Susana
Me levanto en mi cama con un dolor punzante en mi cuello, mi nariz gotea y mis mejillas se sienten pegajosas. Últimamente esto ha sido así, ni siquiera recuerdo lo que he soñado, pero debe ser algo doloroso como para que aún siga sintiendo esta tristeza en el pecho. De cualquier manera, debo levantarme. Observo mi celular para ver la hora, ya son las nueve, ¡mierda! ¿tanto he dormido? Que se va a hacer, si mi cuerpo necesitaba descansar, pues ya se ha salido con la suya, ahora no podré dormir cuando debería hacerlo.
Miro al techo, mi cabello despeinado y mi boca seca.
Tengo hambre.
Solo me lavaré la cara y luego iré a cenar, seguramente Runin ya ha cenado porque no creo que me espere a mí o a Aníbal, ya que él y Zorraya estarán pasando su “aniversario”, que ni siquiera lo es ya que los tórtolos decidieron adelantar la fecha un mes para que no coincida con las fiestas navideñas.
Tarareo una canción mientras salgo con mi toalla rosa sobre mi cuello y escucho ruido en la sala, evito ir porque primero quiero asearme y lucir presentable. Después de acicalarme, voy rápidamente a mi cuarto y guardo mi toalla, divisé mi polera negra colgada en la percha de mi cama y como siento frío me la pongo sin dudarlo. Mis manos están frías.
En la sala están Ray, Soraya, Aníbal y el Gelado mirando la televisión en silencio.
—¿Y ustedes? ¿Qué hacen aquí? —Pregunto asombrada. Este es un nuevo panorama para mí.
Desde la distancia Aníbal me responde que sucedió algo, pero no pude seguir oyendo que fue lo que exactamente pasó porque Runin y Graham lo silencian, al parecer lo que están mirando es más importante. Entonces, Aníbal se acerca a mí.
—¿Tienes frío? —me pregunta.
—Un poco —respondo—¿Qué pasó?
Aníbal niega con la cabeza y esboza una sonrisa triste.
—La mamá de Sora se puso mal. La depresión está deteriorando su salud.
¿Depresión? ¿Kate con depresión? ¿Esa mujer que parece una zorra desgraciada está sufriendo de depresión? Casi se me escapa una risilla sarcástica, pero la retengo porque Aníbal habla con mucha seriedad.
—Desde la muerte de Fred, ella ha estado así. Lo más recomendable es que Soraya acompañe a su madre, por eso venimos a recoger sus cosas.
¡Bingo! Eso sí que es una agradable noticia. Espera, Susana, estás feliz, pero no, que no se te note.
—Vaya, qué desgracia. ¿No quieres un café?
Me dirijo a la cocina, huelo el café recién hervido y voy directamente a servir dos tazas. Las tostadas están sobre el mostrador y el jamón en el refrigerador, de paso me haré un sándwich. Aníbal me recibe la taza y regresa con los demás, en un susurro me dice que mejor conversaremos más tarde.
Degusto mi comida tranquilamente viéndolos desde lejos, se siente extraño. Este departamento es pequeño y lo sentí más pequeño cuando esos dos vinieron a quedarse; sin embargo, ahora que se van, este lugar me parece más grande.
Zorraya camina hacia acá, ¿qué mosca le ha picado? Viene hacia la cocina y se sienta a mi lado. Esa mirada que tiene es de recelo.
—¿Qué? —digo—. ¿Tengo algo en mi cara?
Ella me mira— Me contaron que Graham te cargó hasta tu habitación.
Yo escupo el café sobre la mesa.
Recuerdo que estaba en la sala tratando de meditar y pensar sobre mi futuro, y luego me quedé dormida.
—No sé si es cierto. Estuve dormida… Y si lo hizo, ¿qué? —le respondo indiferentemente. En el fondo, sentí un poco de vergüenza.
—Nada. Solo que me parece extraño. ¿No será que lo estás engatusando? —dice con diversión maliciosa mientras apoya su mano en su mentón.
Me río con diversión con el pan en la boca— No me vengas con provocaciones ahora, ¿acaso yo te molesto cuando comes? No, ¿verdad? Además, no soy como tú.
—Claro, y aunque lo hagas él jamás te haría caso, solo serías como una payasa fea frente a sus ojos —afirma con burla.
Payasa fea mi trasero— Yo soy muy bonita, eh —resoplo. Zorraya hace un gesto maldito de pedantería.
Solo para fastidiarle le digo cerca de su oído— ¿Te digo un secreto? Él ya tiene novia.
El rostro de Soraya arde en ira, creo que más por sentirse ofendida que por creerme en sí.
—Haber —reta—. Y si le pregunto.
—Adelante —digo— ve y pregúntale. Hasta te la puedo describir porque la he visto. Es rubia, de claros ojos y cuerpo escultural —le digo recordando a la mujer que salió despavorida de este departamento—. ¡Es más! —agrego para avivar la llama— El Gelado la trajo aquí el día en que Ray y yo fuimos al cumpleaños de Stephan. Quiso aprovechar la noche para ya sabes—finalizo con sorna.
Zorraya ya no me responde y solo frunce sus cejas, da una ojeada a la espalda del Gelado y luego me observa con reticencia.
—Tú misma lo has dicho —afirma—. Eso no me debe importar. Yo tengo a Aníbal.
Esto es nuevo para mí.
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Editado: 16.02.2024