La noche en la posada fue tranquila, pero el aire estaba cargado de expectativa. Aiden se levantó antes del amanecer, observando desde la ventana de su habitación las luces de la ciudad de Kandor encenderse poco a poco. Su mente trabajaba sin descanso, trazando estrategias, anticipando obstáculos y midiendo el peso de cada paso que tomara. El mundo había cambiado mucho desde que dejó la protección de su hogar adoptivo, y ahora, frente a un enemigo tan imponente como los titanes, no podía permitirse el lujo de cometer errores.
El resto del grupo se reunió en la sala común, listos para iniciar el día. Shera, con su mirada alerta y sus alas recogidas, observaba cada rincón con la atención de alguien que nunca dejó de desconfiar de lo desconocido. Titania y Mistreya debatían en voz baja sobre posibles rutas hacia las montañas. Mughan, por su parte, se mantenía en silencio, su expresión reflejando una mezcla de concentración y determinación. Zerah permanecía a un lado de Aiden, como una sombra protectora, siempre atenta a cualquier amenaza.
—Hoy es el día en que empezamos a mover las piezas —dijo Aiden mientras los miraba a todos—. Kandor puede parecer una ciudad pacífica, pero no debemos bajar la guardia. Tenemos enemigos en las sombras y aliados que aún desconocemos. Cada uno de ustedes tiene una tarea crucial. ¿Listos?
Un murmullo de asentimiento recorrió el grupo. Sabían que lo que estaba por venir requeriría más que fuerza y habilidades; necesitarían inteligencia, estrategia y, sobre todo, confianza mutua. El equipo se dividió según lo planeado, cada dúo con su misión clara. Aiden y Zerah se encaminaron hacia el mercado central, donde rumores sobre un antiguo herrero especializado en artefactos mágicos podrían llevarlos a encontrar el equipo que tanto necesitaban.
Mientras tanto, Shera y Titania, enviadas a explorar los límites de la ciudad, se encontraron con una sorpresa inesperada: una serie de túneles que parecían extenderse hacia las montañas. La existencia de estos pasajes subterráneos planteaba nuevas preguntas y, posiblemente, una oportunidad.
Mistreya y Mughan, por su parte, optaron por acercarse a las élites locales, usando su experiencia para sonsacar información sobre los titanes refugiados en la cordillera. Si alguien conocía los secretos del reino, serían los nobles que lo gobernaban.
El día estaba en marcha, y con él, las primeras piezas del plan de Aiden comenzaban a moverse. Sin embargo, en el corazón de Kandor, fuerzas desconocidas también estaban alerta. Los titanes no eran los únicos enemigos; había quienes observaron la llegada del grupo con especial interés.
El túnel misterioso
Las paredes del túnel seguían estrechándose y expandiéndose, como si el propio lugar estuviera vivo, respirando de forma irregular. Titania avanzaba con cautela, observando cada grieta y cada sombra mientras creaba pequeñas llamas flotantes que apenas iluminaban unos pocos metros adelante.
—Esto no me gusta nada... —murmuró, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda.
—Es demasiado silencioso —respondió Shera, con los ojos cerrados mientras concentraba su percepción extrasensorial en los alrededores—. El túnel no tiene fin aparente, pero hay demasiadas bifurcaciones. Y algo más...
Titania se giró hacia ella.
—¿Qué cosa?
Shera abrió los ojos lentamente, sus pupilas brillando con un resplandor inquietante.
—El aire se siente diferente. Hay movimiento, pero no es el nuestro. Nos están observando.
El corazón de Titania se aceleró, pero intentó mantener la compostura.
—¿Cuántos?
Shera frunció el ceño, extendiendo sus sentidos aún más.
—Es difícil de decir. Cuatro... no, cinco. No, espera... hay más. Se están moviendo rápido, y el eco confunde mis percepciones.
Titania apretó los dientes, evaluando las posibilidades. Si regresaban, estarían completamente expuestas; si seguían avanzando, podrían caer directamente en una trampa.
—Esto no es bueno. No tenemos un punto de ventaja en este lugar... —murmuró mientras cerraba un puño, concentrando las llamas en sus palmas.
Shera dio un paso adelante, con su expresión más seria.
—Si vamos a salir de aquí, necesitamos una estrategia. No podemos permitir que nos embosquen en sus términos.
—¿Tienes algo en mente? —preguntó Titania, girándose hacia ella con una mezcla de preocupación y esperanza.
Shera asintió lentamente, su voz más tranquila de lo habitual.
—Podría usar mis sombras para ocultarnos. Si nos movemos con cuidado, podríamos evitar la emboscada y llegar a un punto más abierto donde podamos contraatacar. Pero si nos descubren...
Titania entendió lo que quería decir. No habría lugar para errores.
—Y si combino mis portales con tus sombras, podríamos adelantarnos a ellos. Podría colocarnos detrás de sus posiciones y rodearlos en lugar de que ellos nos rodeen a nosotras —propuso, su voz firme pero cargada de tensión.
Shera reflexionó unos segundos antes de asentir.
—Es arriesgado, pero es nuestra mejor opción.
Ambas continuaron avanzando, fingiendo no haberse percatado de las presencias que las acechaban. Cada paso era un desafío para sus nervios, pero sabían que debían aparentar calma si querían ejecutar su plan.
Shera, mientras tanto, seguía concentrada en las figuras que se movían a su alrededor. Los sentía cada vez más cerca, posicionándose estratégicamente para cerrarles el paso.
—Son al menos siete ahora —dijo en un susurro, inclinándose ligeramente hacia Titania—. Están formando un semicírculo alrededor de nosotras.
Titania apretó los dientes.
—¿Nos están guiando hacia algo?
Shera asintió, su rostro sombrío.
—Probablemente. No parece una simple emboscada; tienen un propósito.
El túnel comenzó a ensancharse, abriéndose en un espacio más amplio. Las sombras parecían más densas en esta área, y el sonido del agua goteando desde el techo añadía una capa de inquietud al ambiente. Titania miró a Shera de reojo, sus llamas temblando ligeramente.
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Editado: 14.01.2025