La guardaespaldas del Mafioso

Capítulo 40 - Un puñal en el corazón

La lluvia comenzó a azotar la mansión del Grupo Sol llevándose consigo la sangre de las víctimas de ambos bandos.

Ivan aún estaba con sus rodillas y manos contra el suelo, mirando el lugar vacío donde había estado Clara hacía unos momentos. La mirada cargada de dolor que había sido dirigida a él había sido como un puñal en su corazón.

La había perdido y no hacía otra cosa más que llorar. Sus lágrimas amargas se mezclaron con las gotas de lluvia, tapando su dolor.

-Clara…-murmuró en la fuerte tormenta mientras se dignaba a levantarse de su lamentable estado.

Caminó hacia dentro de la casa que ya no se sentía un hogar sin la presencia de su amada. Ignoró a sus hombres que comenzaron a limpiar el lugar y se dirigió directamente hacia el despacho de su padre.

Necesitaba hablar con él cuanto antes.

Cuando llegó se encontró que su padre hablaba seriamente con dos de sus hombres, quienes se inclinaron ante el señor White y salieron apresurados de la habitación.

-Hijo… entraste en razón- exclamó el padre, sentándose pesadamente en su asiento.

Ivan miró la mancha de sangre que quedó en el suelo donde había estado el cuerpo del Señor Black y quien había sido su suegro aunque no lo sabía.

-Ella… ella se fue- exclamó en trance.

-Tranquilo hijo, la vamos a encontrar.

La forma en la que su padre dijo esas palabras no lo hizo sentir reconfortado.

-¿A qué te refieres?- inquirió- No le vas a hacer daño a Clara, ella no tiene la culpa de lo que sucedió.

-Ella es nuestra enemiga- sentenció el padre.

-Ni se te ocurra- exclamó Ivan, sosteniendo la camisa del hombre con fuerza y acercando su rostro peligrosamente al de su padre.

-Ya es demasiado tarde- respondió sin sentirse intimidado por su hijo.

Ivan apretó con más fuerza la tela y lo sacudió.

-¿Qué hiciste?- exclamó furioso sin recibir una respuesta- ¡¿Qué le hiciste?!- gritó con fuerza sacudiendo a su padre y tirándolo bruscamente contra el mueble haciendo que se golpeara la espalda.

El hombre comenzó a toser con fuerza agarrándose débilmente del escritorio.

Ivan no le tuvo lástima, deseando en silencio que se muriera de una vez y dejara de arruinar su vida.

-Si algo le llega a pasar a mi amada, voy a olvidar que eres mi padre- sentenció saliendo del despacho.

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Clara observó detenidamente como Erik caminaba de una punta a la otra de la cabaña mientras ella devoraba su desayuno como si no hubiese comido en días.

-Dime que sucede Erik. – finalmente habló.

-No quiero preocuparte- exclamó suavemente volviendo en sí.

-Ya es un poco tarde para eso- bromeó.

Erik se detuvo y suspiró antes de sentarse en la silla vacía frente a su hermana.

-Me acaban de informar que entraron a nuestra casa, está ardiendo en llamas.

Clara se levantó de golpe del asiento.

-¡¿Qué?!

Erik se acercó a su hermana y la hizo sentarse nuevamente.

-Realmente no me sorprende, fue buena idea haber venido aquí, donde no nos pueden rastrear- dijo tratando de mantener la calma.

Clara estaba congelada, mirando su plato a medio comer mientras miles de pensamientos golpeaban su mente.

-¿Ivan…él…?- exclamó en un hilo de voz.

-Será mejor que descanses Clara…

-No…- dijo rotundamente- Prendieron fuego tu hogar… que también iba a ser mío. La historia de tu familia.

-Ya no hay nada allí que valga la pena, lo importante está aquí en la cabaña, que estemos a salvo de ellos es lo único que importa.

Clara ya no escuchaba, estaba en shock.

-¿Dijeron algo Erik? ¿Dijeron algo antes de destruirlo todo?- preguntó con sus ojos llenos de lágrimas.

Erik tragó saliva pesadamente, esquivando la mirada de su hermana.

-Dime…- ordenó.

-Dijeron que no se detendrían hasta encontrarnos.

Clara sintió miedo. ¿No se detendrían? Sintió su corazón dar un vuelco cuando pensó en su tío, en su amiga y en el negocio de su familia.

-No…- exclamó levantándose nuevamente de su asiento y saliendo de la cocina a paso apresurado.

-Clara…- exclamó Erik, siguiéndola por detrás preocupado.

La joven tomó su abrigo y su bolso.

-Clara, ¿Qué haces?

-Necesito que me lleves a un lugar…- exclamó colocándose el abrigo.

-Sabes que no podemos salir de aquí…

-Ahora. – Sentenció con la mirada dura que desconcertó al joven.

Erik la miró a los ojos por un largo rato, algo le decía que Clara se iría con o sin él. Asintió con la cabeza y se acercó a uno de sus hombres que vigilaban la entrada.

-Trae el coche blindado, debemos salir por un momento-

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El chofer los llevó a gran velocidad de vuelta a la urbanización. Mientras más y más casas aparecían alrededor, Erik observó de reojo a su hermana que no había quitado la mirada de su ventana.

-¿A dónde vamos?- se atrevió a preguntar.

-Al lugar donde crecí y donde murieron mis padres- dijo sin desviar su mirada del afuera.

-Puede ser peligroso. Ellos podrían estar esperándonos allí.

-Hermano… quiero ver con mis propios ojos lo que son capaces de hacer, sino, nunca voy a creer todo lo que está pasando.

Erik miró hacia el frente preocupado. Él sabía lo que eran capaces de hacer.

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Ivan se encontró con la mansión del Grupo Luna prendida fuego frente a sus ojos. Su padre había ido demasiado lejos. Corrió hacia uno de los hombres de su padre y lo tomó del cuello con fuerza.

-¿Qué hicieron? ¿Había alguien dentro? ¿Clara estaba allí?- gruñó al hombre aterrorizado.

-¡Señor White!- chilló asustado- N-no había nadie en la casa. Estaba vacía. Todavía no encontramos rastros de los Black, lo lamento.

Ivan lo arrojó con fuerza hacia un lado y volvió a subir a su auto, un presentimiento le dijo que su padre no se detendría allí, y solo rogaba llegar antes de que fuera demasiado tarde.

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El humo negro de un incendio cercano y las sirenas de los bomberos alertaron a los hermanos. Clara sintió su corazón latir con fuerza cuando el coche dobló en la esquina y se encontró con la peor escena de su vida.




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