La Guardiana del Tiempo

Parte 2

El día y la noche siguiente Parwayu meditó todo, no había querido ver a Luis hasta que hubiera tomado una decisión, se preguntaba qué era más importante, sus recién descubiertos sentimientos o su deber, si se iba del recinto, la Tierra quedará sin protección, no enviarían a nadie más, su futura pareja debería volver a Star, y sería destinado a otro mundo.

Era la vida de todo un planeta a cambio de su felicidad. Revisó las imágenes de su familia, los hologramas de sus padres dándole ánimos y felicitándola porque la aceptaron como guardiana. Revivió cada momento con Luis, las conversaciones, las risas y las miradas. Lloraba y reía a cada instante, no había comido, la angustia no la dejaba dormir, pero debía tomar una decisión y pronto, al filo del plazo para que llegará Nankiri, ella le pidió a Luis que se fuera solo, no abandonaría la tarea para la que la destinaron.

— No me iré sin ti — él dejó sus cosas en el suelo.

— Es mi decisión, no puedes obligarme a seguirte.

— Si te tocó, no tendrás otra salida que irte conmigo.

— ¿No respetarás mi voluntad?

— No quiero perderte por un extraño que no te ama, solo serás otro deber en su vida.

— No puedo dejar que un planeta quede sin protección por mi causa — aguantaba las ganas de llorar — no deshonraré a mi familia, vete, Nankiri llegará y no quiero que te encuentre, te acompañará el androide, cuidará de ti, cuando estés a salvo, volverá.

— No, iré solo, prefiero morir en el camino, sería lo mejor.

Siguieron discutiendo, por eso no se dieron cuenta del tiempo que había pasado, hasta que una pequeña nave como un sol aterrizó en el hangar frente a ellos, del que salió un hombre con la estrella en la frente, pero de cabello y ojos plomos.

— Parwayu ¿Qué hace un humano en este lugar? — miraba al otro enojado.

— Lo salve de una tormenta, déjalo ir, no dirá nada.

— Mi deber es protegerte y a la misión — lo vio fijamente — debe morir.

— Por favor, no — gritó angustiada la mujer.

— Sabes las reglas, debiste dejarlo a su suerte.

— Te doy mi palabra que no dirá nada de nosotros.

El hombre star, que se veía mayor que Luis, se acercó a él, y lo encaró.

— ¿Guardarás silencio humano?

— Sí, se lo prometí a Parwayu — miró a la mujer — pero volveré.

— No Luis, debes irte y no volver nunca.

— ¿Qué pasa entre ustedes? — inquirió molesto el recién llegado.

— Con Parwayu nos amamos, por eso tarde o temprano vendré a buscarla, y se irá conmigo, solo estará contigo por deber.

— Te mataré, humano. Debo proteger a MI pareja.

— No, déjalo por favor — rogó la joven.

— Androide, mátalo.

El autómata fue a cumplir la orden, pero Luis usó un cuchillo de su equipo de escalador, cortó algunos cables y conexiones haciendo que el ser artificial se descontrolará, el robot llegó al cuarto principal de controles, y antes de que quedará fuera de servicio, golpeó unos mecanismos.

Empezó a sonar la alarma, había gas radiactivo en la sala, hasta que no se descontaminará nadie podía entrar, Star o humano moriría.

— ¿Qué hiciste Luis? — lloraba de nervios la mujer — ahora todos moriremos, debo entrar a arreglar los desperfectos sino la Tierra se desintegrará... esto es mi culpa, yo entraré.

— No, yo iré — dijo Nankiri — pero recuerda que cuando mi señal vital no sea recibida en el planeta, mandarán a otro en mi lugar.

— No tienes culpa de nada, yo fui quien rompió las reglas, debo pagar por ello.

— No podría verte morir — el hombre de la estrella la miró tiernamente — prefiero ser yo quien muera, mi deber es protegerte y al planeta.

Mientras los Star discutían, Luis entró en el lugar, y cerró por dentro.

— ¿Qué haces? — la joven trató de entrar, pero los mecanismos estaban cerrados herméticamente.

— Dime que debo hacer para arreglar esto — urgió el humano.

— Sal de ahí, no quiero verte morir — rogó Parwayu.

— Ya nada puede evitar... — tosió y botó sangre — que yo muera, deja que sea el héroe.

— Ves esos cables cortados — explicó el hombre de cabello plomo — lo primero es unirlos ¿Todavía tienes el cuchillo?

— Sí.

Nankiri siguió dándole las instrucciones, luego de 30 minutos, todo volvió a la normalidad, el peligro para el planeta pasó, pero hasta que no estuviera descontaminado el ambiente del lugar la puerta no se abriría.

— Luis — gritó desesperada la joven al verlo caer de rodillas.

— No te preocupes... fue mi culpa todo esto... cof debo ser responsable por mis acciones.

— Voy a entrar, te salvaré de alguna manera.




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