2
۞
REVELACIÓN
Los veinte días transcurridos luego de aquella noche habían sido tranquilos y reparadores para Asher. Aprovechó la tranquilidad para cabalgar con su hermana Sara en la casa de campo, arreglar algunas cuentas pendientes con la Pantera, e intentar mejorar la relación con su madre.
Aún no había recibido instrucciones por parte de la Pantera para entregar la mercancía al comprador, pero se preparaba para ese momento.
La Pantera solo se había reportado con una llamada para felicitar a Asher por completar la primera fase de la misión exitosamente, asegurándole una muy buena retribución por su impecable plan.
En la llamada también le notificó que debía estar presente para liderar la operación de cierre y, aunque para Asher fue extraña aquella petición, entendía el valor de esas armas, pues con mucha suerte la Pantera se las había robado a los policías hace unos meses durante un tiroteo en la zona limítrofe de la ciudad.
Debido a eso, el gobierno impuso el castigo de bordear Zalam en su totalidad, y evitar la entrada y la salida a cualquier persona. Orden que fue declarada por el mismo presidente del país mediante una cadena nacional televisada.
Las armas se mantuvieron guardadas en el arsenal secreto de La Guarida, donde la policía tenía prohibida la entrada desde hace décadas. A menos que, por supuesto, tuvieran ganas de iniciar una guerra contra los locales, quienes en su mayoría eran pandilleros armados y entrenados para defender los distritos de Zalam a costa de sus vidas.
Por otro lado, Omer estuvo muy tranquilo las últimas semana, especialmente después de que Asher le dejara claro que no se jugaría más la vida por él ni lo excusaría de nuevo frente a su madre.
A Asher le preocupó la forma con la que su hermano se había tomado sus advertencias, pues días después pidió un descanso y se retiró a la casa del campo en la zona fértil, con la excusa de reflexionar un poco sobre su vida y descansar mientras que la misión de cierre no tenía fecha establecida.
—Está asentando cabeza, es todo —aseguró Olivier, sirviéndose un trago de whisky.
—¿Omer? ¿Asentando cabeza? —chistó, mientras jugaba con su bolígrafo—. Ver para creer.
—No lo presiones tanto. —tomó asiento frente a Asher—. Quizás pensó en tus palabras y se dio cuenta de su error.
—Olivier, nadie conoce a Omer más que yo —lo señaló con el bolígrafo—. Cuando está en problemas, se vuelve tranquilo y se aleja de todos; desde que era un niño es así. Espero estar equivocado esta vez.
—¿Qué problema puede haber? —Estiró sus brazos en el aire—. Todo está en orden. Hizo su parte del trabajo, ahora vuelve a cenar a casa. Ha entrenado a los chicos nuevos jodidamente, y solo se retiró unos días para pensar.
—Nadie cambia de la noche a la mañana.
La puerta de madera negra se abrió de un portazo, interrumpiendo la conversación y volviendo el ambiente tenso.
Asher alzó una de sus oscuras cejas enfocando la escena que sucedía en la puerta de su despacho; la secretaria se encontraba halando el brazo de una chica que parecía cegada por el enojo y la rabia.
—¡Suéltame, estúpida! —esquivó su agarre y dirigió sus azules ojos a Asher, quien la miraba con atención.
Olivier apuntó su pistola hacia la cabeza de la extraña, pero a ella no pareció importarle en absoluto aquella reacción. Se aproximó con pasos seguros hacia Asher, quedando justo al frente de su escritorio.
—¿Eres el hermano de Omer?
Asher esbozó una sonrisa sarcástica y lanzó una mirada fugaz a Olivier que decía claramente «te lo dije». Luego, con un leve gesto de sus ojos, le indicó que bajara su arma y saliera de la oficina.
—¿Cómo es que entras así a mi oficina? —preguntó, luego de llevar sus manos a los bolsillos—. ¿En tu casa no se tocan las puertas?
—¿Eres tú o no?
—Desgraciadamente, soy yo —replicó, al mismo tiempo que sacaba una paca de billetes enrollados del cajón del escritorio.
—¿Dónde está? —preguntó de nuevo, ignorando las acciones del pelinegro—. ¡Quiero verlo ahora mismo!
—Escucha, las amantes de mi hermano son incontables. No puedo recordar la cara de todas las que vienen a buscarlo con desesperación. —Deslizó la paca de billetes hacia ella—. Te recomiendo que no hagas dramas y aceptes ese dinero como disculpa por las molestias.
Una rabia profunda se apoderó del rostro de Hayat y un deseo de golpear a Asher la obligó a apretar sus puños. Sin embargo, optó por controlar su ira y pronunciar una frase que cambiaría el rumbo de la conversación.
—Soy la hija de Musa Toskán y estoy embarazada de Omer.
El rostro del pelinegro se volvió tan pálido que su barba oscura resaltaba con mayor intensidad. Sus labios se entreabrieron en incredulidad, y por un instante sintió que la sala giraba a su alrededor. Solo podía fijar su mirada en aquellos ojos azules que comenzaron a volverse familiares y observar el rencor que emanaba de ellos.
Tener a la hija de la Pantera a dos pasos de él, afirmando estar embarazada de su hermano, era una sentencia de muerte anunciada. Esa noticia ponía una navaja en el cuello de toda su familia.
—Im... posible —titubeó, mientras negaba con la cabeza—. Debes estar equivocada. Omer no haría algo así.
Asher sabía que la única hija de Musa Toskán no había vivido en Zalam durante varios años. Además, su hermano conocía perfectamente las reglas y, aunque era impulsivo, Asher no creía que pudiera cometer un error de tal magnitud.
—¡No estoy equivocada! —elevó la voz—. Omer y yo estamos saliendo desde hace meses, y ahora estoy embarazada de su hijo. —Tocó su vientre con lágrimas contenidas—. Tengo las pruebas si quieres verlas. Desde que se enteró, me evade como un cobarde.
La tensión de Asher aumentaba con cada palabra que Hayat gritaba sin pensar en las consecuencias. Sentía como si el aire se espesara a su alrededor, haciéndole difícil respirar.
#299 en Detective
#50 en Novela policíaca
#3861 en Novela romántica
traiciones venganzas mafias y matanzas, romance y mafia accin, romance y matrimonio arreglado
Editado: 03.01.2025