Susana.
Es un nuevo día, no me importa el bulto molesto que duerme a mi costado ni los problemas que vengo sobrellevando, estos pueden esperar. Hoy veré a Lisbeth y la enfrentaré como se debe.
Pero antes… debía hacer la cola para el baño.
El Gelado estaba adentro. Él siempre sale antes que todos, pero hoy, de todos los días, se tuvo que hacer tarde, aunque era de esperarse después de su noche "agitada".
Aníbal estaba esperando su turno junto a mí y miraba constantemente su reloj de muñeca, al final decidió irse ya a la universidad porque allí también hay duchas, eso fue lo que me comentó. Decidí también regresar a mi cuarto, a diferencia de Aníbal yo no tengo otra ducha a la cual ir a asearme, no me queda más que esperar. Cuando entré a mi habitación encontré a Zorraya husmeando en mi clóset así que tuvimos una pequeña discusión que duró quince minutos de intensos insultos. Preferí salir y dejarla rebuscar, no había nada adentro de allí que fuese de su gusto, así que tarde o temprano solo se cansará y se irá a su casa.
Runin, estaba como yo, afuera del baño con la toalla en el cuello esperando que el Gelado salga, y cuando lo hizo. ¡Ay, Dios!
El sale con su toalla solo cubriéndole la parte inferior de su cuerpo, mostrando su pecho. Runin y yo nos quedamos viéndonos las caras. Saludo solo para fingir naturalidad como lo hizo Runin, porque a él ver un cuerpo de hombre no le produce incomodidad.
—Entraré yo primero, porque soy más rápido—dice Runin, muevo mi cabeza en modo de asentimiento y voy a mi habitación. Sin mirar más a Graham.
—¿A qué hora irás tú al H.A.? —cuestiono mirando a Zorraya, aún estoy algo agitada.
—Pues... Iré a la hora del examen, debo ir a mi casa a cambiarme, nada de tu ropa es pasable.
—Haz lo que quieras y mejor quédate en tu casa y no vuelvas —le digo.
—Tus mejillas están rojas —me señala y la ignoro.
**
Ya en el H.A. localizo a Lisbeth.
La mañana brillante y mi polera color negra con la imagen de un conejito, me dieron las fuerzas para hablar y aclarar mi corazón.
Lisbeth ya veía venir lo que haría. Pidió a Bruno y a Runin que vayan avanzando al salón, mientras nosotras nos desviábamos hacia el pequeño coliseo para conversar en las gradas.
—¿Y bien, Su? —dice entre dientes.
—Lisbeth, sabes que no soy muy buena con los discursos, pero hay tres cosas que quiero decirte, y no me importa si después de ellas no seguimos siendo amigas.
—Bien, te escucho —afirma con serenidad.
—Primero —tomo aire—. Odio a Pierre, lo odio. ¡Y lo odiaré por el resto de mi corta vida! Por favor, nunca pongas a Pierre en mi presencia. No nos coloques a los dos en un mismo lugar, no lo soportaría —ella entrecierra sus ojos y refleja una mirada de preocupación.
—Prosigue…
—Dos, yo... Yo te quiero mucho Lisbeth. Eres mi mejor amiga. No quiero que me dejes —ella suaviza su mirada e intenta darme un abrazo, pero yo me levanto de un golpe y quedo frente a ella—. Tres: Quiero que te quieras más a ti misma y no pongas a nadie más sobre ti.
—Susana, esas tres cosas son condiciones..., pero yo te diré algo ahora. Me dolió mucho que no me escucharas, que insultaras a Pierre, aunque se lo merezca o no, porque es mi decisión estar con él. Es mi vida y quiero que aprendas a respetar eso, al igual que yo lo hago… porque… porque eso hacen las amigas, se apoyan, se dicen con tranquilidad las cosas y, si se corrigen algo, lo hacen en privado. Sin armar alborotos.
Lisbeth irradia el aura de una mujer madura y sabia. Parece una mamá, más que una amiga. Y no quiero perder ni su lado amigable que me divierte tanto ni su lado maternal que perdona y me aconseja.
—Lisbeth, mejor salgamos juntas y olvídate de Pierre.
Ella se ríe y dice— sabes que lo haría si pudiera, pero a ti te gusta Aníbal y a mí, ya sabes quién. Ven, dame un abrazo.
—Entonces, ¿has aceptado mis condiciones? —le pregunto.
—¿Qué más me queda? —resopla con diversión.
—¡Esto hay que celebrarlo! ¡Vamos al cine! —exclamo con euforia.
—No, mejor vamos a ver una película en tu departamento.
—¡¿Qué?! ¿Cuál departamento? —cuestiono con nerviosismo.
—Siento que ya tuve está conversación... Vamos al aula por ahora.
Entramos las dos juntas al salón y nos ubicamos en nuestros habituales asientos, "en el cuadrado perfecto". Bruno estaba irritado porque pensó que mi enojo duraría, por lo menos, unos días más y hasta tenía la esperanza de que yo rompiera la relación de Lisbeth y Pierre.
Después del examen acordamos que hoy a las nueve de la noche vendrían al departamento de Graham. Bruno se sorprendió al enterarse de que Runin y yo estamos viviendo bajo el mismo techo que el hermano de Aníbal, pero, así como tan rápido se sorprendido, el asunto luego le fue indiferente. Sin embargo, él y Lisbeth de verdad se alarmaron cuando les conté que ahora Aníbal y Zorraya vivirán con nosotros.
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Editado: 16.02.2024