La guardaespaldas del Mafioso

Capítulo 28 - Ven conmigo

Ivan manejó a gran velocidad directamente hacia negocio de la familia de Clara, le importaba una mierda que fuera la zona del Grupo Luna, es más, si se llegaba a cruzar con alguno de los Black los mataría a golpes. Mientras conducía observó con mirada depredadora hacia todos lados, esperando poder saciar la ira que tenía dentro, pero no encontró a nadie para su mala suerte.

Estacionó en la puerta del comercio y entró haciendo ruido con la campanita de la puerta.

-Bueno días ¿En que…?

-¿Dónde está Clara?- interrumpió al hombre, buscando con su mirada oscura hacia todos lados.

Un hombre delgado y demacrado se le acercó con una mirada que intentaba en vano ser amenazante.

-¿Y usted quién es?-

-Soy….

Ivan lo pensó por un segundo, no le podía decir a ese hombre quien era, estaba seguro de que Clara no les había dicho la verdad a sus conocidos.

-Soy su novio- exclamó con seguridad e inflando su pecho de orgullo.

El hombre lo miró de arriba hacia abajo con los ojos muy abiertos. ¿Un hombre tan elegante como ese era el novio de su sobrina? No podía creerlo. Pero, aunque en sus ojos se dibujara el signo de peso, recordó cómo había visto a Clara cuando llegó al comercio.

-¿Entonces eres tú quien la hizo llorar?- exclamó con furia.

Ivan sintió que su ira aumentaba cada vez más. Habían hecho llorar a su amada, iba a derramar sangre por ello.

-Déjeme pasar, necesito estar con ella- exclamó intentando avanzar hacia atrás del mostrador donde recordaba que estaba la escalera al pequeño cuarto de la joven.

El hombre puso una mano en el pecho del novio de su sobrina para impedirle el paso.

Si no fuera porque seguramente ese hombre era importante para Clara, le hubiera quebrado todos los dedos por atreverse a frenarlo y a tocarlo.

-No voy a permitir que le hagas más daño- advirtió el hombre.

-Escuche señor- dijo Ivan tratando de mantener la calma- Sé que no me conoce, pero le aseguro que no fue mi culpa, jamás le haría daño a Clara.

El hombre miró fijamente a los ojos de ese extraño y guapo joven que decía ser el novio de su sobrina y por alguna razón creyó en sus palabras al ver su mirada desesperada, como si pudiera ver a través de sus perlas negras el amor que sentía por la muchacha.

El hombre se hizo a un lado y suspiró.

-Está arriba, pero si llegas a hacerle daño…

-No se preocupe, yo mismo me mataría si alguna vez le hiciera daño- sentenció subiendo las escaleras.

Se asomó con cuidado por la abertura que era la entrada al pequeño cuarto, observó el lugar encontrando un pequeño bulto envuelto en sábanas y almohadas que subía y bajaba con una respiración tranquila y pausada.

Ivan subió lentamente caminando a gatas hacia el pequeño colchón de una plaza que ocupaba casi todo el entrepiso. Podía escuchar un leve ronquido. Con cuidado de no despertarla, quitó la sábana encontrándose con el rostro de su amada, pudo notar los rastros de las lágrimas que habían estado cayendo por sus mejillas, su nariz enrojecida en la punta y sus ojos hinchados. Aún tenía marcada la angustia en su rostro.

Ivan corrió más las sabanas dejando al descubierto el cuerpo delgado y hecho un bollito que ahora se veía más pequeño que de costumbre, sintió su corazón latir con fuerza y una bestia protectora nacer dentro suyo que quería resguardar a esa mujer de todo mal.

Lentamente se quitó el saco, la corbata y los zapatos, con mucho cuidado de no despertarla se deslizó al lado suyo, luego tomó la sábana y los cubrió a ambos como si fuera una guarida de amor.

Ivan se quedó contemplando en silencio el rostro de Clara mientras acariciaba suavemente su cabello, hasta que escuchó un quejido que le hizo alejar la mano temiendo despertarla. La joven se retorció, pudo ver como fruncía el ceño con fuerza y apretaba los labios, como si quisiera escapar de una pesadilla.

-Ya… ya… mi amor, estoy aquí contigo- le susurró al oído.

El rostro afligido de la joven pareció calmarse de repente, entonces Ivan no se detuvo con sus palabras cariñosas.

-Tu novio está aquí, no voy a dejarte sola…- susurró besando su frente. De repente, Clara se movió unos centímetros más contra el pecho de su amado, escondiendo su rostro en su pecho y cruzando una de sus piernas sobre la cadera del joven.

Ivan se quedó congelado, no se movió ni un centímetro y casi no respiró, estaba tan cerca, podía sentir su aliento caliente contra su piel, podía sentir el calor que emanaba su cuerpo contra el suyo, el peso suave de su abrazo y el aroma suave de su shampoo. Cerró sus ojos y hundió su nariz en los rizos, bebiendo la esencia de su amada. Su brazo se movió poco a poco rodeándola por la cintura y trayéndola más a su pecho.

Se habían convertido en dos cuerpos enroscados que no se sabía dónde iniciaba y terminaba el otro, sintió como los latidos de su corazón se sincronizaban con los suyos. Clara se movió nuevamente en un quejido, dándole la espalda al joven que observó detenidamente la curva de su cintura, su cabello cayendo en la almohada y su cuello ahora al descubierto. No pudo evitar acercarse y posar sus labios en la suave piel, depositando un beso cariñoso haciendo estremecer entre sueños a su amada. Los quejidos siguieron saliendo de la boca de Clara, como si le suplicara que se acercara más.

El joven era débil y obedeció acercándose más y siguiendo la curva de su cuerpo amoldándose a su figura, luego pasó su brazo por la cintura estrecha y con cuidado deslizó su otro brazo por debajo del cuello de la joven, aprisionándola entre sus brazos de forma posesiva.

Poco a poco el aroma de sus cabellos, el silencio del cuarto y el calor que emanaban sus cuerpos tan juntos comenzaron a pasarle factura, toda su ira se fue disipando poco a poco como si la joven le trasmitiera la paz que tanto había necesitado toda su vida, como un calmante natural.

A Ivan no le importó bajar la guardia y quedarse completamente dormido junto a la que ahora se había convertido en su novia.




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