La Hechicera De Sangre Andaluza

Capítulo 19 : El Asedio de Aerthos y el Último Stand

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Pasaron solo dos días desde la incursión de la Sombra del Vacío. El tiempo fue suficiente para que Amadeus reforzara los sellos de protección ancestrales de Aerthos y para que Demir y Amelia ultimaran sus defensas.

En el tercer amanecer, un retumbar lejano sacudió la Montaña del Lamento. No era trueno, sino el avance de una fuerza descomunal.

Demir se paró en la almena principal, su figura de Príncipe Vampiro imponente incluso bajo la luz fría del alba. A su lado, Iván esperaba, con los nervios tensos pero la voluntad de acero.

—Ciro no espera. Su rabia lo consume— siseó Demir, su visión confirmando la pesadilla— .No es un ejército de hombres, es un enjambre de sombras y criaturas alimentadas por la Magia Negra.

Amelia se unió a ellos, envuelta en una capa oscura, el Éter Oscuro pulsando a su alrededor.

La ladera de la montaña se oscureció, cubierta por un mar de negrura y garras. No carne, sino magia corrompida, obedeciendo las órdenes más raras.

Ciro Drago estaba al frente, flotando sobre la horda, un dios de la podredumbre,

La venganza por el Ojo de la Ceniza, el clímax de una costumbre.

—¡Amelia! ¡Sal de tu madriguera, o destrozaré tu nido de amor!— gritó Ciro, su voz amplificada por la magia negra.

Los monstruos se lanzaron contra Aerthos, una marea de furia, sin espera.La batalla por el Éter, por la inmortalidad, por la hechicera, estaba lista para empezar.La fortaleza de Aerthos sería el lugar donde todo iba a terminar.

El primer impacto de las criaturas contra los muros del castillo fue ensordecedor. Las defensas de Aerthos aguantaron, pero las runas de Amadeus comenzaron a resquebrajarse bajo la presión constante de la Magia Negra.

Amadeus, desde la torre más alta, lanzó un torrente de luz defensiva. —¡El lado este cede! ¡La presión es demasiada!

Demir y Iván se lanzaron al combate en el patio interior. Su velocidad vampírica les permitía segar a docenas de criaturas en segundos. Demir luchaba con una ferocidad renovada, impulsado por el amor a Amelia y el terror de perder su nuevo ancla.

—¡Iván, mantente cerca! ¡Busca los puntos débiles, las grietas mágicas!— ordenó Demir, atravesando una bestia de sombra con su espada.

Pero la horda era interminable.

Amelia vio cómo sus aliados eran empujados hacia el límite. Si Ciro lograba romper las defensas del patio, el castillo caería y con él, toda esperanza.

Ella sabía que la única forma de detener el asedio era neutralizar a su líder.Se colocó en el punto más alto del muro, enfrentando directamente a Ciro Drago.

Amelia alzó los brazos, concentrando el poder anclado en su corazón.El Éter Oscuro obedeció, un rayo púrpura de pura concentración.Ella no quería matarlo, sino paralizarlo, exponer su alma arrogante.La mente de Amelia contra la Magia Negra de Ciro, un duelo palpitante.

Ciro rió, creyendo en su victoria, lanzando un conjuro de posesión.Pero el Éter de Amelia, purificado por el amor, resistió la intrusión sin razón.

—¡Ya no soy tu batería, Ciro! ¡Soy el muro que rompe tu voluntad!— gritó la hechicera.Lanzó un pulso de Éter que impactó a Ciro, una fuerza que su cuerpo no tolera.

El pulso del Éter no hirió a Ciro físicamente, pero lo golpeó con la fuerza de un rayo psíquico. Su concentración se hizo añicos. El asedio se detuvo de golpe.

Ciro, aturdido, cayó a la ladera. Su grito de dolor no fue físico, sino de su orgullo herido.

—¡Imposible! ¡Ese poder no es tuyo!—bramó, limpiándose la sangre oscura que manaba de sus ojos.

La parálisis de Ciro hizo que la horda de sombras se desorganizará. Demir aprovechó el momento.

—¡Atrás, Ciro! ¡Este es el fin de tu asedio!—gritó el Príncipe Vampiro.

Ciro, reconociendo la derrota temporal y sabiendo que Amelia ahora poseía el control total sobre el poder que él ansiaba, invocó un remolino de sombra y se elevó al cielo, arrastrando a los pocos lugartenientes que le quedaban.

—¡Esto no ha terminado, hechicera! ¡El próximo encuentro será el final para uno de nosotros!—La voz de Ciro resonó con una promesa de muerte antes de que desapareciera entre las nubes.

El asedio había terminado. Aerthos estaba dañado, pero a salvo.

Amelia cayó de rodillas, agotada, pero triunfante. Demir corrió hacia ella, seguido por Iván.

—Estás a salvo— dijo Demir, levantándola. —Ha huido. Pero el fin está cerca.

Amelia asintió, mirando la mancha de Magia Negra que se disolvía en la distancia.

—Sí. Él se ha retirado para un ataque final. El siguiente encuentro debe ser en su propio dominio, en su centro de poder restante.

La victoria era temporal, pero la base estaba asegurada y fuerte.Ciro se había retirado, reconociendo la presencia de una némesis de otra suerte.El Castillo Aerthos se convirtió en el punto de no retorno de la gran batalla,

El Príncipe y la hechicera se miraron, el amor su única metralla.

—Lo encontraremos, Amelia. Y juntos, pondremos fin a su inmortalidad.—Dijo Demir, sellando la promesa con un beso de verdad y lealtad.




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