19
—¿No has oído hablar del Agua Ultrasagrada? —le preguntó Karin con curiosidad, a lo que Milk respondió negando lentamente con la cabeza—. Cuando Goku y Roshi subieron aquí por primera vez, fue justamente para buscar esta agua, pues es bien sabido que si logras beberla, tus habilidades aumentarán considerablemente.
—¿De verdad? —exclamó Milk, sorprendida. Se giró entonces a mirar de nuevo hacia la vasija sobre la columna. Su superficie brillaba con la luz del sol matutino que la tocaba—. ¿Es acaso algún tipo de agua mágica?
Milk siguió contemplando la vasija en silencio, invadida de inicio por un marcado sentimiento de escepticismo. Ciertamente la idea de un agua mágica que te hacía más fuerte le sonaba un poco irreal. Sin embargo, no podía olvidar que vivía en un mundo en el que existían esferas que al reunirlas podías pedir cualquier deseo, incluso revivir a los muertos. Un mundo donde era capaz de volar sobre una nube, viajar hacia la orilla misma que separaba este mundo y el otro, o recuperar enteramente sus fuerzas y curarse de todas sus heridas tras comer solamente una pequeña semilla. Y en especial, un mundo en donde un hombre como su esposo podía realizar proezas que superaban por mucho las de cualquier otro ser humano.
Si lo pensaba objetivamente, en comparación todo sonaba, hasta cierto punto, posible.
—¿Y Goku y el maestro Roshi bebieron de ella? —preguntó a continuación con marcado interés, mirando de nuevo hacia el maestro Karin.
El viejo ermitaño asintió con solemnidad.
—Ambos bebieron el agua. Y para el momento en que lo hicieron, se habían vuelto asombrosamente más fuertes. Fue gracias a eso que Goku logró derrotar a Tao Pai Pai cuando era apenas un niño.
Milk conocía esa historia. Upa había hablado al respecto la noche antes de que comenzaran la escalada de la torre. Y además, si no recordaba mal, ese asesino Tao Pai Pai fue uno de los participantes del torneo de hace cinco años, en busca de venganza contra Goku. Así que él había sido capaz de derrotarlo gracias a esa agua.
—Es decir que si yo bebo de ella… ¿podré volverme más fuerte? ¿Lo suficiente para poder entrenar con los otros?
—Es probable —respondió Karin con tono tranquilo—. Definitivamente si logras beberla, te habrás vuelto mucho más fuerte de lo que eres ahora. Y así podría darte un cascabel para subir al Templo Sagrado. ¿Qué dices? ¿Te interesa?
Milk tuvo un primer reflejo de responder afirmativamente a aquella pregunta, sin siquiera pensarlo demasiado. Sin embargo, aunque su boca se abrió para pronunciar su respuesta en alto, retrocedió a último momento y guardó silencio un poco más.
Algo le resultaba un poco extraño en todo eso. ¿Con sólo beber de esa agua le permitiría ya subir al Templo Sagrado cuando hace un momento se negó rotundamente a hacerlo? ¿En verdad la haría tan poderosa? ¿Por qué no se la ofreció desde un inicio en lugar de decirle todo eso que le dijo?
No quería pensar mal ni ponerse demasiado paranoica, pero ciertamente algo le provocaba cierta desconfianza.
—¿Hay algún efecto secundario? —preguntó de pronto—. De beber el agua, me refiero.
—En lo absoluto —respondió Karin con normalidad—. Ningún efecto negativo diferente a beber agua común.
—¿No hay ningún truco, entonces? —murmuró Milk, achicando los ojos.
—Ningún truco —respondió Karin con voz risueña—. Si bebes el agua, te daré un cascabel. Tienes mi palabra.
Alzó entonces su mano (¿o garra?) derecha en señal de juramento.
Milk no percibió malicia ni mentira alguna en sus palabras. Parecía en verdad sincero.
Una sonrisa feliz, pero también de gratitud, se dibujó en los labios de la joven mujer. Quizás todo lo que ella le había dicho lo había conmovido de alguna forma, y quiso entonces darle la oportunidad. En el fondo era en verdad el sabio ermitaño que todos le habían dicho.
—Muchas gracias, maestro —pronunció Milk con solemnidad, inclinando su cuerpo respetuosamente hacia él. Se irguió de nuevo y miró sobre su hombro hacia la vasija—. Entonces, puedo tomarla, ¿verdad?
—Adelante.
Milk asintió y se giró rápidamente hacia el pedestal. Comenzó a avanzar con paso presuroso y decidido hacia él. Se sentía emocionada por la idea de obtener todo ese poder que le prometía, suficiente para entrenar con Kamisama, quizás incluso para enfrentar directamente a Piccolo Daimaku. Todo el esfuerzo de subir la torre habría valido por completo la pena después de todo.
Y mientras tenía su atención totalmente puesta en la vasija, a unos pasos de estar más que lista para tomarla y beber de ella, sintió de pronto que algo le golpeaba sus pies a medio paso. Fue un golpe rápido y directo, de adelante hacia atrás, que le arrastró los pies y propició que todo su cuerpo se precipitara directo hacia el frente, y su rostro chocara de frente contra el pilar sobre el que se sostenía la vasija.
—¡Ah! —gritó Milk de dolor tras aquel fuerte golpe. Su cuerpo siguió cayendo hasta quedar de pecho al suelo. Ya en el piso se giró sobre su espalda, y se agarró con ambas manos su cara enrojecida por el golpe.
¿Qué había pasado? ¿Con qué se había tropezado?