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En la cabaña, bajo la atenta mirada de Amadeus, Amelia se sometía al entrenamiento más exigente de su vida. El Éter Oscuro, aunque anclado por su amor a Demir, seguía siendo una fuerza indómita.
Amadeus la obligaba a concentrar todo el poder del Éter en un hilo de energía tan fino como un cabello.
—El poder de Ciro es disperso, un manto. El tuyo debe ser una aguja, Amelia— instruía el viejo hechicero—.El Ojo de la Ceniza no se destruirá con fuerza bruta; se destruirá con precisión. Debes sobrecargar el punto central, sin desestabilizarte.
Amelia sudaba, sus músculos temblaban. Intentaba mantener el hilo de Éter estable, pero los recuerdos de la furia desatada en el palacio aún la acechaban.El Éter danzaba en sus manos, obediente pero volátil.La lección de Amadeus era forjar la voluntad, firme y sutil.Concentración sobre el caos, el amor sobre la rabia ciega.Para transformar la inundación del poder en una flecha que se entrega.
—Piensa en el nexo, Amelia— ordenó el mentor, con voz severa—.Visualiza el punto débil de Ciro, el núcleo de su era.No te dejes consumir. Recuerda el ancla, recuerda a Demir.Usa el Éter para dar vida, no para morir.
Después de horas, Amelia logró materializar una esfera perfecta de Éter oscuro, estable y contenida. La había dominado. Estaba lista.
Al caer la noche, Demir Volkov e Iván se prepararon. El Príncipe vestía su armadura, pero sus ojos brillaban con la intensidad roja de su linaje vampírico. Iván se cubrió con una capa oscura, su velocidad vampírica amplificada por runas de Amadeus.
—La finta debe comenzar a medianoche— instruyó Demir, ajustando la espada—.Amelia, tú te infiltrarás en el Osario una hora después. Esto nos dará tiempo para cortar los nexos.
Demir abrazó a Amelia, un abrazo de profundo amor y promesa.
—Vuelve a mí, mi hechicera. Eres mi ancla, mi vida, mi eternidad.— susurró él.
—Regresaré—respondio ella, devolviéndole la intensidad—.Y seré yo quien ponga fin a la amenaza de Ciro.
Demir e Iván se lanzaron al bosque, moviéndose con la velocidad sobrenatural de su raza.
Iván se dirigió a los nexos más alejados, mientras Demir se dirigía al punto de reunión de las tropas leales. El plan de la finta se puso en marcha.
La marcha de Volkov comenzó con ruido, espadas y coraje, un espectáculo de falsa guerra, para desviar a Ciro del ultraje.Pero en la sombra, el joven Iván era el verdadero puño de la táctica.Corriendo por los tejados, el vampiro, la sombra más práctica.El primer Nexo, una fuente de energía oscura en un pozo abandonado,Iván lo encontró, sintiendo el dolor de las almas que allí habían quedado.Con una daga mágica, cortó el flujo. Una luz de agonía estalló en el Osario lejano.Ciro lo sintió. El plan de Amelia había comenzado, ya era temprano.
Iván sintió la presión. El dolor en la distancia era la prueba de que Ciro se había dado cuenta de algo. Aumentó su velocidad, volando a través de los callejones.
El segundo Nexo estaba en una antigua torre de guardia. Iván tuvo que enfrentarse a dos sombras de Ciro, criaturas deformes con garras. Usando su fuerza y rapidez, los destruyó con movimientos precisos. Cortó el segundo nexo. Otra oleada de dolor recorrió la tierra.
En la lejanía, Demir mantenía la finta, gritando órdenes, asegurándose de que la atención se centrara en la amenaza frontal.
—¡Ataque de sombras en el flanco! ¡Mantengan la línea!—gritaba Demir, mientras usaba su limitada visión para asegurarse de que Iván y Amelia seguían en el curso. Dos caídos. Bien, Iván. Te cubro.
El tercer nexo, una cueva custodiada por un hechicero menor,Iván atacó, un torbellino de sombras, sin miedo ni temor. El vampiro, amigo y casi un padre de Demir, luchaba con fervor, Por el amor de su Señor, por Amelia, la hechicera con su fulgor....por su amada Martha.
El nexo se rompió. El Osario emitió un grito, una furia sin control.Tres fuentes cortadas. El Ojo de la Ceniza parpadeaba, perdiendo el sol.Iván sintió el agotamiento, pero el último nexo lo llamaba urgente.El tiempo de Amelia se acercaba. Su misión era inminente.
En la cabaña, Amelia se puso de pie. Amadeus asintió. —El tiempo es ahora. El caos ha comenzado. El camino está abierto.
Amelia se ajustó la capa. Su rostro era una máscara de concentración y amor. Se convirtió en una sombra púrpura casi negro, corriendo hacia el Osario Abandonado, donde el Ojo de la Ceniza y Ciro Drago esperaban. La hechicera y el Éter anclado estaban listos para el golpe final.
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Editado: 03.11.2025