Los dos hombres estaban tumbados en el suelo mientras que Melania escuchaba en su cabeza, la voz de Amanda.
—¿Qué quieres? ¿Por qué haces esto?—Miraba al cielo en busca de alguna señal.
—Esas mismas dos preguntas son las que me hizo un chico de cabello negro y de ojos azules.
—Jin, ¿Por qué?
—Ha sido mi decisión, al igual que la tuya ha sido ignorarme.
—¿Qué? ¿A qué viene eso? ¿Cuándo te he ignorado yo a ti?
—¿No te acuerdas? A ver si esto te refresca la memoria—De la nada una bola de fuego iba directamente hacia ella, a duras penas pudo esquivarla, también tenía que estar atenta a los dos hombres que estaban en el suelo.
—¡Ya está bien Amanda! ¡Para ya!
—Quiero mostrarte algo—Una carta apareció. —Es de Jin, era para ti, qué pena que nunca llegue a su destino.
—¿Qué quieres decir?—La carta estaba en perfecto estado hasta que le prendió fuego y la quemó. —¡No!
—Ahora nunca sabrás lo que había escrito tu amigo muerto—Dijo mientras caían cenizas de la carta.
—Bien—Dijo con algunas cenizas en sus manos. —Has logrado hacerme enfadar—Dejó caer las cenizas y con sus manos pudo visualizar una bola de energía—¡Rayo oscuro!—De la bola energética salían rayos negros y violetas hasta el cielo.
—Este hechizo se te ha quedado corto ¿no crees?—Dijo riéndose. Bianca y Sabrina salieron fuera y contemplaron toda la situación.
—¡Melania! ¿Qué ha pasado aquí?
—Bianca, Sabrina, volved dentro, ¡fuera de aquí ahora!
—¿Pero qué pasa?—Preguntó Sabrina.
—Coged a esos dos, está cerca—Dijo mirando al cielo.
—¿Quien?
—Qué extraño… ya no la oigo… entremos dentro vamos—Melania, Sabrina y Bianca entraron a los dos hombres tirados en el suelo. Seguían dormidos o desmayados, Melania se sentó, no paraba de pensar que era una amenaza contra ella.
—¿Qué ha pasado ahí fuera? Nos hemos quedado dormidas Sabrina y debíamos protegerla.
—No me debíais proteger, de hecho ellos lo tenían que hacer, pero ya lo decía yo, mucho musculo y poco cerebro, no necesito a nadie, yo misma puedo cuidarme sola…—Se puso su mano derecha en la cabeza, se mareaba.
—¡Melania!
Se había desmayado, estaba dormida con la cabeza en la mesa. Jessica apareció por sorpresa de Bianca y Sabrina, quienes hablaron con ella.
—¡Jessica! ¿Sabes que le pasa?—Preguntó Sabrina.
—Ha gastado mucha energía, de hecho ha hecho el segundo hechizo más poderoso de la magia negra. Amanda no la debía de encontrar.
—Pero vamos a ver, ¿qué es lo que le molesta tanto de mi hermana?
—La razón por la cual parece estar muy enfadada con tu hermana es por el primer curso de magia de Amanda. Veréis, Amanda era nueva en la escuela y parecía que admiraba a tu hermana, que era muy popular en ese entonces, ella y sus amigos que con gran esfuerzo se ganaron el título de hechiceros poderosos.
—Pero Melania era buena ¿no? Quiero decir, no era de esas pijas que solo le importaban su popularidad ¿verdad?—Preguntó Bianca.
—Por supuesto, el nombre de hechiceros poderosos no solo era porque eran buenos con la magia, si no que también eran buenos ayudando a los demás con sus clases y eran amables, claro que cada uno tenía sus altibajos, pero eso es como todo el mundo.
—¿Y qué pasó con Amanda?—Preguntó Sabrina.
—Amanda era una chica reservada y tímida, no se acercaba a nadie, pero un día Melania se acercó a ella y hablaron, y al parecer se hicieron amigas así que quedaron, pero Melania no fue y entonces Amanda la odio.
—¿Qué?—Melania se levantó. —¿Amanda me odia?
—¡Melania! ¿Estabas despierta?
—Llevo rato despierta, ¿por qué no me lo has dicho antes? Entonces, mis amigos… yo he tenido la culpa de que murieran, por mi culpa Amanda los mato.
—No digas eso, tú no tienes la culpa de que Amanda se volviera oscura.
—No pude ir a la quedada, me supo tan mal que al día siguiente quería hablarle del tema pero se fue de la escuela, y no la volvimos a ver hasta el mes pasado.
—Ya había formado el plan.