La Guerrera de Corazón Puro | Dragon Ball Z

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Justo un instante antes de que aquella esfera de energía la golpeara, la figura rápida y ágil de un tercero en la escena se lanzó contra Milk, tacleándola lejos del alcance de aquel mortal ataque. El cuerpo de ambos se abalanzó hacia un lado, y la esfera de Piccolo siguió de largo, golpeando el suelo justo en donde Milk se había encontrado hace un segundo, destruyéndolo y dejando en su lugar un gran agujero humeante.

Milk abrió rápidamente sus ojos, confundida y aturdida. Estaba viva, eso estaba claro… Pero, ¿qué había pasado?

Como pudo alzó su mirada para intentar entender qué había ocurrido. Estaba sentada en el suelo, pero alguien la sujetaba con un brazo por la espalda. Y al posar su mirada en el pecho de aquella persona, lo primero que sus sentidos pudieron notar fue el keikogi rojizo, con el símbolo de la tortuga a un costado del pecho.

Aquello provocó que el corazón de Milk diera un vuelco en su pecho.

«¡Goku!» pensó con asombro, y rápidamente alzó su mirada para ver el rostro de esa persona. Sin embargo, éste obviamente no era el de la persona que ella creía.

—Krilin —susurró despacio al reconocer el distintivo rostro de su salvador.

El joven de cabeza calva no la miraba, sino que tenía su expresión nerviosa en dirección a Piccolo. Éste, a su vez, no tardó mucho en darse cuenta de lo que había pasado, y posó sus penetrantes ojos oscuros en ellos.

—¿Y tú qué haces aquí, Krilin? —le cuestionó Piccolo con severidad—. ¿Has venido también a fastidiarme?

—No, espera un poco, Piccolo. Por favor —exclamó Krilin rápidamente, alzando una mano hacia él en señal de calma—. Te pido que tengas un poco de compasión… Milk sólo estaba muerta de preocupación por su hijo…

—¿Compasión? —pronunció Piccolo con tono sarcástico, cortando las palabras del joven—. Ustedes no han entendido lo grave de la situación. Si lo hicieran, no estarían aquí perdiendo su tiempo, y el mío.

—Lo entendemos, Piccolo —respondió Krilin, intentando con todas sus fuerzas parecer seguro—. Te juro que sí. Pero entiende, Gohan es sólo un niño; necesita a su madre. Por favor… devuélvenoslo, y te prometo que nosotros lo entrenaremos para que pueda luchar en un año con los Saiyajins.

—No dejaré algo tan importante en manos de inútiles como ustedes. Y si se empeñan en seguir siendo un estorbo, me encargaré de eliminarlos a ustedes también.

Repitiendo de alguna forma la misma amenaza que había hecho con Milk, Piccolo alzó de nuevo su mano, ahora en dirección a Krilin y Milk por igual, dándole forma de inmediato a otra esfera de energía… sólo que incluso más grande que la anterior.

Krilin se hizo un poco hacia atrás, y tragó saliva, nervioso. Los tres permanecieron en silencio varios segundos, casi esperando a que el otro hiciera algún movimiento, o temerosos de que el equivocado los terminara perjudicando. Al final, Krilin respiró lentamente, y con la mayor calma posible dijo al fin:

—Está bien, Piccolo; tú ganas… Nos iremos en este momento y ya no te molestaremos. Te lo prometo.

Piccolo los observó en silencio sin mutarse, aún con la esfera de energía danzando en su palma esperando a ser lanzada contra sus objetivos. Era imposible por su expresión intentar adivinar qué le pasaba por la cabeza, o si acaso la súplica de Krilin tenía algún sentido tratándose del terrible demonio que era. Quizás la mejor opción sería tomar a Milk y salir volando de ese sitio lo más rápido que pudiera antes de que se decidiera a no permitírselos.

De pronto, para asombro de ambos, la esfera en la mano de Piccolo se esfumó, y el hombre de piel verde bajó al instante siguiente su brazo.

—Por esta ocasión les perdonaré la vida —pronunció Piccolo en alto, sonando más como una ferviente amenaza—. Pero les advierto que si me cruzó de nuevo con cualquiera de ustedes antes de un año, o con algún otro de los amigos de Goku, los aniquilaré sin vacilación. Y no me importará quién pueda o no ser revivido por las Esferas del Dragón. ¿Está claro?

No esperó que a alguno le diera una respuesta, pues de inmediato se elevó rápidamente al aire. Y para cuando Krilin y Milk lograron alzar sus vistas en su dirección, sólo alcanzaron a ver cómo su cuerpo se cubría de energía, y luego salía disparado a toda velocidad para alejarse de inmediato de ahí.

—¡No! ¡Qué no se vaya! —exclamó Milk de golpe, intentando pararse—. ¡Nube Voladora!

La nube dorada respondió de inmediato a su llamado, bajando del cielo y estacionándose delante de ella. Sin embargo, en cuánto intentó subirse a ella, Krilin se apresuró a sujetarla para detenerla.

—¡No, Milk!

—¡Suéltame! —gritó la mujer furiosa, intentando avanzar hacia su transporte, pero sin lograr zafarse del fuerte agarre del guerrero, en especial por lo débil que se encontraba—. ¡Tengo que seguirlo antes de que se aleje demasiado! ¡Necesito obligarlo a que me diga en dónde está Gohan! ¡Debo salvarlo!

—¡Basta! Escuchaste lo que dijo. Si lo sigues provocando, ¡sólo lograrás que ahora sí te mate!

—¡No me importa! —gritó con todas sus fuerzas al aire, sus ojos cubiertos de lágrimas—. ¡No me importa morir! ¡Yo tengo que salvar a mi hijo!



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En el texto hay: peleas, dragon ball z, universoalterno

Editado: 06.04.2024

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