“Ester tenía un hermoso rosal que daba rosas color rosa. Ella amaba todas las plantas pero en especial a ésta. La abonaba y regaba con dulzura. Dicen que cada rosal tiene un hada guardiana dormida entre las espinas y que despierta solo en caso de que la planta corra peligro. Una noche fría de julio entró un ladrón al patio de la casa de Ester. Atacó a la mujer, la ató y empezó a robar sus pertenencias. Cuando salió afuera cayó encima del rosal y se pinchó el cuerpo. El hada del rosal despertó enfurecida y empezó a arrojarle espinas al maleante. El malhechor dejó las pertenencias de Ester y salió corriendo atemorizado y lastimado. El hada desató a Ester y se enroscó entre las espinas del rosal para volver a dormir un sueño profundo. La mujer estaba muy agradecida. En menos de un mes, el patio de Ester se había convertido en un parque lleno de rosas. El rosal había crecido y solo Ester podía ver a las hadas dormidas sobre las espinas de las rosas. Se sentía segura.”
Editado: 08.05.2019