La guardaespaldas del Mafioso

Capítulo 49 - Nick

Ivan estaba parado en el mismo lugar sin saber hace cuantas horas, pero no quería moverse aunque sus extremidades se habían entumecido. Temía que si se alejaba del cajón donde descansaba su hermano, se iría para siempre. Temía perderlo, olvidar su rostro, su risa, todo….

No había llorado, no desde que lo vio morir delante de él.

Toda la habitación estaba decorada con cientos de hermosas flores de todos los colores que asemejaban al jardín trasero de la casa donde habían crecido y donde a Nick más le gustaba pasar las tardes. Era lo que menos podía hacer por él, que su viaje hacia el otro plano fuera lo más placentero posible.

De repente una mano se posó suavemente en su hombro, pero no fue capaz de alejar sus ojos de su hermano.

-Ivan…- dijo la voz masculina e inconfundible de Erik, su cuñado- Ella está aquí.

El joven azabache no respondió, ni movió ni un solo músculo. Sabía a quién se refería, a Clara, su amada. A quien no había visto desde ese horrible día en la casa del grupo Sol.

Escuchó a Erik suspirar agotado. Ivan debía admitir que después de todo Erik era un buen hombre, lo había estado acompañando todo este tiempo, zumbando alrededor de él, vigilando sus movimientos, si necesitaba algo, si había comido.

-Ivan…-insistió, esta vez con la voz más firme- ve con ella, yo me quedo con Nick, te prometo que no me voy a mover de aquí hasta que vuelvas, él no se va a enojar si te vas un rato con Clara. ¿Recuerdas que él te pidió que los cuidaras?

Ivan tragó saliva pesadamente y parpadeó varias veces como si saliera de un trance. Movió su rostro cansado con ojeras muy oscuras debajo de sus ojos hacia Erik, encontrándolo con una expresión de preocupación que jamás creyó que sería para él.

-Está bien- respondió en un hilo de voz, sintiendo su garganta seca y pastosa por tanto tiempo sin hablar.

Erik sonrió levemente satisfecho y palmeó la espalda de su cuñado, empujándolo fuera de allí.

-Un poco de aire fresco te va a venir bien- exclamó más entusiasmado.

Antes de salir del cuarto se giró una última vez hacia el cuerpo de su hermano.

“Descansa en paz” Dijo dentro suyo.

-Vamos- susurró Erik.

Ivan asintió con la cabeza y antes de dirigirse al jardín de la funeraria, abrazó sin previo aviso a su cuñado, quien al principio se quedó congelado en su lugar con sus manos tiesas a los costados de su cuerpo, pero poco a poco se animó a rodear con sus brazos el cuerpo de quien había sido su enemigo. Pero ese odio ya se había ido hace mucho tiempo.

-Gracias…- susurró casi inaudible - Gracias por cuidar de Clara cuando yo no pude- dijo con culpa.

Erik acarició de arriba hacia abajo la espalda de Ivan y suspiró como si se sacara un peso de encima.

-No hay nada de qué agradecer, ahora te toca a ti y espero que los cuides ¿Está bien?

Ivan soltó el abrazo y le sonrió a Erik, como hacía mucho no curvaba sus labios, casi creyó que había olvidado como sonreír.

-No tienes que decírmelo, mi vida es de ellos…- exclamó caminando hacia donde estaba Clara.

La joven castaña estaba sentada en un banco de cemento que estaba rodeado por unas hermosas flores violetas que parecían enmarcarla como una diosa celestial.

La joven escuchó unos pasos tímidos y lentos acercarse, levantó la vista y sonrió ampliamente.

Ivan sintió su corazón latir con fuerza al ver como el sol de la tarde se reflejaba en los ojos color miel en los que tantas veces se había perdido por horas. Moría de ganas de abrazarla con fuerza, besarla apasionadamente, beber de ella y decirle cuando la amaba.

Se acercó aún más mientras Clara liberaba un “Hola” casi inaudible. Notó que su amaba llevaba un pequeño bulto en sus brazos, rodeado de una gran manta color verde que lo cubría de la brisa. Casi se quedó sin aliento, detrás de esas telas estaba su pequeño. Estaba a punto de conocerlo.

Con cuidado se sentó en el banco al lado de Clara, frotó sus manos sobre su pantalón con nerviosismo, sin dejar de mirar a Clara y al bulto una y otra vez, sin saber que decir.

La joven pareció comprender el miedo en la mirada oscura de su amado y sonrió comprensiva.

-¿Quieres cargarlo?

-Yo…. Tengo miedo de lastimarlo- dijo con la voz temblorosa.

Clara rio divertida y acercó el bulto al pecho de Ivan.

Al principio el joven tembló, con sus manos extendidas a los costados sin saber qué hacer, pero respiró profundo, sintiendo el aroma suave a perfume de bebé que lo calmó poco a poco. Con miedo envolvió el bulto entre sus brazos y finalmente Clara alejó los suyos.

Ivan sostuvo al pequeño con su brazo mientras con el otro, quitaba la tela con mucho cuidado, revelando el diminuto rostro durmiente que lo hizo estallar de amor. Así que esto es el amor a primera vista, pensó al darse cuenta que ese mismo sentimiento había anidado en su corazón la primera vez que se había topado con Clara en aquel callejón sucio.

-Es… perfecto- dijo aún conmocionado, observando cada detalle. Su nariz de botón, sus largas y pobladas pestañas negras que acariciaban sus meguillas rosadas y redondeadas, su boquita pequeñita y rosada y su matorral de cabello oscuro al igual que el suyo.

-Es igualito a ti- exclamó orgullosa.

Ivan asintió con la cabeza mientras sentía sus ojos humedecerse, a sus adentros rogaba a todos los cielos que solo se pareciera a él en el exterior pero que por dentro fuera como su madre, valiente, alocada y por sobre todo apasionada.

-¿C-como se llama?- preguntó con la voz temblorosa, sin ser capaz de levantar su vista de aquel pequeño ser que maravillosamente había nacido producto de su amor.

-Nicolás-

Finalmente, los ojos de Ivan se levantaron llenos de asombro hacia Clara quien sonreía con tristeza mientras observaba a su pequeño.

-Es lo menos que podía hacer en honor a Nick… él fue un gran amigo y…- sollozó con fuerza- hoy estoy aquí gracias a él.

Ivan no supo cuando había comenzado a llorar, acercó más su cuerpo tembloroso al de Clara. Ambos lloraron largo y tendido mientras reguardaban el cuerpo de su niño.




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