La Guerrera de Corazón Puro | Dragon Ball Z

04

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La cola de Gohan, así como la esfera que traía en su gorro, fueron tema de conversación por unos momentos. Milk entendía lo segundo, pero no sabía por qué llamaba tanta atención la cola si todos sabían que Goku tenía una igual cuando era niño. Y aun así, eso pareció poner a Bulma y los demás un poco nerviosos.

Sobre la esfera de cuatro estrellas, Goku se había empeñado a buscarla por lo importante que era para él. Le había dedicado un tiempo a ello, pero Milk lo comprendió. El único riesgo era que alguien como la Patrulla Roja o Piccolo Daimaku se le ocurriera buscarlas y dar con su casa, en especial porque Goku había encontrado otras dos en el proceso que también guardaban. Pero bueno, quien se atreviera a invadir la casa de Son Goku para quitarle las tres esferas, definitivamente se llevaría una mala experiencia.

Luego de pasar un rato viendo las invenciones de Bulma, Gohan ahora se encontraba montando a la vieja tortuga, que paseaba al niño por la playa mientras éste reía contento. Milk lo observaba desde una distancia prudente, intentando de nuevo no ser tan protectora.

«Casi se cae por una cascada esta mañana, caerse del lomo de una tortuga no sería nada» se decía a sí misma, intentando convencerse.

Procuró mejor distraerse con otra cosa, y desvió su mirada hacia Goku y Krilin. El maestro Roshi y Bulma había entrado a preparar un poco de té para acompañar los panecillos que esta última había traído, pero los dos viejos compañeros de enteramiento se habían colocado cerca de la orilla, platicando al mismo tiempo que tomaban rocas del suelo y las lanzaban de regreso al mar lo más lejos que sus extraordinarias fuerzas le permitían.

Milk se aproximó cautelosa hacia ellos, parándose a un lado de su esposo para contemplar el horizonte a la distancia.

—Hacía mucho que no venías por aquí, ¿verdad? —le preguntó con voz curiosa a Goku, volteándolo a ver con una sonrisita.

—Sí, así es —respondió Goku, justo antes de lanzar otra roca. Ésta rebotó en la superficie casi plana del océano y se alejó dando saltos hasta desaparecer muy, muy lejos.

—Resulta un tanto intimidante mirar alrededor y no ver nada más que mar —mencionó Milk, reflexiva—. Aunque también resulta pacífico. ¿Es entonces aquí donde solían entrenar con el maestro Roshi?

—En realidad él nos llevó a diferentes sitios mientras entrenábamos con él —indicó Krilin—. Pero creo que éste en particular siempre fue como un hogar para nosotros. ¿No lo crees, Goku?

Goku le respondió con un ligero asentimiento de su cabeza.

—Entiendo —susurró Milk, y fijó al instante su atención en el rostro de perfil de su esposo, en su característica sonrisa, y en esa mirada libre de cualquier tipo de malicia que observaba hacia el frente. Con la luz del sol bañando su rostro, se veía en verdad muy apuesto.

Milk sintió su corazón agitarse un poco ante la imagen del hombre a su lado, e instintivamente se le acercó más, apoyando su cabeza contra su ancho y fuerte hombro—. Me hubiera gustado mucho acompañarte en esos días.

—¿Te hubiera gustado entrenar con nosotros, Milk? —preguntó Goku, algo sorprendido.

—Ay, no —rio la mujer, divertida—. No creo que podría haberles seguido el ritmo. Pero quizás podría haberte cocinado y cuidado, lavado y cocido tus trajes, recibido con los brazos abiertos cuando volvieras después de cada entrenamiento como si estuviéramos casados.

—Pero si ya haces todo eso ahora, Milk —señaló Goku con ligera humor, colocando una mano atrás de su cabeza.

—Sí, lo sé pero… sólo digo que hubiera sido bonito hacerlo en aquel entonces. ¿No te lo imaginas?

Goku miró pensativo al cielo, pareció meditar sólo unos segundos en la pregunta, y entonces respondió con bastante calma:

—Pues a mí la verdad creo que no me hubieran importado mucho esas cosas. Bueno, tal vez la comida sí, aunque Launch se encargaba de todo eso sin problema.

No era ni de lejos el tipo de respuesta que Milk se esperaba, y ciertamente hizo mellas rápidamente en su buen humor. Pero bueno, ¿qué podía esperar viniendo de él?

—Bueno —murmuró con amargura, separando la cabeza de su hombro—, pues discúlpame por…

—A mí lo que me hubiera gustado es que entrenaras con nosotros —mencionó Goku abruptamente antes de que ella terminara de hablar—. De seguro te hubieras vuelto muy fuerte de haber realizado el entrenamiento del maestro Roshi.

Milk se sobresaltó, notablemente sorprendida por aquel comentario, y se giró a mirarlo de nuevo con sus ojos bien abiertos y azorados.

—¿Yo? ¿En verdad crees eso? —peguntó dubitativa.

—Claro que sí —respondió Goku rápidamente, a diferencia de ella sin la menor duda acompañado sus palabras—. Después de todo, eres la mujer más fuerte que conozco.

Milk fue capaz de sentir como sus mejillas se ruborizaban al escucharlo decir aquello. Aunque a la mayoría de las chicas aquello no les parecía ni siquiera algo cercano a un cumplido, Milk sabía que viniendo de quien venía lo era; y uno muy significativo.

—Gracias, Goku —masculló despacio, ligeramente apenada; tanto que incluso se vio forzada a agachar su mirada hacia la arena—. Pero ser la más fuerte nunca ha sido de mi interés. Si acaso llegué a practicar artes marciales de joven, fue sólo para poder defenderme, y algún día poder estar contigo.



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En el texto hay: peleas, dragon ball z, universoalterno

Editado: 06.04.2024

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