La Heredera

18. Noche de divagues

Ray.

La fiesta terminó a las siete de la mañana. Muchos terminaron borrachos y noqueados en el piso. Stephan nos despidió y nos pidió por favor que recogiéramos a Bruno quien se encontraba en su cuarto durmiendo. Ello interrumpió mi conversación con Lisbeth. Me contó casi toda su historia y me pidió discreción, aún quise seguir conversando, pero las circunstancias ya no eran las adecuadas.

Llevamos a Bruno casi a rastras. Su cuerpo estaba pesado y su insistencia en seguir durmiendo hacía más difícil nuestro trabajo.

Decidimos llevarlo a su pensión en el auto de Lisbeth, como los dos viven allí no había inconveniente. Rebuscamos en los bolsillos de Bruno sus llaves y al encontramos abrimos la puesta de su departamento, allí Bruno lloro y agradeció tener buenos amigos. Es inquietante lo molesto que se vuelve, no fue sino hasta las doce de la tarde que Bruno recobró su plena conciencia, y vaya que lo lamentó, ya que Lisbeth nos obligó a estudiar porque nuestro examen semanal era mañana.

Aburrido.

Ya a las cinco de la tarde me decidí ir al departamento de Graham. Me sentía culpable por haber dejado sola a Bumsu, así que tomé un taxi para llegar más rápido. Pero allí, me encontré con otro alboroto. Estaban en la sala: Gabriel, Soraya, Bumsu y Aníbal. Había unas maletas. Y Soraya era el problema.

Sucede que Aníbal quiere vivir ahora aquí y no le quería decir nada a Soraya, pero ella lo siguió y al saber que se quedaría en el mismo lugar que Susana, se enojó y se negó a irse y dejarlo aquí. Y la solución que ella misma encontró fue que ella también debía de vivir aquí. Y ahora Graham está luce muy sombrío.

—¡Aquí ya no hay cuartos! Además, este no es tu departamento. Graham no quiere —reclama Bumsu.

—¡Cállate, estúpida! No me iré de aquí, si Aníbal no se va conmigo.

Graham dirige sus manos a sus sienes y se da un ligero masaje.

—¡Basta, niños! Yo no tengo tiempo para lidiar con sus juegos. Llamaré ahora a Bruce.

Eso hace, llama por teléfono al señor Bruce y este luego le pide hablar con Susana.

—Entiendo... —dice a través del celular— ¿Y se puede quedar o no? Aníbal es el hermano de Graham, pero Zorraya no lo es... ¡¿Qué?! ¡¿Por qué?!

Bumsu devuelve el celular a su dueño y finalmente él corta la llamada.

Da un fuerte suspiro y dice—. Solo no quiero tener que oír sus peleas. Y no rompan nada. En unas semanas, Bruce conseguirá una nueva casa para ustedes y allí podrán irse a vivir los cuatro si quieren. Pero si se quedan aquí, respetarán mi departamento.

—Claro como lo haces tú —dice irónicamente Aníbal. Su hermano le dirige una mirada punzante y se va a su habitación.

Soraya se sienta en el mueble y Aníbal recoge sus maletas.

—¿En dónde puedo dormir? —pregunta.

—Solo hay tres habitaciones aquí —dice Bumsu.

—Bueno, ¿puedes dormir en mi habitación o prefieres ir al cuarto de tu hermano? —le pregunto a Aníbal.

—No, está bien así. Iré a tu habitación si no es molestia.

—¡¿Y yo?! —resopla Soraya.

—Oh... Estos muebles están bien para ti, querida —responde Bumsu con una gran ironía e irritación.

—Su, ella tiene que dormir en tu habitación. Por favor —suplica Aníbal—. Vas a ver que ella no aguantará mucho aquí —y mirando a Soraya le agrega—. Eres muy caprichosa, pequeña, y te aburrirás rápido.

—¡Ja!, no lo creo amor. Yo disfruto estando a tu lado.

—I-U-G-H —deletrea Bum-su. Y se va a encerrarse a su habitación.

—Ven Aníbal, te mostraré mi habitación...

Le dirijo a mi habitación y adentro le pregunto:

—¿Quieres que durmamos en la misma cama? —bromeo. Aníbal suelta una carcajada y se niega.

—Prefiero dormir en el suelo. Esta alfombra se ve suave y además todavía hace calor. Sin mencionar que dos hombres durmiendo en una cama... es raro.

Ambos reímos. Aníbal deja sus cosas dentro de sus maletas para no desarreglar mi armario. Y como ya es tarde nos acomodamos para dormir.

Con las luces apagadas y la incomodidad en el aire, Aníbal inicia la conversación.

—¿Crees que las chicas ya estarán durmiendo? —pregunta.

—No he escuchado ningún grito siniestro; así que, creo que sí.

—Perdona por incomodarlos así. Pero no puedo dejar sola a Susana. No me malentiendas, no es por ti, es por él.

—¿No te llevas bien con tu hermano? —pregunto con sigilo. No es un tema que me interese, pero es evidente que hay una fricción entre ellos.

—Pues, es algo complicado. Algún día te lo contaré, no se lo he contado ni a Susana. Mi vida es muy diferente a la de ella. A pesar de que ambos venimos del "mismo mundo". ¿Me entiendes?

—La verdad no —digo con sinceridad—, pero esperaré que me lo expliques algún día.

Aníbal suelta una risilla, siento que se voltea hacia un costado.




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