La guardaespaldas del Mafioso

Capitulo 33 - El postre

Clara no había podido dormir, daba vueltas en la cama de un lado hacia el otro intentando conciliar el sueño sin éxito, su mente estaba en su amado, sabía que solo podría relajarse cuando el joven volviera a sus brazos y le dijera que todo iba a estar bien.

Luego de una espera interminable la puerta se abrió lentamente y Clara bajó de la cama apresurándose a su encuentro.

-Princesa, te dije que…- Pero el azabache no pudo terminar la frase, porque Clara lo había rodeado con sus brazos alrededor de su cintura y había escondido su rostro en su pecho- ¿Qué pasa? ¿Te duele algo? Por favor dime…- exclamó preocupado, levantando con su pulgar la barbilla de la joven.

Observó su rostro, buscando algún indicio de malestar, hasta acercó sus labios a la frente de la joven para comprobar si tenía fiebre.

-No pareces tener temperatura…- dijo pensativo.

-Solo… te extrañé- dijo Clara con un puchero en sus labios.

¿Acaso eran sus hormonas alteradas por el embarazo? ¿O así se sentía estar enamorada?

Clara no sabía la respuesta, pero tampoco le importaba, sólo sabía que su corazón saltaba de la alegría cada vez que estaba cerca de Ivan y eso era lo único que tenía que saber.

El joven sonrió y suspiró aliviado, plantó un suave beso en los labios de su amada y aún con la joven aferrándose a su cuerpo caminó tambaleante hasta la cama.

-Cariño… no creo que pueda acostarme contigo así…- rió divertido al ver que la joven no parecía moverse, apretando aún más su agarre.

-Sí que puedes-exclamó desde su pecho.

Ivan rió y aceptó el desafío, dándole la espalda a la cama y cayendo de lleno con Clara encima de él. El joven la envolvió con sus brazos y cerró los ojos con una sonrisa dibujada.

-¿Entonces?- finalmente dijo la castaña levantando su mirada hacia Ivan.

-Entonces…-repitió el azabache, enrollando uno de los rizos de su amada entre sus dedos- No tendremos que ocultar nuestro amor a la gente- finalmente dijo, mostrando una amplia sonrisa de hermosos hoyuelos que derritió a Clara.

-Entonces… ¿Entonces es oficial? Digo… ¿Qué somos?- preguntó con las mejillas encendidas.

-Te diría que mi esposa, pero primero deberías ser mi novia- dijo pensativo.

-Novia está bien, además no es justo que me propongas ser tu esposa así de simple- exclamó indignada.

Ivan se apoyó sobre sus codos- ¿Acaso la dura y rebelde Clara quiere una propuesta de matrimonio como en las películas románticas?- exclamó burlón.

-¡Cállate!- le pegó en el pecho avergonzada, haciendo reír a su amado- Y-yo…

-La tendrás- la interrumpió- Lo mejor para mi princesa.

Clara no pudo evitar sonreír como una tonta escondiendo su rostro en el cuello de su amado. Aspiró profundamente su exquisito aroma a pino y café que tanto la volvía loca y sintió que su cuerpo se encendía de golpe.

-Oye…- ronroneó contra la piel de su amado, haciendo que se erizara su piel y su cuerpo también se calentara por la voz dulce pero a la vez seductora de la joven.

-¿Si princesa?- dijo con la voz mucho más ronca.

-¿No crees que deberíamos festejar?- ronroneó besando con sus suaves y tibios labios la peligrosa zona de su cuello que hizo que todo el cuerpo de Ivan estallara de electricidad. Era como si Clara supiera que su punto débil era esa zona, aunque debía admitir que era débil ante el tacto de la joven, sin importar donde lo tocara.

-¿Tú crees?- dijo en trance y con los ojos cerrados, concentrado en los tímidos pero provocativos besos que le estaba dando Clara en todo su cuello. Ivan movió su cabeza hacia un lado, dándole más espacio a los besos húmedos.

-Sí, yo creo…- ronroneó alejándose de su cuello. Ivan quiso protestar pero calló cuando Clara se sentó sobre su entrepierna que ya estaba dura por los simples besos.

Descaradamente, Clara se frotó contra su dureza, tenía el rostro rojo hasta las orejas, avergonzada por lo que estaba haciendo, pero a Ivan eso le pareció aún más excitante.

-Clara…- gruñó tomándola de las caderas y ayudando a sus movimientos algo torpes para que sean más rápidos y profundos.

Clara liberó un pequeño gemido que fue música para los oídos del joven. Con sus manos inexpertas y algo temblorosas, se deslizó desde el pecho firme de su amado hasta el botón de su pantalón dispuesto a liberar de su prisión a su monstruoso pene que podía sentir que crecía entre sus muslos.

-Princesa…- exclamó Ivan, acercando sus manos a las de Clara, y tomando sus muñecas con suavidad pero firmeza.

-¿Qué pasa?- protestó la castaña- Te deseo…- dijo suplicante, intentando zafarse del agarre sin conseguirlo.

Ivan se mordió con fuerza el labio, sintiendo que explotaría allí mismo.

-Lo sé cariño, yo también te deseo- dijo quitando las manos de la joven de su pantalón ante la mirada de extrañeza de la castaña-Pero aún estás débil, hasta hace unas horas estabas en la clínica- la sermoneó- Deberías comer algo ¿Está bien?

-Pero yo…- dijo con sus labios temblorosos como si fuera una niña a la que le habían quitado su dulce favorito.

-Pero nada princesa- sentenció el mafioso, sentándose en la cama y abrazando a Clara a ahorcadas suyo, meciéndola de adelante hacia atrás.

Aún su entrepierna estaba incómoda, porque su amada aún estaba sentada arriba suyo, y aunque se moría de ganas de estar dentro suyo y hacerle el amor durante horas, su preocupación era más fuerte. Quería protegerla, cuidarla y que supieras que antes que el deseo estaba el profundo amor que sentía en su alma.

- Voy a pedir un desayuno abundante a la habitación.- exclamó tomándola con cuidado y acostándola en la cama- Si lo terminas todo…-Ivan se inclinó sobre ella y acercó su rostro al oído de la joven.- Voy a dejar que me comas de postre.

Ivan se alejó rápidamente antes de que Clara pudiera agarrarlo y exigirle primero comer el postre. La joven lo miró con sus ojos llenos de brillo y de deseo mientras retrocedía sin dejar de observarla con su mirada penetrante que se había vuelto más oscura aún, y se preguntó cómo hacía para contenerse cuando ella apenas podía hacerlo.




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