La guardaespaldas del Mafioso

Capítulo 32 - Líder y amante

-Quiero que seamos libres de mostrar nuestro amor, que seamos como cualquier pareja común y corriente ¿Es mucho pedir?- dijo con un puchero.

Ivan abrió grandes los ojos, podía ver la determinación en la mirada de Clara. Jamás había pensado que una confesión de amor lo estremeciera tanto como un adolescente inexperto frente a su primer amor.

-¿Estas segura de esto? Sabes bien la vida que llevo y es algo que no puedo dejar…

-¿Tú me quieres? ¿Tú también quieres esto?- preguntó la joven con miedo en sus palabras.

“¿Y si él no quiere lo mismo que yo? No tendría más remedio que irme de este mundo y alejarme lo más posible de esta familia para que jamás pudieran hacerle daño a mi niño”

Pero sus inseguridades se esfumaron rápidamente cuando sintió las cálidas manos de su amado envolver las suyas y besarlas con cariño.

-Claro que quiero princesa, es solo que no quiero que nadie ni nada te haga daño, si algo te pasara…

-Nada va a sucederme si estamos juntos-

Los ojos color miel de su amada de repente parecían dorados y centellaban de emoción. En ese momento Ivan se prometió cuidar a esa mujer de todo mal y hacerla feliz hasta los últimos momentos de su vida, y si hubiera más vida después de la muerte, seguiría amándola con la misma intensidad en el más allá.

-Cuando volvamos voy a hablar con mi padre, quiera o no, tú vas a estar a mi lado- prometió con llamas de pasión en sus ojos oscuros.

Clara quiso decirle, no, más bien gritarle con emoción que eso ya estaba resuelto, pero se mordió la lengua y asintió con una pequeña sonrisa en su rostro.

No pudo evitar que un bostezo inoportuno saliera de su boca, había sido un día agotador y comenzaba a pasarle factura.

-Lo siento- dijo avergonzada, con las mejillas encendidas.

Ivan sonrió divertido, mostrando sus hermosos hoyuelos.

-Es hora de que descanses cariño, aun estás débil- dijo suavemente, subiendo las suaves sábanas hasta el cuello de su amada.

El joven azabache se levantó, dispuesto a tomar asiento en la silla de la esquina y cuidarla durante toda la noche, pero cuando quiso alejarse, sintió un tirón en su camisa. Al voltearse se encontró con la mirada suplicante de Clara y su mano aferrada a su ropa.

No tuvo que decirle más nada.

Clara se hizo a un lado en la pequeña cama para que su amado se acostara.

Ivan se acercó al borde de la cama y se acostó por sobre las sábanas. La castaña apoyó su cabeza en el pecho y cerró los ojos mientras ronroneaba complacida. Sintió un besó en su frente y unos suaves dedos acariciándola entre sus rizos.

Con su brazo libre, Ivan apagó la lámpara de la habitación, quedando en penumbras de no ser por la suave luz de la luna que entraba por las rendijas de la ventana.

-Descansa princesa te lo mereces, yo voy a cuidarte mientras duermes- susurró en la oscuridad de la habitación.

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Al otro día, temprano por la mañana, Clara fue dada de alta, no sin antes hablar en privado con el doctor quien le había informado que tendría que venir a controlarse en unas semanas por el embarazo. Clara pensó en cómo haría eso sin que le doliera mentirle a su amado, pero dejó que eso sea un problema para futuro.

Cuando llegaron a la casa, sintió las miradas de todos en su espalda, nadie decía nada, pero sabía que si no fuera por el poder y la mirada intimidante de su amado, todos la culparían a ella por el fracaso del Grupo Sol.

Sabía que Ivan estaba tratando de que no se sintiera culpable por ello, pero estaba segurade que iba a ser un grave problema para ellos. Aunque el joven azabache se mostrara tranquilo, temía que por su culpa la vida de Ivan estuviera en riesgo.

-Ivan… exclamó la joven cuando entraron al cuarto de ella-

-¿Si?- preguntó mientras abría las cortinas de la habitación.

-Sobre los italianos…- dijo bajando su rostro y mirando sus pies como si fuera lo más entretenido del mundo- Sé que por mi descompensación no pudiste cerrar el trato y…

No pudo terminar de formular su oración cuando vio que los zapatos negros y brillantes de su amado se detuvieron delante de los suyos. Clara levantó su rostro preocupado encontrando una sonrisa cálida y comprensiva que sentía que no se merecía.

-No te preocupes por ello princesa, tú solo encárgate de estar mejor ¿Si?

Clara quiso protestar, decirle también era su problema si iban a ser pareja compartirían hasta las desgracias, pero liberó un grito de sorpresa cuando su amado no la dejó responder porque la cargó en sus brazos como una princesa y la llevó hasta la cama, acostándola con cuidado y cubriéndola con una sábana.

-No tengo sueño- protestó.

-Debes descansar, la cama de la clínica no es tan buena como esta, en unas horas te despierto con una comida abundante, recuerda que debes alimentarte mejor, dijo el médico.

Clara quiso decirle que realmente necesitaría más comida porque ahora eran dos, pero se mordió el interior de su mejilla para callarse.

-¿Descansas por mí? Por favor…

La castaña no podía protestar ante la mirada dulce y preocupada que le dirigió Ivan, además no era tonta, sabía que el joven White necesitaba tiempo para hablar con su padre no solo de lo suyo, sino lo del fracaso del acuerdo y lo que menos quería era estorbar.

-Está bien- finalmente dijo, acomodándose en la mullida almohada.

Ivan sonrió aún más satisfecho y besó sus labios haciendo que se sonrojara. Aunque ya se habían besado varias veces, su cuerpo aún no caía en la cuenta de que realmente estuviera pasando esto, aún revoloteaban las mariposas en su estómago y su cuerpo se calentaba de forma prohibida.

-Descansa princesa- susurró antes de salir del cuarto.

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-¿Cómo han salido tus estudios?- preguntó Ivan cuando se presentó en la habitación de su padre.

-Agradezco que hagas esfuerzos por pretender que realmente te importa mi salud, es muy tierno de tu parte- exclamó con un sarcasmo que envenenó el cuerpo del joven.- ¿Cómo está tu querido nuevo pasatiempo? Imagino que debió ser algo muy grave como para tirar por la borda un negocio tan importante como el de los italianos.




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