La Guerrera de Corazón Puro | Dragon Ball Z

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Las horas pasaron una detrás de otra sin que Milk fuera del todo consciente de esto. Su enfocó tanto en intentar atrapar esa vasija, que Karin movía por todo aquel espacio jugando “al gato y al ratón” con ella, que no reparó en lo tarde que se estaba haciendo hasta que el sol comenzó a meterse. Fue también en ese instante en el que el cansancio de su cuerpo se volvió más tangible e insostenible, y sus piernas terminaron por ceder y su cuerpo entero se desplomó de sentón al suelo.

Se quedó ahí un buen rato, respirando agitadamente, y con su corazón retumbando con violencia bajo su pecho.

—¿Qué pasa? —le preguntó la voz chillona de Karin, de pie a unos metros de ella—. ¿Ya te cansaste tan pronto?

—¿Tan pronto? —exclamó Milk con irritación. Se giró entonces a mirar al cielo, que comenzaba a tornarse de un tono anaranjado con el inminente ocaso—. No puede ser que en verdad esté anocheciendo ya.

«Estuve todo el día en esto» pensó, como una pequeña recriminación para sí misma.

Lo extraño era que no le había dado hambre en todo ese tiempo, y aún no lo sentía. ¿Sería algún efecto de la semilla que me habían dado más temprano? Como fuera, no se paró demasiado a pensar al respecto, pues lo que más le agobiaba era la frustración de no haber logrado nada. No estaba ni un poco más cerca de obtener la dichosa Agua Ultrasagrada, o lo que fuera.

—Bien, me parece que fue un buen primer día —exclamó Karin con optimismo, y se dirigió en ese momento hacia las escaleras que llevaban al nivel inferior—. Si quieres descansemos y seguimos mañana.

—¿Mañana? —espetó Milk, exaltada. Y sobreponiéndose a su cansancio, logró ponerse de pie e ir tras él—. Espere un momento, ¿cuánto tiempo tiene pensado seguir con esto?

—El tiempo que necesites —respondió Karin con asombrosa normalidad—. Yo no tengo ninguna prisa.

—¡Pero yo sí!

Milk siguió al viejo ermitaño hasta el nivel inferior de la torre. Éste aún cargaba consigo su bastón, y la vasija colgando de ésta. Se sintió tentada a intentar quitársela ahora que le daba la espalda y estaba (aparentemente) distraído. No obstante, tras todo un día de estarlo persiguiendo, presintió que pasaría exactamente lo mismo de todas formas.

—No hay necesidad de que te presiones a ti misma —comentó Karin—. Después de todo, a Goku le tomó tres días arrebatarme la jarra.

—¿Tres días? —exclamó Milk sorprendida, deteniéndose de su sitio—. ¿Él tuvo que hacer lo mismo…?

Había comenzado a pensar que aquello era algún tipo de broma que le estaba jugando sólo a ella. Pero, ¿Goku igualmente tuvo que hacer eso mismo cuando subió por primera vez? Si ese fue el caso, le hubiera gustado que se lo contara, quizás así hubiera estado mejor preparada para lo que se encontraría. Pero supuso que era una de esas cosas en las que su difunto marido no solía pensar si nadie le preguntaba al respecto directamente.

—Así es —asintió Karin, y luego se giró de lleno hacia ella para encararla—. Aunque claro, a Roshi le tomó unos… tres años.

Aquello para Milk fue como un balde de agua fría cayéndole directo en la cabeza, desapareciendo en un chasquido cualquier rastro de agotamiento que le quedara encima.

—¡¿Tres años?! —exclamó en alto, resonando casi como un rugido—. ¡¿Me está diciendo que el Maestro Roshi estuvo aquí tres años hasta que pudo quitarle esa vasija?!

—Más o menos —respondió Karin con absoluta calma.

—Eso… eso mentira, ¡no puede ser cierto!

—Yo nunca miento —declaró Karin con firmeza—. No normalmente, al menos.

Acompañó su comentario con otra de esas risas burlonas.

Las piernas de Milk volvieron a ceder, y cayó de sentón al suelo una vez más. Su cabeza le daba vueltas, y sintió de pronto una fuerte opresión en el estómago.

Le sería imposible de creer lo que le decía, sino fuera por su propia experiencia de ese día, en el que por más que lo intentó no logró acercarse a esa vasija más de lo que el Maestro Karin claramente quería que se acercara. Era demasiado rápido, y era como si lograra predecir por completo cada uno de sus movimientos, al mismo tiempo que lograba moverse tan impredeciblemente que la tomaba totalmente desprevenida. Y a eso encima tenía que sumarle lo mucho que se le dificultaba respirar en ese sitio, muy seguramente por la altura.

Goku tardó tres días, y el Maestro Roshi tres años… Y ambos eran guerreros muy por encima de ella. ¿Cuánto tiempo le tomaría lograr lo mismo…?

—No… —susurró despacio, y justo entonces se paró rápidamente con mayor convicción—. ¡No puedo perder todo ese tiempo aquí! ¡Mi hijo me necesita ahora mismo! ¡Y esos extraterrestres llegarán en menos de un año!

—No tienes que quedarte aquí si no quieres —señaló Karin con simpleza—. Puedes irte a casa como te propuse desde el inicio.

—¡¿Por qué no sólo me da el agua y ya?! —exclamó Milk, molesta—. Dijo que con beberla me volvería lo suficientemente fuerte para entrenar con los otros. ¿Por qué pasar por todo esto? ¡Es absurdo!

Ambos guardaron silencio unos segundos, mirándose mutuamente (o al menos a Milk le pareció que en efecto la miraba). Mientras la expresión felina de Karin era totalmente indescifrable, en el rostro de Milk se reflejaba una fierra convicción y dureza.



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En el texto hay: peleas, dragon ball z, universoalterno

Editado: 06.04.2024

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