La guardaespaldas del Mafioso

Capítulo 43 - Lo siento mucho

-¿Estás lista Clara?- preguntó Erik tomando su propio bolso con sus cosas personales, sin darse cuenta que no había cerrado el cierre y todo el interior cayó por todo el suelo del living- Mierda…- exclamó agachándose.

Clara, que estaba sentada en el sillón junto con su bolso maternal y ropa cómoda de pijama, no pudo evitar reírse. Aunque quería ayudar sería imposible agacharse con el peso de la panza.

-¿Estás nervioso Erik?- Se burló.

El joven bufó mientras guardaba todo en el bolso.

-Mentiría si dijera que no, jamás pensé en tener hijos y creí que entonces nunca tendría que estar cerca de algo así…- exclamó cerrando el ojo- Realmente me dan miedo estas cosas.

-Erik, no estás ayudando ... .- exclamó molesta.

-¡Perdón!, pero de solo pensarlo, las agujas, la cirugía…y… y…

-¡Basta!- chilló la joven-Además tú no vas a estar ahí.

-¡Aun así!- dijo nervioso. Luego respiró profundamente y colocó su mochila en su espalda y tomó el bolso de Clara que lo miraba con una cara de pocos amigos- Está bien, ya me desahogué, ya no diré más nada.

-Bien- sonrió Clara- Ahora ayúdame a levantarme.

Erik la tomó del brazo y ambos salieron fuera de la cabaña donde los esperaba el coche que los llevaría hacia la clínica.

Erik no dijo más nada, no quería decirle a su hermana que estaba muy asustado, no solo porque el parto tuviera complicaciones, sino porque mientras estuvieran allí estarían vulnerables frente al Grupo Sol.

Si, había puesto a todos sus hombres resguardando la clínica, pero aún así estaba muy nervioso.

Se giró hacia su hermana, y como pudo le sonrió para darle ánimos, recibiendo una sonrisa nerviosa de su parte.

-Todo va a salir bien.- Exclamó rogando que así sea.

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Nick caminaba hacia el coche que lo estaba esperando en la entrada de la mansión de su familia. Su padre caminaba al lado suyo sosteniéndose de un bastón muy costoso.

-Recuerda porque haces esto hijo- sentenció su padre.

Antes de que Nick entrara al coche se giró hacia la casa y miró las ventanas del segundo piso una por una, preguntándose en cuál de todos esos cuartos estaba su hermano prisionero de su propio padre.

Sintió la mano del hombre presionando su espalda para que se metiera al coche de una vez y lo hizo.

El hombre se inclinó hacia su hijo, asomando su rostro viejo y sonriente dentro del coche.

-Recuerda el plan y recuerda que eres un White, que no se te olvide- sentenció cerrando la puerta en su cara.

El Señor White golpeó el techo del coche y el chofer arrancó, saliendo de allí junto con sus guardaespaldas hacia la clínica donde Clara estaba por dar a luz.

Luego de un viaje tortuoso, finalmente llegaron estacionando un poco lejos de la clínica. Los hombres de su padre no eran tontos, sabían que sus enemigos estarían rodeando todo el establecimiento para proteger a los hermanos.

-Iré yo primero- les informó Nick, siguiendo el plan como su padre le había dicho.

Era obedecer o que su hermano se convirtiera solo en un recuerdo.

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Erik estaba en la recepción junto con su hermana cuando su móvil sonó. Tomó la llamada sin inmutarse mientras Clara lo observaba de reojo y con disimulo. Pudo ver como el rostro de su hermano palidecía mientras escuchaba lo que decían del otro lado.

-Está bien, voy para allá- exclamó cortando la llamada.

-¿Quién era?

-Nada importante- Mintió.

-Es sobre Nick ¿Verdad?

Erik no pudo evitar sorprenderse por eso.

-¿C-como sabes?-

-Está bien Erik, déjalo pasar, yo le dije que viniera.

-No, de ninguna manera- gruñó recordando el rencor que tenía con los White.

-Erik, Nick es tu amigo, tú mismo sabes que él no es como Ivan y su padre… él ya no quiere tener nada que ver con ellos- dijo suavemente.

-Aun así…

-Por favor- suplicó con sus ojos brillantes color miel.- Quiero que él esté aquí…

Erik suspiró rendido, sabía que tenía una debilidad por su hermana mayor, tantos años sintiéndose un miserable hijo único y de repente saber que tenía una hermana había sido la mejor noticia de su vida. Ahora sentía que no podía decirle no a nada de lo que ella le pidiera. Estaba perdido.

Erik tomó su celular y marcó un número.

-Está bien, dile que pase a la recepción. Sí, estoy seguro, solo no bajen la guardia…- ordenó cortando la llamada.

Clara sonrió ampliamente y se sentó en la sala de espera aguardando la llegada de su cuñado. En cambio Erik no podía quedarse quieto, no dejaba de mirar hacia todas las direcciones con paranoia, temiendo una emboscada en cualquier momento.

-¡Clara!- Erik se giró hacia la voz que conocía a la perfección.

No pudo evitar ponerse a la defensiva, cerrando los puños con fuerza cuando Nick se acercó hacia ellos. Pero cuando vio el rostro de su amigo y su amplia y brillante sonrisa, sus puños se aflojaron. Siempre había diferenciado a Nick de su familia, él había sido un gran amigo toda su vida. Veía más allá de su apellido.

-¡Hola Nick!- exclamó feliz la joven.

Nick la saludó agitando la mano

-¡Pero mira nada más esa barriga!- exclamó alegre. Luego observó tímidamente a su amigo.

-Hola Erik…

-Nick- sentenció.

-Sé que no confías en mí y lo entiendo. – Comenzó a decir- Pero créeme, yo no soy como ellos….

Nick se sintió una mierda con mentirles en la cara. Miró la barriga de su amiga y su radiante sonrisa, y rogó porque alguna vez lo perdonaran por su traición.

No pudieron decir más nada porque justo una enfermera se acercó con una silla de ruedas para la joven.

-¿Está lista señorita?

Erik y Nick se miraron entre sí antes de ayudarla a sentarse en la silla.

-Lista- dijo con emoción mientras los tres caminaban hacia la sección de maternidad junto con otros dos guardaespaldas que Nick sabía que debía deshacerse para continuar con el plan de su perverso padre.

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Erik estaba sentado en una banqueta en la sala de espera de maternidad mientras aguardaba las novedades sobre Clara. Delante de él estaban parados dos guardaespaldas uno a cada lado de la cirugía.




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