Prólogo

—Eres un idiota.

—Y tú una testaruda.

—¡No me hables así!

Eilidh estaba fuera de sí. Sus mejillas ardían y su corazón latía desbocado. Había jurado que no iba a perder los estribos, pero Caelan tenía el don de sacarla de quicio con su actitud autoritaria.

—No tenías derecho a hacer eso —soltó, cruzándose de brazos.

Caelan, con su postura firme y esa maldita expresión de superioridad, apenas se inmutó.

—Hice lo que era necesario.

—¿Ah, sí? ¿Y qué era necesario? ¿Dejar que ESA mujer te pusiera las manos encima?

Los ojos de Caelan brillaron con un destello peligroso.

—No es asunto tuyo.

—¡Por supuesto que lo es! —Eilidh estaba furiosa, ni siquiera podía explicarse por qué. Solo sabía que verlo con otra había hecho que su sangre hirviera. —Tú eres…

—Cállate.

Eilidh parpadeó, sorprendida. Pero su enojo fue más fuerte.

—¡No voy a callarme! Porque resulta que…

—Cállate, Eilidh —su voz fue más grave esta vez, cargada de advertencia.

—¡No, Caelan, tú no puedes decidir cuándo…!

Antes de que pudiera reaccionar, él la sujetó por la cintura y atrapó sus labios en un beso que le robó el aliento. No fue un roce fugaz ni un gesto impulsivo. Fue un beso arrollador, profundo, que la envolvió por completo. Eilidh sintió que el mundo se tambaleaba a su alrededor, como si la tierra misma respondiera a lo que estaban sintiendo.

Cuando Caelan se separó, sus respiraciones eran erráticas. Ella lo miró con los ojos muy abiertos y el corazón en un puño.

—¿Por qué me besaste? —susurró, con la voz entrecortada.

Caelan la miró fijamente, su expresión inescrutable.

—No parabas de hablar.

Se quedaron en silencio, mirándose intensamente. La tensión entre ellos crepitaba en el aire. Y entonces, sin pensarlo, se besaron de nuevo.

Alrededor de ellos, la magia cobró vida. El viento se arremolinó entre sus cuerpos, el agua de un arroyo cercano bailó en el aire, la tierra vibró bajo sus pies y chispas doradas de fuego centellearon a su alrededor. Los cuatro elementos respondieron a su unión, como si el universo entero supiera que ese beso lo cambiaba todo.

¡Saludos, lobas apasionadas! 💖

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