La Heredera

13. Una tarde para comprar

Ray.

Su fulminante mirada y sus cejas casi por juntarse completamente, me recordó, a pesar de su notable pequeño buen comportamiento, que sigue siendo una loca que en cualquier momento puede explotar...

—¡Se-señorita!... —exclama con temor Flavio, el chofer. El señor Bruce hace una semana había iniciado la campaña antigroserías de Bumsu. Por cada reporte del personal de la mansión y mío de las groserías que ella pronunciara, se le suspendería el envío mensual de su revista favorita de Estados Unidos, no sé cómo se pronuncia, pero al parecer ella ama esa revista.

—¡Ups!... ¡Mierda! ¡Flavio, no le digas al señor Bruce que dije "mierda"! —le grita Bumsu al pobre Flavio. Y ante la afirmación de él, vuelve a mirarme a los ojos enojada. Trago saliva y luego doy un largo suspiro de resignación.

—¡Ya!, qué más da...

—Uhm...—ella entrecerrando los ojos da la orden a Flavio de dirigirse a "The Scepter".

Ya me estoy acostumbrando a los lugares de aquí y algunos de ellos ya se me hacen conocidos, todo gracias a que he salido mucho con Bruno en las tardes.

Llegamos a un gran bazar de boutiques, todas ellas parecen de lujo. La ropa, seguro, costará un ojo de la cara... Bajamos frente a una tienda llamada "Deluxe", a través de las vitrinas se podía notar la vasta gama de prendas juveniles, pantalones, polos, accesorios y muchos maniquíes y personas.

Bumsu entra y me mira para seguirla, ella comienza haciendo una inspección cuidadosa solo con la agudeza de sus ojos. Luego algo parece que capta su atención se desliza entre los colgadores de las prendas hasta llegar a una fila de estantes de pantalones que se veían súper cool y masculinos, todos ellos de colores desde blanco hasta negro. Coge uno tras otro, meditando por ratos en si debía incluirlos en los muchos que ya colgaban de su fino hombro.

—Ya, mujer pantalón. No podrás caminar con todos esos pantalones sobre ti —le regaño.

—¡Cállate, Runin! Y también, haz lo mismo que yo, ve seleccionando la ropa que te gusta... Aquí también compra Aníbal su ropa.

Le hago caso y me paseo por el lugar, solo selecciono algunas camisas y polos que son de mi estilo. En solo unos minutos siento una mano que me jala el brazo y me obliga voltear, Bumsu me lleva hasta los probadores a rastras.

—¿¡Todo esto voy a probarme!? —le reclamo al ver una montaña de ropa dentro del probador.

—¡Qué chillón! No sabía tu talla, pero igual, pruébate y elegiré cual te queda mejor, por lo que veo no se puede confiar en tu gusto —dice mientras mira las camisas que elegí y estaban entre mi brazo derecho. Muevo mis hombros en señal de no importarme qué piensa de mis gustos y entro al probador, ella se sienta en las sillas de espera que están al frente del él.

Los probadores del costado estaban llenos, había en el lugar más hombres que mujeres y estas señoritas se veían contentas de elegir ropa para sus, seguramente, novios.

Me cambiaba una camisa y un pantalón, luego salía para que Bumsu me viera, como ella me dijo que lo hiciera. Me miraba con ojos extraños y un poco asqueados, pero con un cierto aire de burla y diversión, cuando no me caía para nada el atuendo, ella no contenía para nada sus carcajadas ni se abstenía de tomarme una foto. Esa loca...

«"Separa eso", "Quema eso"», me ordenaba. Yo ya estaba un poco irritado y aun en contra de ella separaba ropa que me gustaba. Ya aburrida, Bumsu sale de esa tienda, no sin antes, ir a pagar a la caja.

—Todo esto... Es mucho —me quejo. En total compramos diez pantalones y quince prendas entre camisas, polos y sudaderas.

—Cállate, Runin. ¿Mucho? Esto no es nada, aún faltan más tiendas. Además, no deberías estar quejándose, tú necesitas ropa.

Pagamos con mi tarjeta de débito, luego salimos de la tienda, Bumsu coloca las bolsas dentro del auto, luego ordena a Flavio que vaya a dar una vuelta hasta que ella lo llame.

—Bien, Runin, ¡a seguir con las compras! —exclama como si ahora se estuviese divirtiendo al buscar ropa para mí.

Pasamos a otra tienda, en ella compramos casacas, chompas, cafarenas y una variedad de gorros.

—Creo que eso es innecesario, eso no va con mi estilo —le digo cuando ya estamos en la caja.

—¡Dah! Esa es la cuestión necesitamos cambiar tu estúpido estilo pueblerino. No sabes nada de moda —me confronta muy segura de sus palabras. Yo no le veo ningún problema a mi estilo, es reservado y no llama mucho la atención, eso me agrada, pero ahora ella compra ropa del estilo que usa Aníbal.

Cuando ya el sol había desaparecido y mis ganas de seguir aguantando el "shopin" también, me siento en una banqueta de descanso que se encuentra en pleno centro de las tiendas, pequeños puestos de helados, golosinas, jugos frescos estaban alrededor. De verdad quiero uno...

—No seas perezoso, Runin, aún nos falta un poco —hace una rabieta Bumsu.

—Déjame descansar un rato; además, yo soy el único que carga con todas estas bolsas, ¡tú ni ayudas!

—¡Pero si es tu ropa, hombre! —grita—. Bien, solo cinco minutos. Compraré helado. ¿Quieres?




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