La guardaespaldas del Mafioso

Capítulo 27 - ¿Donde está Clara?

-S-Señor yo….- Clara exclamó con la voz temblorosa.

Realmente no sabía qué decir, si él ya sabía todo, no tenía sentido mentirle y poner una excusa estúpida que saliera de sus labios que temblaban de terror.

-Tranquila, en realidad no te llamé por eso- respondió con una expresión que Clara sintió que era de diversión, como si se regocijara de su sufrimiento.

La joven volvió a sentarse en la silla, no por cortesía, sino porque sentía que sus piernas se estaban por doblar y caería de rodillas contra el suelo.

Trató de respirar por la nariz profundamente para recomponer la compostura mientras esperaba que ese maldito hombre le dijera de una vez que quería de ella.

-Eh visto que te llevas bien con Erik Black el hijo mayor del Grupo Luna. ¿Eres consciente de que son nuestros enemigos?- inquirió clavándole los ojos negros iguales a los de su amante, pero a diferencia de los de Ivan, estos eran asesinos y le causaban terror.

-Y-Yo… si, lo sé señor.- respondió avergonzada. Ahora prefería que le reprochara lo de su aventura con Ivan y no su traición al grupo Sol.

“Probablemente el castigo por traición sería aún peor. Quizás me colgarían en la entrada con un cartel que diga traidora” pensó tragando saliva pesadamente.

-Sé que parece encantador y crees que es una buena persona- exclamó como si le leyera los pensamientos. Luego el padre de Ivan suspiró pesadamente y se mostró ¿Triste?

Clara enarcó una ceja extrañada, creía haber visto una expresión de dolor en su rostro, si es que eso era posible.

-Escucha querida, no quería decirte esto porque sabía que te iba a doler, prefería guardar el secreto por el momento- dijo suspirando pesadamente- Pero no me dejas más opción, es por tu propio bien.

Clara sintió que perdía los colores de su rostro, no tenía idea de lo que estaba por confesarle ese misterioso hombre que parecía una caja de pandora, pero su instinto le decía que no era nada bueno.

-La muerte de tus padres ¿Recuerdas? Que ellos murieron trágicamente en un robo lamentable…- dijo como si realmente le afectara.

-¿Qué tienen que ver mis padres en todo esto?- gruñó a la defensiva. Nadie que no fuera ella tenía derecho a hablar de sus amados padres.

¿Por qué la memoria de sus padres estaba siendo molestada por este hombre? No le estaba gustando para que lado estaba llevando la conversación.

-Sé que la muerte de tus padres es algo sensible para ti… eras tan pequeña- exclamó con falsa empatía- Pero siento que mereces saber la verdad de todo.

-Ve al grano- exclamó apretando con fuerza la tela de sus pantalones, pellizcando sin piedad su piel que dejaría marcas.

-Los Black… ellos…ellos fueron quienes asesinaron a tus padres-

Todo se hizo silencio en el balcón, de repente los pájaros habían dejado de cantar y la fuente ya no hizo su ruido característico, solo podía escuchar su propio corazón golpeando con fuerza contra su pecho como si estuviera por atravesar su piel.

-¿Q-Que….? Espero que esto no sea una broma de mal gusto porque….

-Es la verdad- la interrumpió- Tus padres no murieron por culpa de un robo aleatorio, fue planeado, ellos tenían una deuda muy gorda con el Grupo Luna que venían arrastrando hace tiempo y que fue saldada con sus vidas. Digamos que esa noche te salvaste solo porque eras tan solo una niña y porque el destino quería que siguieras viviendo y….

Clara había dejado de escuchar, sintió como si toda su vida, su pasado, todas sus penas y por lo que había vivido todos estos años fuera tirado a la basura. Todo había sido una maldita mentira, había creído que simplemente habían tenido mala suerte, que Dios no había estado de su lado esa noche, pero resulta que la vida de sus padres había sido arrebatada por unos malditos mafiosos sin corazón.

-Clara, querida….- escuchó la voz del hombre muy lejos de ella, como si estuviera en un túnel- Te recomiendo que te alejes de él. Estoy seguro de que se acercó a ti por eso, probablemente para usarte en nuestra contra, esa gente es sádica. Si no quieres terminar igual, será mejor que no te acerques más a ellos.

No supo cómo hizo para levantarse de la silla y que sus piernas le respondieran, pero de un segundo al otro estaba corriendo muy lejos de allí, sin parar, con su corazón en la garganta, sus lágrimas cayendo a mares de sus ojos, sus oídos zumbando con fuerza y su visión borrosa.

No dejó de correr hasta que sus pies ardieron y sangraron, quería alejarse de allí, estar lo más lejos posible de la maldita mafia que había arruinado su vida y el recuerdo de sus amados padres.

Sentía como si sus años de dolor y duelo habían sido en vano y tuviera que volver a empezar, como si hubiesen muerto una vez más.

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Ivan nunca se había sentido tan emocionado y ansioso de volver a la casa, y eso se debía solamente a esa hermosa mujer quien se había entregado a él anoche. Sus labios estaban necesitados de volver a presionarse contra los suaves y rosados de Clara, quería volver a sentir el aroma dulce de su piel y ver su radiante sonrisa que él causaría.

Pero cuando llegó y no la encontró por ningún lado comenzó a desesperarse, en su cuarto aún estaban las sábanas revueltas pero frías, el desayuno terminado a un costado y la carta sobre la cama.

Sintió un vuelco en su corazón, no era la escena que esperaba encontrarse, guardó el sobre con tristeza en su bolsillo y salió alarmado del cuarto, encontrándose con la señora.

-Oh señor, ha vuelto- exclamó la mujer.

-¿Sabes dónde está Clara?- preguntó nervioso.

La mujer se mordió el labio con fuerza y sintió la culpa invadiendo su cuerpo, si algo le había sucedido a la jovencita por su culpa, jamás se la perdonaría.

-Señor... Su padre ya sabe lo de usted y la jovencita- dijo con la voz rota.

Ivan no tuvo que preguntar más para comenzar a correr hacia la habitación de su padre, con sus ojos en llamas y la ira llenando cada esquina de su cuerpo. El joven temió lo peor.




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