Capítulo 8: "Confesiones en la Oscuridad"
El aire en la sala de reuniones estaba cargado de tensión, aunque esta vez no provenía de una amenaza externa. La calma tras el enfrentamiento reciente había dejado espacio para un silencio incómodo entre Isaac y Valeria. Los miembros del equipo de seguridad estaban ocupados evaluando los daños y asegurando el edificio, dejando a los dos solos en una esquina iluminada tenuemente por la luz de emergencia.
Valeria, aún con su uniforme de combate ligeramente rasgado, inspeccionaba el filo de uno de sus cuchillos. Era su manera de mantener las manos ocupadas, de evitar pensar demasiado en lo que había sucedido. Isaac, por su parte, permanecía de pie junto a ella, observándola con una intensidad que ella fingía no notar.
—Te ves cansada —dijo él finalmente, rompiendo el silencio.
—No más de lo habitual —respondió Valeria sin levantar la mirada.
Isaac dejó escapar una pequeña risa.
—Siempre tan orgullosa, ¿eh?
Ella alzó una ceja, finalmente mirándolo.
—No es orgullo, es realidad. Estoy acostumbrada a esto.
—Lo sé. Y es una de las cosas que más admiro de ti.
Valeria frunció el ceño, pero no dijo nada. Sabía que Isaac tenía la habilidad de lanzar comentarios como ese, dejando entrever algo más profundo, pero siempre lo hacía con una ligereza que ella encontraba desconcertante.
—¿Por qué me miras así? —preguntó finalmente.
—Porque quiero entenderte, Valeria. Eres un enigma.
Ella rió, aunque sin mucho humor.
—No soy un enigma. Soy una profesional haciendo su trabajo.
—Eres mucho más que eso, y lo sabes.
El tono serio en la voz de Isaac la tomó por sorpresa. Estaba acostumbrada a su actitud coqueta y relajada, pero esta vez había algo diferente. Algo más honesto.
—Isaac, si tienes algo que decir, dilo de una vez. No me gustan los rodeos.
Él dio un paso hacia ella, reduciendo la distancia entre ambos. Valeria se tensó, aunque no retrocedió.
—Valeria, he pasado toda mi vida buscando personas excepcionales para trabajar conmigo, pero nunca imaginé que encontraría a alguien como tú. No solo admiro lo que haces, sino quién eres. Estoy enamorado de ti.
El tiempo pareció detenerse. Valeria lo miró fijamente, tratando de procesar lo que acababa de escuchar. Su primer instinto fue desestimar sus palabras, pero algo en la sinceridad de su mirada la detuvo.
—Isaac… —empezó a decir, pero él levantó una mano para detenerla.
—Déjame terminar. Sé que esto no es lo que esperabas. Y probablemente pienses que estoy confundido o que esto es solo una reacción al peligro que hemos enfrentado. Pero no lo es. He estado sintiendo esto desde hace tiempo, y no puedo seguir ignorándolo.
Valeria apartó la mirada, su mente trabajando a toda velocidad. Estaba acostumbrada a manejar situaciones de vida o muerte, a tomar decisiones bajo presión. Pero esto… esto era diferente.
—No sé qué decir —admitió finalmente.
—No tienes que decir nada ahora. Solo quería que lo supieras.
Isaac dio un paso atrás, dándole espacio. Valeria lo observó con una mezcla de emociones que no podía descifrar del todo. Parte de ella quería rechazarlo de inmediato, recordarle que su relación era estrictamente profesional. Pero otra parte, una que había intentado silenciar durante semanas, no podía ignorar lo que sentía.
—Esto no cambia nada —dijo finalmente, su tono más firme de lo que esperaba.
—No tiene que cambiar nada, al menos no ahora. Pero quería ser honesto contigo.
Valeria asintió lentamente, aunque no estaba segura de qué significaba ese gesto. Isaac la miró por un momento más antes de girarse para marcharse. Sin embargo, antes de salir de la sala, se detuvo.
—Por cierto, gracias por salvarme la vida. Otra vez.
Ella sonrió, aunque apenas.
—Es mi trabajo, ¿recuerdas?
—Sí, pero también es algo más. Algo que nunca daré por sentado.
Cuando Isaac salió de la sala, Valeria dejó escapar un suspiro. Por primera vez en mucho tiempo, se sentía vulnerable. No por una amenaza externa, sino por algo mucho más peligroso: sus propios sentimientos.
Se quedó sola en la sala durante varios minutos, intentando recomponerse. Sabía que Isaac tenía razón en algo: esto no cambiaría nada en el corto plazo. Pero también sabía que ya no podía ignorar lo que estaba sucediendo entre ellos.
Finalmente, guardó su cuchillo y se dirigió hacia la salida. Había mucho trabajo por hacer, y no podía permitirse distracciones. Al menos, eso era lo que intentaba convencerse a sí misma.
Cuando alcanzó a Isaac en el pasillo, lo llamó por su nombre. Él se giró, sorprendido por la determinación en su mirada.
—Isaac… Aprecio lo que dijiste. Y no voy a fingir que no siento algo también. Pero si esto va a ir a algún lugar, lo haremos a mi ritmo. Sin prisa.
Una sonrisa genuina iluminó el rostro de Isaac.
—A tu ritmo, entonces.
Valeria inclinó la cabeza, permitiéndose una pequeña sonrisa antes de continuar su camino. Aunque sabía que el futuro era incierto, por primera vez en mucho tiempo, no le temía a lo que pudiera venir.