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El viaje al Castillo Aerthos, en las Montañas del Lamento, fue una marcha a través de tierras salvajes y olvidadas. Demir, Amelia, Iván , la tía Martha y Amadeus se movían solo bajo el manto de la noche, confiando en la velocidad vampírica de Demir e Iván, y en los hechizos de ocultación de Amadeus.
Amelia cabalgaba junto a Demir. Él, aunque visiblemente más fuerte, se mantenía alerta, su visión trabajando horas extra para detectar cualquier anomalía energética.
—Ciro no puede rastrear el Éter anclado— explicó Demir en un susurro, mientras cabalgaban por un desfiladero brumoso.—Tu poder ya no grita al mundo. Pero él sabe el destino de las Montañas del Lamento. Es un viejo punto de poder.
La luna era su única guía en las Montañas del Lamento frías. El viaje a Aerthos, una prueba de resistencia y sombrías travesías.Demir, el Príncipe Vampiro, se movía entre la roca y la niebla con cautela, su mano siempre cerca de Amelia, la hechicera, su única centinela.
Ella sentía el lazo de amor, el pulso tranquilo que su Éter le ofrecía.El ancla de su vínculo, la fuerza que a su voluntad se unía.
—Nos encontrará—susurró Amelia. —Siento su rabia, una quemadura distante.Su plan fallido lo ha vuelto más feroz, más implacable e inquietante.
Iván y Amadeus iban en retaguardia. Iván usaba su velocidad para cubrir el perímetro, mientras Amadeus dejaba runas de confusión mágica para desviar a cualquier perseguidor.
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Mientras Amelia y sus aliados avanzaban, en una cripta oscura y lejana, Ciro Drago hervía de frustración. El fracaso de su Matriz de Almas era un golpe a su ego y a su ambición milenaria.
Estaba reunido con sus lugartenientes, criaturas hechas de sombra y traición.
—¡La hechicera ha destruido el Ojo! ¡Y el Príncipe Volkov la ha escondido!—El rugido de Ciro resonó, haciendo temblar los huesos del suelo.— "¡Quiero saber dónde están! ¡Ahora mismo!.
Ciro estaba ciego al Éter anclado, el amor le había negado la pista, pero su furia era un faro, su rabia una sombra egoísta.
—No puedo verla, pero sí su rastro en el Éter que dejó en el Osario—Dijo Ciro, su mano quemando el mapa, un juramento de odio extraordinario.
Un secuaz espectral, "La Sombra del Vacío," fue invocado de inmediato, un rastreador sin cuerpo, con el único fin de completar el mandato.
—Rastrea la energía residual de la hechicera. ¡Busca el rastro más frío y antiguo!.
Ciro tenía un plan B: usar el dolor pasado para encontrar su refugio contiguo.
Ciro dedujo que Demir, al ser un vampiro de linaje antiguo, buscaría un lugar que él conocía bien, un punto de poder que Ciro mismo había evitado en el pasado. La Sombra del Vacío fue liberada, su misión: seguir el tenue rastro mágico de Amelia a través de las Montañas del Lamento.
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Al amanecer, llegaron a un paso cubierto de niebla densa. Demir sonrió, un raro gesto de alivio.
—Hemos llegado— anunció—.Este es mi hogar ancestral.
Demir disipó una compleja ilusión mágica. Ante ellos, emergió el Castillo Aerthos: una fortaleza de piedra oscura, antigua y severa, coronada por torres afiladas que se perdían en el cielo gris. No era un palacio lujoso, sino una fortaleza de guerra.
El Castillo Aerthos, un monumento a siglos de vida solitaria.El refugio del vampiro, ahora el nido de la hechicera sabia.Sus muros de piedra oscura se alzaban, inexpugnables y firmes en su lugar.El lugar perfecto para que la Resistencia pudiera empezar a fraguar.
—Aquí entrenaremos. Aquí reuniremos a nuestros aliados y a los desposeídos.—Dijo Amelia, tocando la piedra fría, sintiendo los espíritus del pasado allí reunidos.
Iván, con reverencia, abrió el gran portal. Era el regreso a casa.
El Príncipe Vampiro tenía un nuevo propósito; la hechicera, una nueva causa.
Una vez dentro, Amadeus comenzó a trazar protecciones en las entradas y Amelia, aunque exhausta, se sintió segura.
—El primer paso es la curación y el entrenamiento—dijo Demir, tomando la mano de Amelia. —El segundo, enviar mensajes a nuestros potenciales aliados. Los elfos de los bosques, los faes, los que han sentido el toque oscuro de Ciro.
Pero mientras se preparaban para establecerse, en la lejanía, la Sombra del Vacío de Ciro cruzaba el desfiladero, acercándose lenta, pero inevitablemente, al rastro del Éter Oscuro anclado. El juego del escondite había comenzado.
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Editado: 03.11.2025