojos- Quiero que lo digas, quiero estar seguro de que quieres esto.

-Quiero esto Ivan- exclamó en voz alta.

-¿Qué quieres princesa?.

Clara se sonrojó fuertemente y no solo por el tierno apodo que le dio su jefe sino por el hecho de que tuviera que decirle a ese hombre, que estaba teniendo una paciencia inhumana, que dijera que era lo que deseaba.

En su mente y en sus sueños todo era más fácil. ¿Pero ponerlo en palabras? Sentía que moriría, pero al joven no parecía importarle que ella estuviera por colapsar allí mismo antes de que siquiera una palabra saliera de su boca. Se mostró sereno, con su mirada oscura y llena de luz a la vez aguardando su respuesta y su consentimiento.

-Q-quiero que m-me hagas el amor… por favor- dijo avergonzada en un hilo de voz, pero lo suficientemente alto y claro para que en el hermoso rostro de su amante se dibujara una sonrisa con hoyuelos que la derritió.

Ivan tomó la pequeña mano de la joven y la besó con devoción.

-A sus órdenes mi princesa- dijo con caballerosidad y Clara pensó que podría acostumbrarse a ese apodo.

De pronto Ivan se levantó y la cargó en sus brazos para depositarla con cuidado nuevamente en la cama y luego subirse encima de ella con sus cuatro extremidades a los costados de su pequeño cuerpo.

El joven mafioso la admiró en silencio, grabándose cada detalle de ese hermoso cuerpo en su memoria. Sus cabellos rizados cubriendo la cama y enmarcando su pequeño rostro sonrojado, sus labios aún hinchados por el beso salvaje, sus ojos entrecerrados en dos líneas, su pecho subiendo y bajando erráticamente por la respiración agitada, y sus piernas cerradas pero temblorosas esperando que hiciera el siguiente movimiento y que él fuera quien las abriera.

Ivan se moría de ganas, jamás había estado tan nervioso y eufórico por acostarse con una mujer. Pero esta noche era diferente y especial, él sabía que si le hacía el amor a esa muchacha de ojos color miel y carácter desafiante estaba sentenciado a caer de rodillas frente a ella y adorarla toda su vida como si de una santa se tratase.

Ivan supo que, en el momento en el que vio la impaciencia en ese rostro, no le importaría hacerlo. No le importaba dejarlo todo y hasta morir por ese cuerpo y el amor que esa mujer podía darle.

-Voy a ir despacio ¿Está bien?- exclamó con la voz ronca y cargada de deseo.

Clara asintió con la cabeza.

-Si en algún momento quieres parar solo dímero ¿Si?- dijo seriamente- No quiero que sigas solo por mí, yo puedo esperar todo el tiempo del mundo si es necesario.




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